<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Pedro Sánchez ha logrado un acuerdo con Bruselas sobre el sistema de pensiones español que le exime de su reforma estructural y recarga su sostenimiento en nuevos aumentos de impuestos y cotizaciones.</strong></h4> El Gobierno de coalición de izquierdas,<strong> dividido y en crisi</strong>s desde hace meses, se reconcilia ante un pacto que aplaza los recortes, le asegura el <strong>aplauso de los sindicatos</strong> y le permitirá abonar su discurso más populista <strong>contra los empresarios</strong> en plena precampaña electoral. Antes de aportar la próxima remesa de fondos de recuperación (4.000 millones de euros), <strong>la Comisión Europea exigía al Ejecutivo medidas que hicieran creíble la viabilidad de un sistema de pensiones</strong> que, desde hace dos legislaturas, no se sostiene con las cotizaciones de los trabajadores a la Seguridad Social. El Estado tiene que cubrir con otras partidas del Presupuesto un déficit contributivo que no deja de crecer año tras año: 25.470 millones de euros reconocido en los Presupuestos Generales del Estado para 2023. El Gobierno ha dilatado las negociaciones con Bruselas hasta saltarse todos los plazos establecidos para presentar sus medidas de control de ese déficit, el último en diciembre pasado y con el agravante de aumentarlo aún más con su decisión de subir un 8,5 por ciento la cuantía de las pensiones. <strong>Sánchez ha conseguido un acuerdo que evita recortes inmediatos en las prestaciones y que puede presentar como aval europeo a su política social a menos de tres meses para las elecciones municipales y autonómicas.</strong> Sin que todavía se conozca el detalle de lo pactado con la Comisión más que por las filtraciones parciales a la prensa, los dos sectores del Gobierno, socialistas y populistas de Podemos, coinciden en celebrar como un gran éxito no tener que entrar en el capítulo del gasto con el fin de equilibrar el sistema de pensiones. <strong>Los sindicatos también se dan por satisfechos</strong> al ver que, tal y como exigían al Ejecutivo, ni siquiera se tendrá que ampliar el periodo para el cálculo de las pensiones. <strong>El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá,</strong> empezó por proponer que se contabilizaran los últimos 35 años de cotización en vez de los 25 actuales, luego bajó a 30 por el rechazo de los sindicalistas y al finalmente se quedará en un sistema mixto y a la carta: a elegir los 25 actuales o 29 salvando los dos que menos interesen al futuro pensionista. <strong>La oposición frontal a la “no reforma” del sistema procede de los empresarios grandes, pequeños y medianos</strong> <strong>más los trabajadores autónomos</strong> que se enfrentarán a una subida general de cotizaciones y recargos especiales sobre los salarios más altos. El Gobierno<strong> busca la sostenibilidad por la vía de aumentar los ingresos de la Seguridad Social, aunque suponga encarecer la contratación de empleados</strong> en el país europeo con más paro y con una tercera parte de los jóvenes sin empleo. <strong>Sánchez ya se había convertido en el primer presidente del Gobierno español en señalar a empresas, y a empresarios por su nombre, como enemigos de su gabinete “progresista”, conspiradores o directamente antipatriotas</strong>. Era una práctica común en sus socios de Podemos, antes con Pablo Iglesias al frente y ahora con Irene Montero y Ione Belarra, que el jefe del Ejecutivo incorpora ahora a sus discursos más populistas. En el primer mitin después de dar a conocer el acuerdo con Bruselas, Sánchez aprovechó para cargar de nuevo contra el empresariado, y lo hizo en la misma línea ensayada la semana anterior contra Ferrovial por el hecho de trasladar su sede a los Países Bajos. El dirigente socialista también se ha apresurado a informar de su entendimiento con la Comisión Europea en la materia porque suponía un hito de unidad en medio de los enfrentamientos con el sector comunista del Gobierno por leyes como la del “sí es sí”. <strong>Después de la pelea en público, en el Congreso y en las manifestaciones feministas del 8M, Sánchez necesita apuntalar un equipo con el que tiene que llegar hasta las próximas citas electorales</strong> con la apariencia de que les une algo más que el interés o la necesidad de seguir en sus cargos todo el tiempo posible.