Pedro González
Periodista
Ya ha visto la luz el informe anual de Human Rights Watch (HRW) sobre uno de los capítulos globales que determinan la calidad de los regímenes políticos en todo el orbe. Son 700 páginas, cuya letanía de los numerosos abusos contra los derechos humanos que se producen en el mundo, terminan por componer un cuadro bastante aterrador.
HRW se felicita, sin embargo, de la contundente respuesta de la comunidad internacional a las atrocidades cometidas en Ucrania desde que el presidente ruso Vladímir Putin decidiera invadir el país con evidentes intenciones de destruirlo, y documenta los millares de violaciones cometidas por la soldadesca rusa desde el principio mismo de la guerra. La organización no ahorra tampoco espacio para denunciar los abusos cometidos por los servicios secretos ucranianos, so pretexto de detectar y arrancar confesiones de traidores o colaboracionistas con las fuerzas de ocupación rusas, pero tiene buen cuidado de señalar a Moscú como el culpable de la plétora de violaciones y atrocidades realizados no solo contra militares apresados sino especialmente sobre la población civil ucraniana.
La actual directora provisional de HRW, Tirana Hassan, en declaraciones a la agencia France-Presse calificó de “luz de esperanza la respuesta internacional así como el compromiso de la justicia” para que estos episodios que avergüenzan a la especie humana no queden impunes. Hassan señala que “nunca habíamos visto tampoco a lo largo de la historia una respuesta internacional tan bien coordinada”, en referencia a la rapidez con que el Tribunal Penal Internacional (TPI) había admitido a trámite la denuncia encabezada por la Unión Europea, Estados Unidos y el Reino Unido, así como la cascada de sucesivos y severos paquetes de sanciones contra Moscú.
Prestar la misma atención a otros regímenes criminales
Si bien el voluminoso informe desgrana una amplia letanía de violaciones cometidas en otras latitudes y países, especialmente en China, Irán y diversos países de África, la dirigente de HRW observa una reacción internacional mucho más matizada. Aunque no lo denuncia de manera explícita, es fácil colegir que los gobiernos democráticos más empeñados en luchar por el respeto de los derechos humanos, o sea lo que se conoce como Occidente, decaen en sus impulsos denunciadores cuando ello choca con la preservación de sus propios intereses políticos y económicos.
En el caso de China, y más específicamente la persecución a la que es sometida la minoría uigur, no tiene la misma crítica internacional que las exacciones que Rusia comete en Ucrania, pese a existir un informe tan contundente como espeluznante de la Oficina del Alto Comisario de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en el que no duda en calificar de “posibles crímenes contra la humanidad” muchos de los actos enumerados tanto individual como colectivamente contra la comunidad uigur en la provincia de Xinjiang, al oeste de la China de Xi Jinping.
El otro país más señalado por el informe de HRW es Irán, que sigue reprimiendo con especial virulencia las manifestaciones que encabezan las mujeres en las principales ciudades del país, con la nueva vuelta de tuerca de las ejecuciones de hombres que habían acudido en apoyo de las mujeres a tales demostraciones contra el régimen teocrático de los ayatolás. Tirana Hassan reclama una mayor movilización de la comunidad internacional contra Teherán, ya que en su opinión “no habrá cambio alguno significativo si no se acentúa y mantiene la presión sobre el régimen”.
Afganistán, Arabia, Pakistán, los países de la franja sahariana del Sahel, Venezuela, México y tantos otros también son objeto de examen, y de la reclamación de HRW porque las violaciones de derechos humanos que en ellos se producen no pasen desapercibidas. Especial atención dedica el informe a la región etíope de Tigray, ya que los acuerdos de paz firmados el pasado noviembre parecen haber difuminado los centenares de graves violaciones realizadas durante la guerra contra el poder central de Addis Abeba. Rusia y China demuestran tener especial interés en que tales crímenes pasen al olvido, puesto que vetan uno tras otro todos los intentos de incluir la cuestión de Tigray en la agenda del Consejo de Seguridad de la ONU.
Iniciativa Ciudadana en la UE
Coincidiendo en el tiempo con la presentación del informe de HRW, la Comisión Europea decidió registrar una Iniciativa Ciudadana Europea (ICE), titulada “Artículo 4: prohibición de la tortura y los tratos inhumanos en las fronteras de la Unión Europea”.
Esta iniciativa reclama una normativa que garantice el cumplimiento de la prohibición de la violencia y de los tratos inhumanos y degradantes consagrada en el artículo 4 de la Carta de los Derechos Fundamentales en relación con las políticas de la UE en materia de controles fronterizos, asilo e inmigración.
Cierto es que esta acción no supone que la Comisión confirme en modo alguno la exactitud material del contenido de la iniciativa, pero parece evidente que no podía rechazar esta petición ciudadana, habida cuenta del goteo de incidentes, alguno de ellos especialmente graves, como el del asalto a la valla de Melilla, que se producen en las zonas fronterizas del sur y este de Europa especialmente.
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