<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Pedro Sánchez está encantado con la estabilidad en el poder que le dan los independentistas, pero los dirigentes regionales del PSOE ven cómo las encuestas confirman sus temores a cargar en las elecciones autonómicas del próximo mes de mayo con el desgaste por los favores del Gobierno a sus socios.</strong></h4> Hasta el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), organismo público bajo estricto control del Ejecutivo, apunta que <strong>los socialistas tienen en peligro feudos tan tradicionales como Extremadura y que las mejores perspectivas quedan para los presidentes autonómicos más críticos con Sánchez: Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha y Javier Lambán en Aragón.</strong> El jefe del Ejecutivo cierra el ejercicio anual a toda prisa con el abono de facturas pendientes con los separatistas catalanes como las de derogar el delito de sedición y rebajar el de malversación de fondos públicos en los que incurrieron los principales responsables de la Generalitat en la intentona secesionista del 1 de octubre de 2017. Sánchez libera o alivia así a sus aliados de la presión de la Justicia además de desarmar al Estado frente a futuros golpes, según denuncia la oposición y buena parte del PSOE, al menos la que representan García-Page y Lambán. <strong>Los dos principales partidos de ámbito nacional se juegan el 28 de mayo la mitad del poder autonómico en unos comicios convocados junto con las elecciones municipales.</strong> Andalucía, Cataluña, Galicia y País Vasco quedan al margen por tener su propio régimen de convocatorias, y lo mismo ocurre esta vez en el caso de Castilla y León porque hubo elecciones adelantadas el pasado mes de febrero. Los ciudadanos que viven en el resto de las regiones, Madrid incluida, suman algo más de la población española y están llamados a las urnas en una cita que será además el prólogo de las generales de fin de año. <strong>De los diez gobiernos autonómicos en juego el PSOE controla ocho: dos con mayoría absoluta (los de Castilla-La Mancha y Extremadura) y el resto gracias a pactos con la extrema izquierda (Podemos), regionalistas e independentistas, incluidos los herederos del brazo político de ETA en el caso de Navarra. Por su parte, el Partido Popular sólo preside dos ejecutivos regionales: Madrid y Murcia.</strong> En el PP dan por hecho que mantendrán su hegemonía en las dos autonomías que ya gobiernan y aspiran a que Isabel Díaz Ayuso suba en Madrid hasta lograr la mayoría absoluta para no depender de Vox. Además, el partido que preside Alberto Núñez Feijóo hace ya campaña para captar al electorado socialista en el resto de España descontento con la gestión de Sánchez en favor de los independentistas catalanes y vascos. Los populares ven margen para ganar en la mayoría de las regiones. <strong>García-Page, con mayoría absoluta en Castilla-La Mancha, y Javier Lambán desde Aragón se han destacado en las críticas a Sánchez por reformar el Código Penal a la medida de los intereses de los separatistas</strong> condenados por el Tribunal Supremo. El primero contaba con que su gestión de la Comunidad autónoma durante los últimos cuatro años se garantizaba repetir en el cargo, pero ha visto cómo la marca del PSOE y la imagen de Pedro Sánchez se convierten en un lastre para su campaña en la región. A Lambán también le sonreían las encuestas con un aprobado general a su gestión y unas perspectivas al alza que le permitían aspirar a librarse de alguno de sus socios forzosos de esta legislatura, de Podemos o de algunos de los grupos de regionalistas aragoneses de los que depende su gobierno. Pese a esas dependencias, es el más claro en la crítica a Sánchez, aunque se desdiga cada vez que es llamado al orden desde la dirección nacional del PSOE. Los presidentes socialistas de la Comunidad Valenciana, Baleares, Canarias y Navarra que dependen de sus pactos con nacionalistas, independentistas y grupos de extrema izquierda no han puesto pegas a la deriva del presidente del Gobierno. Cuentan con reeditar sus alianzas después del mes de mayo para seguir en el poder frente al previsible ascenso del PP y de Unión del Pueblo Navarro. En el caso de la Junta de Extremadura, feudo tradicional del PSOE desde 1983, su actual presidente Guillermo Fernández Vara ha dejado para el ámbito interno sus conocidas discrepancias con Sánchez. Y las encuestas, las privadas que publican los medios y el CIS gubernamental, coindicen en el mismo dato al pronosticar el fin de su mayoría absoluta y en dejar en el aire el futuro del gobierno regional, dependiente de los pactos de los socialistas con Podemos, e incluso del PP con Vox. <strong>Ni en el PP contaban con ese grado de deterioro de la marca del PSOE</strong> que también confirma la apuesta de los principales barones socialistas por basar la futura campaña en su gestión personal y desmarcarse de Sánchez.