<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>El informe anual de la Fundación Carolina, presentado la semana pasada, advierte de que las democracias latinoamericanas atraviesan un proceso de “fatiga” y decepción a causa de la falta de mejoras sociales en un subcontinente que fue la región del mundo más afectada por la pandemia y que afronta una nueva crisis socioeconómica a causa de la creciente competencia geopolítica.</strong></h4> El documento <a href="https://www.fundacioncarolina.es/wp-content/uploads/2022/12/InformeAnual_FC_web.pdf" target="_blank" rel="noopener noreferrer"><strong><em>América Latina: transiciones ¿hacia dónde?</em></strong></a>, elaborado por especialistas de renombre del mundo iberoamericano y editado por <strong>José Antonio Sanahuja, director de Fundación Carolina, y Pablo Stefanoni, jefe de redacción de la revista Nueva Sociedad e investigador asociado de la Fundación Carolina</strong>, aborda la realidad actual latinoamericana y sus procesos socioeconómicos, culturales y políticos “en un momento en el que la región se debate entre la frustración y la esperanza”. El informe intenta responder a la pregunta de <strong>“hacia dónde se dirige América Latina, en un contexto de renovada incertidumbre, especialmente tras la invasión rusa de Ucrania, que ha profundizado fenómenos como la inflación y la crisis energética”,</strong> y en un escenario de “retrocesos en los procesos de integración regional”, de nuevas oleadas migratorias (especialmente venezolana) y de expansión del crimen organizado y de la violencia contra diversas formas de activismo. Según el informe, <strong>“la pandemia de COVID-19 llegó a una América Latina que estaba experimentando amplias transformaciones y que vivía visibles tensiones sociales, unas de larga data, otras más recientes”.</strong> Entre 2019 y 2020, “estas tensiones se expresaron en una nueva ola de protestas que terminarían por incidir en, y en parte redibujar, el mapa político regional”, prosigue el estudio. Aparte, los procesos de reducción de la pobreza, expansión de las clases medias y las expectativas de ascenso social y acceso al consumo “se han visto en gran medida truncados” y, como consecuencia de ello, <strong>“los niveles de confianza interpersonal y en las instituciones siguen siendo muy bajos y los oficialismos se han visto impactados por el voto castigo de los electorados”. </strong> “Como varios de esos Gobiernos se ubicaban desde el centro-derecha hasta la derecha”, ello ha posibilitado un renacer electoral del progresismo, de manera que “<strong>el giro a la derecha, que asomó como posibilidad en 2016, finalmente no se concretó como fenómeno regional y, tras varias victorias en las urnas, hoy el progresismo controla las principales economías de la región</strong>, especialmente tras el triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil en octubre de 2022”. Por si fuera poco, todo este escenario se ha visto complicado por las consecuencias de la guerra de Ucrania. <strong>“Si los desafíos de Donald Trump al orden liberal internacional ya habían provocado varias sacudidas a ese orden, la decisión de Vladímir Putin de invadir a su vecino introdujo nuevos elementos de crisis a una escala global”</strong>, destaca el estudio. En consecuencia, el informe “analiza hacia dónde se dirige América Latina en una coyuntura global de crisis y creciente competencia geopolítica”. <strong>“Tras ser la región del mundo más afectada por la pandemia, América Latina afronta una nueva crisis socioeconómica que encuentra a sus</strong> <strong>democracias ‘fatigadas’ y decepcionadas por la ausencia de mejoras sociales”</strong>, advierte el informe. “Se trata de un descontento que erosiona las hegemonías electorales, y aumenta la volatilidad del voto en un escenario de debilitamiento de las élites políticas”, prosigue. Además, América Latina enfrenta importantes obstáculos para un eventual resurgimiento de su integración. No obstante, según el Informe, <strong>la próxima Cumbre UE-CELAC, enmarcada en la presidencia española del Consejo de la UE del segundo semestre de 2023, “puede brindar la oportunidad de relanzar el diálogo político y la cooperación birregional en materia de cohesión social, cambio productivo, y transición ecológica, y contribuir desde ambos continentes a reimpulsar el multilateralismo”.</strong>