Juan David Latorre
Como ya es tradición todos los años por estas fechas, la Embajada de Polonia reunió a amigos, colegas y colaboradores para compartir con ellos en su sede la alegría y el espíritu de la Navidad. Este año, con su embajadora, Anna Sroka, al frente y todo el equipo de la legación diplomática, no podía ser menos.
Resaltó primeramente la embajadora polaca su apoyo en estas fechas al pueblo ucraniano “en estas fechas todavía más. Tenemos casi tres millones de refugiados, que no van a pasar muy las Navidades porque son mujeres y niños, pues están lejos de sus padres, de sus hermanos, que se han quedado en Ucrania.”
Refiriéndose a las costumbres navideñas de si país, la embajadora Anna Sroka señaló que “en Polonia se come muchísimo, se come sin parar durante tres días, del 24 al 26 de diciembre, acompañados de los padres, abuelos, tíos más o menos lejanos. Son unas fiestas muy familiares, aunque el día 24 siempre tenemos un plato libre, vacío, para una persona que, a lo mejor, no tiene dónde estar ese día y puede tocar la puerta y venir.” También ese día, comentó la embajadora, “invitamos a gente que está sola, vecinos, gente que no tiene familia.”
Entre risas y admiración de los invitados, la embajadora polaca comentó que “tenemos 12 platos y hay que comerse todo… y no es fácil”.
Asistieron al acto los embajadores de Chequia, Eslovaquia y Eslovenia, junto a diversas personalidades que disfrutaron con un extraordinario regalo de la Embajada de Polonia, que consistió en un concierto por parte del pianista Mateusz Mikolajczak, considerado uno de los más prometedores músicos polacos jóvenes, que interpretó románticas piezas de Frédéric Chopin y Franz Liszt, junto a varios villancicos. Para terminar el evento, se pudo disfrutar de un gran surtido de la típica comida polaca de Navidad, y de la agradable y, como siempre, simpática despedida de los integrantes del personal de la Embajada.