<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>A seis meses de los comicios regionales de mayo y a un año de los generales, los extremos marcan el arranque del ciclo electoral. Pedro Sánchez se reafirma en su apuesta por encabezar un frente amplio de izquierdas, desde el populismo de Podemos a los partidos separatistas con el heredero de ETA incluido (Bildu), y descoloca a un Alberto Núñez Feijóo que no acaba de dar con el tono para hacer oposición mientras la extrema derecha de Vox encuentra margen para su recuperación. </strong></h4> La <strong>solidez parlamentaria del Gobierno de coalición socialcomunista y sus aliados independentistas</strong> se confirma en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado por encima de sus divisiones internas, fracasos o chapuzas legislativas como la llamada “ley del sólo sí es sí”. Sánchez asume como propios los proyectos particulares de sus socios y aliados de extrema izquierda o independentistas, del feminismo más radical a las medidas de ruptura de la unidad nacional. <strong>El jefe del Ejecutivo atiende puntualmente desde el Gobierno todos los requerimientos de los partidos que le llevaron al poder</strong> en la moción de censura de 2018 y le mantienen en el Palacio de la Moncloa desde entonces: indultos a los golpistas catalanes, beneficios penitenciarios para los terroristas de ETA, cesión de competencias a los gobiernos autonómicos nacionalistas, persecución de la enseñanza en español en Cataluña o supresión del delito de sedición a la medida de los sediciosos de ERC. Son tantas y de tanto calado las entregas a cuenta del Estado que hace de Sánchez a sus socios que <strong>desbordan la capacidad de la oposición para denunciar y protestar.</strong> Frente al espectáculo del gabinete de coalición y su labor a favor de los intereses de los independentistas, el presidente del PP,<strong> Alberto Núñez Feijóo,</strong> sin escaño en el Congreso, advierte de la deriva anticonstitucional de Sánchez y se propone como alternativa de gobierno. Su mensaje va dirigido al centro derecha, espacio político que se propone unificar en el voto hacia su partido, pero también al electorado socialista más moderado e incómodo ante las cesiones de Sánchez a los independentistas catalanes y vascos. El Partido Popular<strong> pretende recoger un millón de votos socialistas para lograr una victoria amplia frente al sanchismo</strong> en las próximas elecciones generales. Y también que ese vuelco a fin de año quede anticipado en las autonómicas de mayo en regiones clave que hoy tienen gobiernos del PSOE: Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón y la Comunidad Valenciana. Feijóo aspira a levantar así un proyecto mayoritario alrededor del PP, del centro derecha, pero también con desencantados socialistas, frente a la apuesta de Sánchez por un frente amplio de todos los partidos de izquierdas y separatistas. Por eso llama a la responsabilidad de los barones socialistas que critican las cesiones de Sánchez a los independentistas, pero no hacen nada para frenarle. <strong>El principal problema que tiene el jefe de la oposición para encontrar el tono con el que debe desempeñar su función consisten en que Sánchez no juega en el terreno tradicional de la competencia por el centro político</strong> además de rehuir cualquier consenso institucional que sus socios tampoco le consentirían. Feijóo<strong> cuenta con la desventaja de no poder estar cada semana en el Congreso de los Diputados</strong> y tiene que limitar su actividad parlamentaria opositora a hacer alguna pregunta en el Senado (una vez al mes como mucho) al jefe del Ejecutivo. El centro derecha sociológico considera acertado su análisis de la situación política y su denuncia sobre la ruptura de Sánchez con el constitucionalismo del antiguo PSOE. Pero <strong>al presidente del PP le persiguen las dudas sobre la respuesta que da a la amenaza del cambio de régimen y liquidación de la unidad nacional que denuncia</strong>. No quiere exabruptos de sus portavoces para combatir la propaganda gubernamental en su contra ni aparecer de la mano con Vox. El radicalismo de Sánchez y sus socios ha dado oxígeno en las últimas semanas a la extrema derecha, muy a la baja después de su fracaso en las elecciones autonómicas andaluzas y de la salida del partido de su principal figura parlamentaria, Macarena Olona. Sin complejos en la agresividad verbal contra la coalición en el poder, Vox se ha decidido a salir a la calle por su cuenta para marcar distancias con “la tibieza” que ven en la oposición mayoritaria, el PP. <strong>“Nuestro objetivo no es llenar las calles, sino llenar las urnas”, advirtió Feijóo</strong> a los suyos este fin de semana. Su obsesión es ganar las elecciones de mayo antes del mano a mano definitivo de las generales frente a Sánchez. Y para eso quería la foto de los diputados socialistas de media España aprobando el fin del delito de sedición para los separatistas. Cree que los servicios del PSOE a los socios del presidente del Gobierno sembraran las dudas entre el electorado socialista más tradicional y facilitarán el triunfo del PP.