Alvaro Alabart
Embajador de España
La retransmisión de las exequias fúnebres de Isabel II en Londres ha escenificado el uso del soft power del Reino Unido.
Los funerales han mostrado la triple condición de la Reina: jefe de Estado del Reino Unido, gobernadora suprema de la Iglesia Anglicana y cabeza visible de la Commonwealth. Pese a la magnificación desplegada, esta triple condición viene soportando un paulatino desgaste.
Escocia, que había planteado en 2014 un Referéndum de secesión y lo había perdido (55% vs 45%) había indicado su deseo de plantear otro Referéndum en 2023. El Sinn Fein norirlandés, con su triunfo histórico en mayo 2022, podría plantear un Referéndum de reunificación irlandés.
El multiculturalismo en la ceremonia religiosa se explica porque, siendo Papa Benedicto XVII, una Constitución Apostólica había hecho posible el que muchos anglicanos, que no aceptaban la posibilidad de tener mujeres obispo en su Iglesia, se convirtieran al catolicismo, manteniendo su tradición litúrgica.
El Reino Unido ya no es el Impero británico que fue. A partir del Estatuto de Westminster de 1931 y, más tarde, por el proceso de descolonización tras la II GM, se desarrolló una institución económica y cultural, que basaba su cooperación en el pasado vínculo colonial y que reúne hoy a 54 países. Hoy, por una decisión por unanimidad en 2018, Carlos III es la cabeza de la Commonwealth. Por otra parte, si cuando Isabel II accedió al trono en 1952 era la máxima autoridad constitucional en 32 naciones, hoy Carlos III solo lo es en 14 naciones.
Pese al Brexit (2020) y a la caída a mínimos históricos de la libra esterlina, el funeral mostró dos facetas de la genialidad británica: como la televisión primaba a las autoridades británicas frente a los monarcas y jefes de Estado extranjeros y como la ministra principal de Escocia, Nicola Sturgeon, se inclinaba ante el catafalco real y pasaba, a continuación, a entonar el God save the King.
El mundo anglo-sajón volvía a escenificar su unidad, su eficacia y su pompa. ¿Podemos decir lo mismo hoy del mundo iberoamericano?
Algunos presidentes latinoamericanos indigenistas o simplemente progresistas (parecen ser ahora más numerosos que los conservadores) han expresado sus reservas sobre el papel histórico de España en el continente. El toque de corneta inicial lo dio el Presidente de México en 2019, controversia que aún no se ha superado.
Hay algunos datos relevantes de nuestra vinculación con Iberoamérica:
1) En la Conquista de Tenochtitlán (13 de agosto de 1521), los 500 hombres de Hernán Cortés no hubieran podido derrotar a los aztecas si no hubieran contado con la alianza decisiva de totonacas y tlaxcaltecas, deseosos de poner fin cuanto antes al sojuzgamiento de los mexicas. Luego, la protección de las Leyes de Indias al indígena, el que sus lenguas autóctonas fueran preservadas y estudiadas por los misioneros católicos, las universidades y los hospitales integraron a Hispanoamérica en la Civilización Occidental.
2) Si bien es cierto que Bolívar inicialmente concentró sus diatribas contra España, poco a poco comprendió que su sueño de unidad continental se había difuminado por las presiones inglesas. Escribió: “Todo el que sirve a una revolución ara en el mar”. Como recoge el profesor Marcelo Gullo en su libro “Madre Patria” (Espasa, 2021, páginas 314-319) , Bolívar, en 1820, intentó consensuar con Fernando VII una Confederación Hispánica, presidida por una Monarquía Constitucional.
Por otra parte, la profesora venezolana Inés Quintero ha explicado como en Venezuela y Colombia se ha utilizado el ideario del Libertador con fines políticos, por parte de las dos corrientes políticas: la izquierda ha recuperado el ideario bolivariano para ponerlo al servicio de la revolución (Fidel Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Gustavo Petro) mientras que la derecha -fijándose en el precedente del general Juan Vicente Gómez- ha incidido en la necesidad de un gobierno autoritario y personalista como instrumento necesario para la conservación del orden y del progreso.
3) Los países hispanoamericanos independientes no se han significado siempre por su protección al indígena. La Campaña del Desierto del general Roca en Argentina (1876-1879) y la Ocupación de la Araucana (entre 1862 y 1883) en Chile son ejemplos de como tribus autóctonas fueron aniquiladas. Incluso hoy, el subcomandante Moisés, portavoz de los Zapatistas de Chiapas , indicó que, incluso en pleno siglo XXI, es responsabilidad del gobierno mexicano el mejorar la situación actual en Chiapas.
Podríamos aprender de los ingleses y comprender que lo prudente y deseable sería resaltar lo que nos une y no lo que nos puede separar. A nuestro Rey no se le ha tratado con la suficiente elegancia en las últimas tres tomas de posesión iberoamericanas (Perú, Chile y Colombia). Menos mal que Puerto Rico estuvo a la altura. Y, conociendo a los brasileños, seguro que el futuro Presidente de Brasil lo estará. Porque lo crucial no es lo que pasó hace 500 años -y ya Vasconcelos habló del hombre nuevo americano- sino lo que hagamos juntos hoy, en que nuestro idioma común ya es hablado por 600 millones de personas en el mundo y en que se nos identifica con una idiosincrasia particular alejada de los estereotipos de las grandes potencias de nuestro tiempo.
Y dentro de nuestra familia iberoamericana -México tiene una importancia especial-. Sus 125 millones de habitantes, el ser la segunda potencia latinoamericana y sus 3.000 kilómetros de frontera con los Estados Unidos así lo avalan.
Ya España se reconcilió una vez con México, en 1977. Ese 28 de marzo, cuando Marcelino Oreja y Santiago Roel firmaron los documentos oficiales de la reanudación de las relaciones diplomáticas en París, en la ciudad de México (Distrito Federal) personas de toda condición llegaron al domicilio del hoy embajador de España Amaro González de Mesa, para brindar por la tan ansiada noticia. En esto llegó el mítico Pedro Vargas y entonó -cambiando algunas palabras- el “volver, volver y volver a España otra vez” (libro “Esto no es histórico, es verdad” Amaro González de Mesa- Editorial Dossoles, 2000, página 133).
Ahora se precisa una segunda reconciliación. Podríamos , tal vez, seguir el ejemplo de Nixon y Kissinger, que pusieron fin al distanciamiento entre Estados Unidos y China desde 1949. Por ello, China invitó a un equipo de ping-pong norteamericano a visitar y jugar en China en abril de 1971. En Julio, Kissinger se reunió secretamente con Zhou En-lai en Pekín y, en febrero de 1972, Nixon firmaba el Comunicado de Shanghai, tras ver a Mao Zedong. Ese deshielo modificó la geopolítica mundial de entonces.
Hoy, recordando que , en 1991, Felipe González y el Presidente de México Carlos Salinas de Gortari inauguraron las Cumbres iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno, necesitamos más que nunca una voz de unidad de la gran familia Iberoamericana. La próxima cita tendrá lugar en República Dominicana, en Marzo de 2023. Aprendamos de la lección de unidad y majestuosidad que nos han dado -hace pocas semanas- los anglo-sajones del Reino Unido.
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