Eduardo González
En 1933, el régimen de Stalin decidió interrumpir la publicación de las obras completas de Karl Marx y Friedrich Engels. El parón se produjo precisamente cuando se iba a publicar un pequeño y desconocido texto de Marx sobre la diplomacia europea en el siglo XVIII en el que se exponía una historia de la Rusia zarista que, sorprendentemente, no coincidía con el canon oficial establecido por el estalinismo.
Entre agosto de 1856 y abril de 1857, Marx escribió por entregas una serie de artículos en el periódico londinense The Free Press en los que, a partir de cartas y panfletos procedentes de la Biblioteca Británica, analizaba la pérdida de la hegemonía del Reino Unido en el Báltico en favor de Rusia.
En los artículos, posteriormente recopilados en el libro Revelaciones sobre la historia de la diplomacia en el siglo XVIII, Marx revelaba que los propios diplomáticos británicos estaban muy sorprendidos por la forma en que su país, sin ningún pudor, violaba sistemáticamente los tratados firmados con sus aliados. Un ejemplo de ello fue el incumplimiento unilateral de los tratados con Suecia en favor de un enemigo común de ambos países, Rusia, que gracias a ello logró imponerse como potencia hegemónica en el Báltico.
Probablemente Stalin no hubiera tenido ningún problema hasta este punto del relato, pero las cosas se complicaron con el polémico capítulo quinto del libro, en el que Marx intentaba explicar cómo “ese fantasma de poder” que era la Rusia zarista había sido capaz de alcanzar tales dimensiones y convertirse en una obsesión para las Cortes europeas.
El punto de partida de Marx era sencillo: la Rusia (más exactamente, el Principado de Moscovia) que logró liberarse en el siglo XV de la dominación de los mogoles había aprendido de sus anteriores tiranos -a quienes había servido “representando el papel tradicional del esclavo que actúa como un señor”- la forma de someter bajo su yugo a los demás pueblos rusos, para después extenderse hacia el Báltico y el Pacífico.
La estrategia, aprendida de la “abyecta escuela de la esclavitud mogol” y que habían continuado tanto los príncipes de Moscovia como los zares rusos -con especial atención a Iván III y Pedro el Grande-, consistía en “ganar en poderío mediante el empleo fraudulento de la fuerza enemiga, debilitar esta fuerza al propio tiempo que se servía de ella y, finalmente, destruirla después de haberla utilizado como instrumento”.
En 1931, Stalin decidió dar una nueva vuelta de tuerca a su política de propaganda instaurando una nueva historia mistificada de Rusia en la que se exaltaba nada menos que “el progresismo” de las políticas del Zarismo y el papel mesiánico del pueblo ruso representado por las conquistas imperiales de sus zares en Europa y Extremo Oriente.
Como no podía ser menos, Stalin prohibió la publicación del libro, a pesar de que la propia hija de Marx, Eleanor, lo había suavizado en 1899 para despojarlo de “rusofobia”. El libro fue publicado por primera vez en español en 1979 por la editorial La banda de Moebius.