<h6><strong>Luis Ayllón</strong></h6> <h4><strong>La dimisión del primer ministro británico, Boris Johnson, supondrá un nuevo frenazo en la marcha de las negociaciones entre la Comisión Europea y el Reino Unido para lograr un acuerdo sobre el futuro de Gibraltar tras el Brexit, según consideran fuentes solventes consultadas por<em> The Diplomat</em>.</strong></h4> Aunque, por el momento, <strong>sigue convocada para mediados de esta semana, en Bruselas, una nueva reunión</strong> -la novena de la ronda negociadora- entre las delegaciones comunitaria y británica, <strong>no se espera que, de llegar a celebrarse, sirva para lograr algún avance concreto.</strong> Como ha sucedido en otras ocasiones, días antes de cada negociación,<strong> españoles y británicos se reunieron la pasada semana en Madrid</strong> para estudiar <strong>posibles avances de carácter técnico</strong>. En la delegación del Reino Unido se integraron <strong>el ministro principal gibraltareño, Fabian Picardo; y el viceministro principal, Joseph García,</strong> en un afán por impulsar algunos de los asuntos que se encuentran empantanados, pero el encuentro coincidió con la<strong> explosión de la crisis en el Gobierno británico</strong> y no se conoce que haya habido ningún avance. <strong>Las autoridades gibraltareñas confían en que no haya retrasos</strong> y, quizás por ello, Picardo emitió un comunicado señalando que su gobierno “sigue plenamente comprometido con la consecución de un tratado para Gibraltar en consonancia con el Acuerdo de Nochevieja y, trabajando estrechamente con el Reino Unido, no escatimará ningún esfuerzo para lograrlo". <strong>Las esperanzas de los gibraltareños tropiezan ahora con la falta de liderazgo en Londres</strong>, ya que parece que Johnson, en el tiempo que aún permanezca en Downing Street, vaya a tener entre sus prioridades tomar decisiones sobre Gibraltar. Además, la negociación puede verse afectada, si la cuestión gibraltareña, lo mismo que la de Irlanda del Norte, es utilizada por los posibles candidatos a suceder a Johnson, con fines electorales, envolviéndose en planteamientos de carácter nacionalista. La consecuencia del proceso político que se acaba de abrir en el Reino Unido y que puede prolongarse casi hasta final de año, es que<strong> Gibraltar permanecerá en esa situación de incertidumbre que no agrada a la mayoría de los gibraltareños y que, al propio tiempo, empieza a resultar molesta para el Gobierno español.</strong> Por el Acuerdo de Nochevieja, alcanzado por Madrid y Londres el 31 de diciembre, el Gobierno español adoptó una política de tolerancia en cuanto a la aplicación a Gibraltar de las mismas medidas que se aplican a países que no forman parte de la Unión Europea ni del Espació Schengen, incluido el resto del Reino Unido. <strong>La intención era que se tratara de un periodo transitorio de seis meses, pero se ha convertido ya en año y medio,</strong> un tiempo en el que algunas de esas medidas han comenzado a ser aplicadas, la última el fin de la asistencia gratuita en la sanidad española a los gibraltareños desde el pasado 30 de junio. No obstante, la principal medida, la que afecta a la<strong> libre circulación de personas, sigue sin ser aplicada a los residentes gibraltareños</strong>, una situación que algunos países que no forman parte del espacio Schengen consideran que es discriminatoria para sus nacionales a quienes se exige pasaporte para poder entrar en España y en la Unión Europea. <strong>El Gobierno español estudia, en estos momentos, qué hacer en cuanto a la aplicación de los controles en la Verja,</strong> si prorrogar la actual excepción, posiblemente durante otros seis meses o empezar a tratar a los gibraltareños como a cualquier otro extracomunitario. De optar por esto último, se da por seguro que se formarían grandes colas para atravesar el paso fronterizo, ya que las Fuerzas de Seguridad españolas tendrían que dedicar mucho más tiempo a pedir la documentación a quienes cruzan la verja y a revisar los vehículos. Se volvería así a i<strong>mágenes de largas colas</strong> que es una de las situaciones más temidas por los gibraltareños. El pasado mes de febrero, <strong>el Gobierno del Peñón ya advirtió a sus ciudadanos de que debían estar preparados para la posibilidad de que Londres y Bruselas no llegaran a un acuerdo sobre el futuro de la colonia, y dibujaba ese escenario de largas colas en la Verj</strong>a, donde tendrían que presentar sus pasaportes, tanto los españoles que pasan a trabajar a Gibraltar, como los gibraltareños que quieren ir a España, donde muchos de ellos tienen su segunda residencia. En cualquier caso, no ha habido, en los meses que llevamos de año, grandes avances en la negociación entre el Reino Unido y la Comisión Europea, aunque en mayo, <strong>el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, dijo "hay textos concretos sobre la mesa"</strong> y expresó su confianza en pronto una redacción con soluciones concretas para los puntos importantes. Según fuentes conocedoras de la negociación, habría acuerdo sobre el 90 por ciento de los aproximadamente 300 artículos que componen el documento que se pretende aprobar, pero sigue habiendo escollos sensibles en lo relativo al ejercicio de los controles Schengen en el puerto y el aeropuerto de Gibraltar. España no renuncia a que sus Fuerzas de Seguridad ejerzan ese control, aunque acepta que durante los primero cuatro años estén asistidas por agentes de Frontex y Reino Unido quiere precisar muy bien donde estarán quienes hagan esos controles, para que no se entienda como una dejación de soberanía.