<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Paralizado, dividido y sin el apoyo de los independentistas catalanes que fueron fundamentales en 2018 para llegar al poder, el Gobierno de Pedro Sánchez se ve sumido en una crisis de convivencia que amenaza la legislatura. </strong></h4> El sector comunista del gabinete (Podemos) y los aliados separatistas exigen la cabeza de <strong>la ministra de Defensa, Margarita Robles,</strong> pero el jefe del Ejecutivo no puede entregarla. Se trata de la figura de su equipo ministerial más homologable en términos occidentales y atlantistas y resulta que <strong>la cumbre de la OTAN se reúne en Madrid a finales de junio.</strong> A la<strong> ofensiva del independentismo catalán</strong> agarrado al caso Pegasus (el espionaje a sus principales dirigentes) para reactivar su causa, se ha sumado la peculiar respuesta de la Presidencia del Gobierno: difundir que Sánchez y algunos ministros también han sido vigilados con el mismo sistema desde “el extranjero”. <strong>El propio Ejecutivo pone en cuestión la labor del Centro Nacional de Inteligencia</strong>, los separatistas se escandalizan porque los servicios de inteligencia se apliquen en cumplir con sus obligaciones: vigilar sus planes y operaciones contra la integridad de España. Y a ese panorama se suma el espectáculo de los miembros del Consejo de Ministros se pelean para eludir responsabilidades mientras su jefe sostiene que no sabía nada. <strong>La oposición denuncia el caos</strong> en que vive el Gobierno desde que apareció Pegasus, pero <strong>sin acabar de creerse que la ruptura de relaciones anunciada por el presidente de la Generalitat catalana, Pere Aragonés, con el Ejecutivo socialcomunista lleve a Sánchez a dar por terminada la legislatura</strong> y convocar elecciones. Al menos hasta fin de año. Las grandes citas que tienen en cuenta en el Palacio de la Moncloa para intentar mejorar la imagen internacional de su actual inquilino y reflotar su figura ante la opinión pública son precisamente <strong>la cumbre la OTAN que acogerá Madrid los días 29 y 30 de este mes de junio y la presidencia por turno de la Unión Europea</strong> que corresponde a España justo un año después,<strong> en el segundo semestre de 2023.</strong> Salvo que Sánchez adelante los próximos comicios, las actuales Cortes terminan su mandato en año y medio (en noviembre de 2023) y los españoles serán llamados a las urnas en diciembre, cuando concluye la presidencia europea. <strong>La disidencia interna</strong> en el gabinete de coalición entre el sector sanchista y el de origen podemita, generalizado ya ante cualquier asunto,<strong> se une al desmarque de los independentistas</strong> para poner en peligro el plan del presidente del Gobierno para completar la legislatura. Los de Podemos han comprobado que pueden ir por libre y marcar su propia línea política en contra del sector del PSOE, sea por el Sáhara o contra el CNI, sin que peligren en sus puestos. Mantienen sueldos y subvenciones mientras, al mismo tiempo, hacen oposición para cuidar a sus bases. El caso de ERC, el partido de Aragonés, es ahora el de máxima preocupación para Sánchez. Sus 13 diputados son vitales para sacar en el Congreso cualquier proyecto adelante. Fueron decisivos en la moción de censura contra Mariano Rajoy que llevó al poder al actual jefe del Ejecutivo en 2018, y después para formar el conglomerado de extrema izquierda que facilitó la investidura del socialista en 2019. El presidente del Gobierno indultó después a los dirigentes separatistas encarcelados por sedición y malversación además de abrir nuevas vías de favores financieros y de competencias para la Generalitat controlada por ERC. Pero los nacionalistas siempre quieren más y ahora piden la cabeza de Margarita Robles y explicaciones públicas por el caso del espionaje sufrido por el propio Aragonés. <strong>Sánchez se ve obligado a aplacar al presidente autonómico con urgencia, ganar tiempo con los independentistas y frenar a sus ministros, del PSOE y de Podemos, que tienen el punto de mira puesto en Margarita Robles</strong>. El presidente del Gobierno será en junio el anfitrión más peculiar que puede tener la OTAN en este momento de la guerra con Ucrania, con cinco ministros comunistas y antiatlantistas dentro de su gabinete y respaldado desde fuera por un movimiento separatista catalán de oscuras relaciones con Putin. Robles es organizadora clave de la cumbre, como titular de Defensa y también como responsable de la seguridad de la misma al tener bajo su control directo el Centro Nacional de Inteligencia.