<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>La sede de la Casa de América de Madrid acogió el pasado miércoles la presentación de un informe sobre el papel desempeñado hasta la fecha por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) en el desarrollo de las Cumbres Iberoamericanas.</strong></h4> El informe, titulado <em>La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura y las Cumbres Iberoamericanas de jefes y jefas de Estado y de Gobierno</em>, analiza el papel que ha tenido este organismo internacional en el desarrollo de estos encuentros de alto nivel coordinados por la SEGIB, con especial mención a los “programas cumbre” dedicados a la educación, la ciencia y la cultura de la región. El estudio fue <strong>realizado por la investigadora Érika Rodríguez Pinzón y en su presentación participaron el secretario general de la OEI, Mariano Jabonero; el director de Casa de América, Enrique Ojeda; y el director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), Antón Leis.</strong> <strong> </strong> Según <strong>Mariano Jabonero</strong>, aunque “la actividad de la OEI no se limita al ámbito político y programático de las cumbres”, sus áreas de trabajo -educación, ciencia y cultura- “constituyen el espacio más estable de la cooperación iberoamericana, lo que justifica su compromiso con los programas más emblemáticos que han nacido en las cumbres”. Asimismo, Jabonero afirmó que la región tiene dos retos que se deben trabajar conjuntamente: “el cambio climático y la transformación digital”. Por su parte, <strong>Antón Leis</strong> destacó que la cooperación española ha estado y estará siempre en América Latina porque “tenemos que evitar nuevas crisis y que no se produzca una crisis de la democracia y de las instituciones”. De acuerdo con la investigadora <strong>Érika Rodríguez</strong>, la característica de la cooperación iberoamericana radica en que “los proyectos echan a andar solos” porque “se propicia su apropiación más allá de la vida institucional”. El reto está, según Rodríguez, “en poder medir el impacto de los programas”, algo en lo que la OEI ha sido pionera incluso antes de la implementación de la Agenda 2030. El estudio analiza <strong>el papel determinante de la educación, la ciencia y la cultura y, por tanto, de la OEI, en las agendas propuestas en todas las cumbres iberoamericanas, desde la primera, en 1991, en Guadalajara, México, hasta la última en Andorra la Vella, en 2021</strong>. Por ello, el análisis desglosa la veintena de programas emblemáticos aprobados en estos encuentros -los “programas cumbre”-, con especial foco en aquellos en los que la OEI ha tenido un nivel de intervención destacable por su naturaleza educativa, científica y cultural. Asimismo, detalla los principales logros obtenidos desde su puesta en marcha. Así, <strong>en el campo educativo</strong>, destacan los programas de alfabetización a lo largo de la vida, desarrollados junto a la SEGIB; el programa Metas Educativas 2021 a la Agenda 2030, aprobado en la cumbre de Mar del Plata, Argentina, de 2010, y por el cual la OEI desarrolló todo un sistema de evaluación y seguimiento de estas metas y de su consecución; los programas de movilidad internacional en materia de educación superior y ciencia, impulsados por la OEI y respaldados por los mandatarios iberoamericanos en las cumbres; o la estrategia Universidad Iberoamérica 2030, que pretende avanzar en la construcción de un espacio común de educación superior e investigación, tomando como bastión el enorme potencial de compartir dos lenguas como el español y portugués. En lo <strong>cultural,</strong> el informe subraya el papel de la Carta Cultural Iberoamericana, el primer documento regional que, a nivel político e institucional, reconoce el valor de la cultura como pilar indispensable para el desarrollo social y económico de Iberoamérica. La carta fue adoptada en la XVI Cumbre Iberoamericana de Montevideo de 2006 y desde entonces ha impulsado las políticas nacionales para el fortalecimiento de este sector, en una región que se perfila como “potencia cultural” y donde se generan alrededor de dos millones de puestos de empleo que representan entre el 2 % y el 4 % del PIB regional.