<h6><strong>Ángel Collado </strong></h6> <h4><strong>La crisis económica y el cambio de presidente en el PP han dado un vuelco al panorama político nacional con un jefe del Gobierno a la defensiva, metido en otra campaña de imagen, y un nuevo jefe de la oposición que intenta tomar la iniciativa para buscar apoyos o el visto bueno del mundo empresarial y de los sindicatos.</strong></h4> <strong>Pedro Sánchez</strong>, en horas bajas según todas las encuestas, vuelve a las televisiones menos amigas para relanzarse y p<strong>romociona una segunda “operación sonrisa”</strong> con un decreto para poner fin al uso obligatorio de las mascarillas en interiores. Al mismo tiempo, <strong>Alberto Núñez Feijóo se entrevistará con los agentes sociales</strong> para presentarse y, de paso, dejar en evidencia a un Ejecutivo bloqueado que huye de los grandes acuerdos de Estado pese a la gravedad de la situación económica con una inflación desbocada al borde de los dos dígitos. Después de <strong>diez días de sondeos adversos de todas las empresas privadas rematado por el CIS oficialista menos favorable de la legislatura</strong>, Sánchez reaparece después de sus vacaciones de Semana Santa. Será entrevistado para arrancar semana en un medio ajeno al conglomerado más gubernamental como es <em>Antena3</em>. Es un hecho novedoso que confirma la<strong> preocupación del Ejecutivo ante el deterioro de su imagen y el retroceso en intención de voto</strong> registrado por el PSOE en las últimas semanas, por detrás del PP en todas las encuestas. El presidente del Gobierno rehúye por sistema las comparecencias en las Cortes sobre cualquier crisis que le pueda ocasionar algún desgaste o dejar evidencia de su debilidad parlamentaria. En el último debate en el Congreso llegó a mezclar la presentación de su decreto de respuesta a la escalada de los precios de la energía con la ruptura del consenso sobre el Sáhara en una misma sesión con tal de no dar explicaciones específicas sobre su giro en la política exterior. <strong>Sánchez ha eludido la tradicional convocatoria del debate sobre el estado de la Nación en el Congreso desde que llegó al poder en junio de 2018</strong> y el que había anunciado para este año sigue sin tener fecha. Siempre tendente a representar un papel más presidencialista que el propio de jefe del Ejecutivo, Sánchez tiene la misma aversión a las conferencias de prensa que a la vida parlamentaria. Prefiere las solemnes comparecencias en el Palacio de La Moncloa, sin preguntas de los periodistas. Frente a esos hábitos, el presidente del Gobierno <strong>arranca su ofensiva de imagen con entrevista matutina</strong>, preguntas incluidas, <strong>y con noticia optimista por delante como novedad</strong>. El Consejo de Ministros aprobará a continuación el decreto que <strong>liberará a los ciudadanos de la obligación de llevar mascarilla en espacios interiores.</strong> El plan original era dar ese paso en marzo, siempre a rebufo de las decisiones de los demás países europeos, pero la incidencia del virus tampoco acababa de bajar y el Gobierno prefirió esperar a que pasara la Semana Santa. El precedente de la anterior operación de imagen del Gobierno en la materia fue todo un fiasco. <strong>La ministra de Sanidad, Carolina Darias</strong>, se lanzó la última semana de junio del pasado año a dar a los españoles la buena nueva vacacional. “Las mascarillas dejan paso a las sonrisas”, dijo después del Consejo de Ministros. Después del verano llegó la sexta ola. En paralelo a la ofensiva de presencia pública de Sánchez, lo que ha diseñado el jefe de la oposición, <strong>Alberto Núñez Feijóo</strong>, es una toma de posiciones en el mundo económico. Convencido de que el factor económico es el decisivo en el futuro inmediato de los ciudadanos y el que decidirá las próximas elecciones, el nuevo presidente del PP <strong>se reúne este martes con los máximos dirigentes de las organizaciones empresariales, CEOE y Cepyme, y los secretarios generales de los sindicatos Comisiones Obreras y UGT.</strong> Feijóo <strong>toma así la iniciativa con el objetivo de enriquecer su propuesta de alternativa fiscal y económica</strong> ante la inacción y “la política de parches” que denuncia ver en el Ejecutivo. Es la respuesta que el sucesor de Casado presentará la próxima semana frente al decreto de Sánchez en la materia que tiene que ser convalidado en el Congreso antes de fin de mes. Las citas del presidente del PP van más allá de lo protocolario.<strong> Pretenden esbozar una política de Estado frente al enroque de Sánchez, recordar lo que fueron los pactos de La Moncloa</strong> en la etapa de la Transición. El Gobierno de Adolfo Suárez propició entonces, en 1977, un gran acuerdo general con sindicatos, patronales y partidos para hacer frente a la crisis económica de la época y que tenía entre sus puntos fundamentales medidas para frenar una inflación desbocada que amenazaba con llevar a la ruina a España. A la iniciativa del Gobierno de centroderecha de la época, UCD, se sumaron todas las formaciones con representación parlamentaria, desde el PSOE y el PCE hasta Alianza Popular y los nacionalistas catalanes y vascos. Ahora S<strong>ánchez sólo quiere un pacto que llama “de rentas”</strong> entre agentes sociales, no con la oposición, mientras que <strong>Feijóo pone el ejemplo de aquellos acuerdos más amplios de La Moncloa.</strong>