<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><span style="font-weight: 400;"><strong>Solo en su giro promarroquí y cerrado a los pactos de Estado para hacer frente a la crisis económica, Pedro Sánchez se enroca en el poder con unos socios que hacen de oposición interna y un nuevo Partido Popular, el que preside Alberto Núñez Feijóo, que vuelve a ser primero en las encuestas.</strong> </span></h4> <span style="font-weight: 400;">La pasada semana, en apenas tres días, el presidente del Gobierno despejó todas las dudas y las <strong>escasas expectativas sobre cualquier cambio en su línea política</strong> pese a la amenaza de la recesión y la debilidad parlamentaria de su gabinete.</span> <span style="font-weight: 400;">A falta de mayorías sólidas, más decretos y campañas de imagen. Sin buscar consenso ni para la política exterior, y menos para bajar impuestos como admitió solo dos semanas antes, l<strong>a primera entrevista entre el jefe del Ejecutivo y el nuevo presidente de los populares se agotó en el puro protocolo.</strong></span> <span style="font-weight: 400;">Sánchez solo requiere del principal partido de la oposición que se avenga a un reparto por cuotas del Consejo General del Poder Judicial que le permita aplicar en el órgano de gobierno de los jueces la mayoría Frankestein (PSOE, la extrema izquierda de Podemos y los partidos nacionalistas e independentistas) que le llevó al poder.</span> <span style="font-weight: 400;"><strong>En el Palacio de la Moncloa mantienen al pie de la letra el mismo guion de exigencias aplicado al PP cuando estaba Pablo Casado</strong>: apoyo incondicional a las decisiones fundamentales del Ejecutivo dictadas por decreto y cese en las labores de control y denuncia, sobre todo por el reparto de los fondos europeos. </span> <span style="font-weight: 400;">Si Feijóo no se pliega, será castigado desde todos los medios gubernamentales a ser considerado de extrema derecha, vivir pendiente de Vox y situarse fuera de la Constitución. La maquinaria sanchista ya se ha puesto en marcha, aunque el sucesor de Casado muestre su disposición a retomar las conversaciones para la renovación del CGPJ y califique de “broma” el empeño del socialista en marcarle su política de pactos.</span> <span style="font-weight: 400;">En el PP siguen sin dar crédito a que el jefe del Ejecutivo que tiene cinco ministros comunistas en su gabinete y gobierna con toda la extrema izquierda más los grupos independentistas, golpistas y herederos de ETA representados en el Parlamento pueda dar lecciones y carnés de centrismo o moderación, además de prohibir a los populares pactar con Vox.</span> <span style="font-weight: 400;">Y si las exigencias y la actitud de Sánchez hacia el principal partido de la oposición siguen una línea muy parecida a la anterior, tampoco hay cambios en el régimen interno de la coalición de Gobierno. <strong>Podemos disiente y vota en el Congreso en contra del giro promarroquí de Sánchez</strong> igual que el resto de los partidos representados en la Cámara sin más excepción que el PSOE: 120 diputados de los 350 que la componen.</span> <span style="font-weight: 400;">El jefe del Ejecutivo califica de “hito histórico” recuperar las relaciones con Marruecos de antes de su bandazo proargelino del año pasado, cuando acogió en España al jefe del Frente Polisario, Brahim Gali, para disgusto de Mohamed VI, consiguientes asaltos de inmigrantes a la valla fronteriza de Melilla y retirada del embajador.</span> <span style="font-weight: 400;"><strong>Sánchez ha despachado esa ruptura del consenso en la política española sin más autocrítica que la de no informar al principal partido de la oposición</strong> y sin comentar siquiera su falta de autoridad interna en un gabinete de coalición donde una parte de sus miembros se pronuncia y vota en contra de las decisiones del jefe. Pero <strong>ni los disidentes dimiten de sus cargos ni el único responsable de nombrar y destituir ministros puede echarlos</strong> porque los necesita a su vez para seguir en el cargo.</span> <span style="font-weight: 400;">Frente al habitual movimiento de enrocarse frente a los problemas que aplica Sánchez al cerrarse a los pactos con la oposición y admitir la disidencia interna, l<strong>as encuestas de opinión empiezan a registrar cambios en la opinión pública este mes de abril. </strong></span> <span style="font-weight: 400;">Con la tardía y escasa respuesta de Sánchez a la crisis e</span><span style="font-weight: 400;">conómica que ya está en la calle con la inflación, el espectáculo de desunión del gabinete y el cambio de presidente en el PP, los sondeos se han dado la vuelta. <strong>El Partido Popular figura en primera posición, como antes de que Pablo Casado dilapidara la ventaja del triunfo de Isabel Díaz Ayuso</strong> en las elecciones autonómicas de Madrid en mayo pasado.</span> <span style="font-weight: 400;">Las dos principales empresas privadas del sector,<strong> GAD-3 y Metroscopia, coinciden</strong> en otorgar una ventaja al PP en intención de voto de 3 o 4 puntos sobre un PSOE a la baja, igual que Podemos. Y hasta el extremo de que la actual coalición de izquierdas en el poder, ahora con 155 escaños, se quedaría entre los 122 y los 128 escaños, igual que el PP a solas. <strong>Vox, que frena su ascenso, pero sigue con más de 50 diputados, daría la mayoría absoluta a la derecha.</strong></span> <span style="font-weight: 400;">En apenas un mes, <strong>entre la crisis económica y el rearme de la oposición con la llegada de Feijóo, la situación política registra unos cambios que contrastan con un inmovilismo de Sánchez</strong> que incluye hasta el manido argumentario contra la oposición.</span>