Claudia Luna Palencia
Periodista
La guerra de Putin lleva más de un mes desangrando a una nación que lucha por su soberanía, su integridad territorial aunque las consecuencias ya afectan el bolsillo de millones de consumidores globales.
A la reunión extraordinaria de la OTAN llegó un mensaje bastante estudiado por el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, con una participación in streaming en la que volvió a advertir que “Rusia no parará en Ucrania”. La Alianza tomó la decisión de enviar más batallones –cuatro más– para reforzar a Polonia, Rumanía, Hungría y Eslovaquia. Ya hay 100 mil soldados estadunidenses en Europa del Este y 40 mil soldados de la OTAN.
Todo ha cambiado con la invasión hay un revulsivo en los cimientos más tradicionales desde el final de la Segunda Guerra Mundial: Suecia, Dinamarca y Finlandia han dejado su neutralidad con el envío de armas a Ucrania y otro país neutral como Suiza ha salido de su zona de confort sumándose a las sanciones contra Rusia.
Si a finales de 2019, Emmanuel Macron, declaró a The Economist que la OTAN estaba experimentando “una muerte cerebral”, vilipendiado el presidente francés y los demás aliados por la agresividad verbal y la guerra de reproches del entonces presidente norteamericano, Donald Trump; la tropelía rusa en Ucrania ha inyectado adrenalina pura a una OTAN que en la pasada cumbre extraordinaria anunció más gasto militar y un mayor compromiso de todos sus miembros por incrementar su defensa como porcentaje del PIB.
En seis meses, el noruego, Jens Stoltenberg, debía abandonar su cargo al frente de la Alianza Trasatlántica pero los socios de los países aliados han decidido dejarlo hasta septiembre de 2023.
«Cuando afrontamos la mayor crisis de seguridad en una generación, estamos unidos para mantener nuestra Alianza fuerte y a nuestra ciudadanía segura. Estaremos a salvo mientras permanezcamos unidos”, declaró Stoltenberg.
La OTAN refrendó su política de puertas abiertas y lanzó a China la petición de sumarse a la presión de Occidente para que Rusia deponga las armas al tiempo que, aconsejó a Beijing, contribuir a que el conflicto termine por la vía pacífica y pidió al gobierno de Xi Jinping no financiar la guerra de Putin, ni con ayuda económica, ni militar.
La Alianza acordó el reforzamiento de la ayuda a Georgia y Bosnia-Herzegovina que están en la misma situación que Ucrania, no son miembros de la OTAN y en las últimas semanas han visto su vulnerabilidad.
Ya se cumplió más de un mes de la invasión, la OTAN sigue diciendo que no participará directamente porque “traería un mayor sufrimiento”. Y ha vuelto a reiterar a Zelenski que solo recibirá más equipo, armamento militar y también apoyo logístico cibernético así como material y equipo ante la posibilidad de ataques rusos químicos, biológicos o nucleares. Zelenski denunció ante la OTAN que Rusia está usando bombas de fósforo contra la población.
Desde hace varios días, el propio presidente Joe Biden, ha insistido en la posibilidad de que Rusia utilice armamento químico o biológico contra la población ucrania con el pretexto del Kremlin de encontrar laboratorios norteamericanos en suelo de Ucrania.
A su llegada a la OTAN, el premier británico, Boris Johnson, señaló que el mandatario ruso ya ha cruzado la línea roja hacia la barbarie y dio a conocer que enviará 6 mil misiles más a Ucrania y sanciones inminentes contra 65 objetivos –personas físicas, morales y oligarcas– en Reino Unido entre éstos la hijastra del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
A su vez, Biden arribó a Europa, con la acusación formal del Departamento de Estado, de que las tropas rusas al mando del dictador Putin han cometido crímenes de guerra en Ucrania.
La Unión Americana se suma a más de 40 países que han acusado a Putin ante la Corte Penal Internacional (CPI, por sus siglas en inglés) se da el hecho de que ni Rusia, ni Ucrania, ni EU forman parte del CPI.
“Hoy puedo anunciar que, basándonos en la información actualmente disponible, el gobierno de Estados Unidos entiende que miembros de las fuerzas rusas han cometido crímenes de guerra en Ucrania”, de acuerdo con un comunicado del Departamento de Estado de EU.
Paradojas de la vida, en septiembre de 2020, el entonces mandatario Trump anunció una serie de sanciones contra altos funcionarios de la Corte Penal Internacional con la finalidad de frenar las investigaciones contra las fuerzas armadas norteamericanas por su actuación en Afganistán.
Un asedio feroz
En Bruselas fluye la diplomacia como nunca antes. A 2 mil 851.2 kilómetros acontece una destrucción sistemática y deliberada de Mariúpol, la ciudad en Ucrania conocida como la capital del acero –por su potente industria metalúrgica– y que resiste en ruinas ante los intensos bombardeos de la artillería rusa.
El pasado domingo 20 de marzo, el dictador Vladimir Putin, puso hora a la rendición de la ciudad: a la mañana siguiente antes de las doce del día. Una petición rechazada en caliente por Zelenski.
El clima geopolítico está enrarecido desde que la invasión rusa se consumó hace más de un mes (madrugada del 23 al 24 de febrero) en territorio ucranio. El tablero se ha teñido de rojo con varios de sus jugadores moviendo sus piezas.
A Putin ya no le salen las cuentas con los días de combate: la resistencia ucrania ha roto sus planes iniciales, una toma rápida de Kiev y la rendición del resto de la nación. Zelenski se muestra desafiante ante él, pidiendo una y otra vez, que los aliados de la OTAN establezcan una zona de exclusión aérea en su territorio.
Conforme la presión puede con los nervios, la retórica del Kremlin vuelve a reiterar la posibilidad nuclear “si se da una amenaza existencial”. El propio Putin ordenó a Defensa poner en alerta disuasoria su arsenal nuclear; su ministro Lavrov ha venido jugando al despiste de si llegarían a usarlo o no. Y Dmitry Peskov, secretario de Prensa del Kremlin, declaró ante la cadena norteamericana CNN, que su país contempla esta posibilidad.
Ni la propia CIA sabe cuál es el punto crítico para Putin dentro de la ocupación que está llevando a cabo, sus líneas rojas entre el número de bajas y los días de asedio, más la cascada de sanciones en su contra impuestas por Occidente para ejercer presión a fin de obligar al desalojo militar. Nadie sabe cuál es el deadline y cuáles son las verdaderas intenciones de Putin hacia Ucrania dado que juega al desconcierto.
Hace unos días, en el asedio de Mariúpol cayó el quinto general ruso en combate: Andry Mordvichev tiroteado por un francotirador. Se trata de una serie de bajas estratégicas inquietantes para un Putin decidido a ir hasta el final en su “operación” en Ucrania. En el puerto de Berdiansk, hace días ardió Orsk, un barco de transporte militar ruso, destruido por fuerzas ucranias cerca del Mar de Azov.
Putin nervioso ha decidido llevar una purga entre sus colaboradores más cercanos y redoblar la seguridad personal. Hay movimiento entre su personal más cercano con la renuncia de Anatoly Chubais, asesor de Putin y enviado especial del Kremlin para las relaciones con las organizaciones internacionales para el desarrollo sostenible. Él se encuentra exiliado con su familia en Turquía.
La presión aumenta. Las calles de varias ciudades rusas continúan con las protestas exigiendo el cese de los bombardeos, las masas acuden desafiantes ante las propias leyes, las multas y las amenazas de cárcel por protestar.
A Putin, el gran orquestador se le ve poco. En cambio, Zelenski resiste la lucha contra Goliath, convertido en héroe del siglo XXI capaz de dominar todas las áreas de la comunicación y del lenguaje viral que tanto consumen las redes sociales. A Putin se le observa arisco y enrocado, a Zelenski visitando heridos en los hospitales, imponiendo medallas de honor a sus militares y mostrando músculo de resistencia.
El mandatario ucranio continúa con sus apariciones in streaming solicitando a los parlamentarios de diversos países más ayuda y solidaridad, y sobre todo, parar a Rusia.
De origen judío, el abogado de 44 años y exitoso empresario de la comunicación, convertido en presidente con una votación a favor del 73%, decidió hablar por videoconferencia con los congresistas de la Knesset a quienes encomió a imponer sanciones para Rusia y otorgar armamento a Ucrania. Llegó a solicitarles prestado el sistema móvil de defensa aérea denominado Cúpula de Hierro.
Israel no ha querido posicionarse, ni por uno, ni por otro país, mantiene una buena sintonía tanto con Rusia como con Ucrania y su primer ministro, Naftali Bennett, intenta mediar entre Putin y Zelenski.
Aunque recientemente, el medio británico The Guardian ventiló que Israel se negó a venderle a Ucrania el sistema Pegasus, un software de alta capacidad de espionaje.
La guerra podría ser larga, ha dicho reiteradamente Biden. Ya es una carrera contra el tiempo y contra las bombas y misiles rusos (el ejército ruso reconoce que está usando misiles hipersónicos) el mandatario Zelenski intenta sumar todos los apoyos internacionales posibles para extender las sanciones a Rusia, obtener más armamento y hacer mayor presión internacional creando un vacío contra el Kremlin.
El mandatario estadounidense tampoco pierde tiempo y aprovecha el nuevo contexto de la guerra en el traspatio europeo para hacer más lobbing y llevar su mensaje a múltiples empresarios de industrias poderosas deseosos por escuchar en boca de Biden los posibles escenarios de la invasión rusa.
En una reunión ante directivos de empresas miembros del Business Roundtable, el inquilino de la Casa Blanca aseveró que la OTAN está más fuerte que nunca.
“Me complace ver cómo las empresas estadunidenses hacen su parte con donativos para Ucrania y al mismo tiempo cierran sus operaciones en Rusia, sin que nadie se los pidiera”, dijo.
Biden recordó el mundo de las anteriores guerras mundiales y aseveró ante altos ejecutivos empresariales que las atrocidades cometidas por Rusia en Ucrania no quedarán impunes.
“Yo sé que estamos en tiempos difíciles pero vendrán mejores llenos de oportunidades significativas para hacer cambios… estamos en un punto de inflexión yo creo en el mundo de la economía. Tenemos que defender nuestro orden liberal estoy seguro que vendrá un nuevo orden mundial y nosotros vamos a liderarlo y estaremos unidos junto con el resto del mundo libre”, aseveró convencido.
Temor nuclear
Hace poco más de un mes, Mariúpol preparaba sus festivales de cara al verano en una ciudad portuaria que en agosto alcanza los 30 grados centígrados. En la actualidad, el viento levanta sus cenizas.
Las tropas rusas la han destruido sistemáticamente no han dejado en pie ni siquiera el Teatro Drama que estaba a punto de estrenar una obra sobre Frida Kahlo, tampoco la mezquita del Sultán Suleimán el Magnífico. Uno de los puntos de interés para los turistas.
Esta ciudad costera confluye hacia el Mar de Azov y ha resistido la carnicería desatada por los misiles rusos desde hace más de un mes: de su censo de poco más de 443 mil 103 personas, permanecen 100 mil habitantes sin agua, sin comida, sin luz, ni gas, ni calefacción con un asedio que recuerda al aplicado por los Nazis contra Leningrado, durante la Segunda Guerra Mundial.
Su alcalde, Vadym Boychenko, denuncia una serie de atrocidades contra los ciudadanos: los bombardeos están destruyéndolo todo sin respetar nosocomios ni hospitales: un misil hizo volar por los aires el hospital materno infantil, la imagen del rescate de una mujer embarazada moribunda dio la vuelta al mundo. Al final ella falleció.
“Han muerto más de 2 mil 100 habitantes en la ciudad pero hay cientos de personas dentro de los escombros. Los invasores atacan cínica y deliberadamente edificios residenciales, zonas densamente pobladas, destruyen hospitales infantiles e infraestructuras urbanas. En 24 horas, hemos visto 22 bombardeos en una ciudad pacífica; ya se lanzaron unas 100 bombas sobre Mariúpol”, señala.
Putin quiere que se rinda. Irina Vereshchuk, viceprimera ministra de Ucrania para la Reintegración de los Territorios Ocupados Temporalmente, reiteró que no entregarán la ciudad a los rusos. Putin quiere retrotraer el orden internacional y las fronteras a la era soviética en pleno siglo XXI y Biden cree en la inminente oportunidad de un nuevo orden internacional… juegos de poder mientras gente inocente muere bajo las bombas e incrementa el temor de un ataque nuclear. Homo homini lupus.
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