Embajador José María Liu
Representante / Oficina Económica y Cultural de Taipéi en España
Las continuas amenazas militares de China sobre Taiwán -como la reciente incursión el pasado 23 de enero de 39 aviones militares chinos en la zona de identificación de defensa aérea de Taiwán -, además de sembrar la incertidumbre en toda la región de Indo-Pacífico, están teniendo un efecto colateral esperado: una cada vez mayor conciencia de identidad taiwanesa en el pueblo de Taiwán. De hecho, una reciente encuesta de opinión revela que más del 90 por ciento de los 23,5 millones de habitantes de Taiwán se identifican como “taiwaneses”. Y menos del 5 por ciento se identifican única y exclusivamente como “chinos”.
Mucho ha tenido que ver en ello no solo las amenazas militares de los últimos años, sino también otra serie de comportamientos autoritarios de China, como su negativa a que Taiwán forme parte de organizaciones internacionales, su presión para que los atletas taiwaneses no puedan recoger sus medallas de oro bajo nuestra bandera e himno nacional en los Juegos Olímpicos, así como el socavamiento de la democracia y las libertades que el gobierno de Pekín ha perpetrado en Hong Kong.
El último y más reciente episodio ha sido el de su presión sobre Lituania, que tras haber dado el valiente paso de abrir una oficina representativa con el nombre de “Taiwanese Representative Office”, ha recibido inmediatamente la condena y amenazas de China. Por suerte, los taiwaneses contamos con valiosos aliados en la comunidad internacional que alzan la voz a nuestro favor. Una resolución del Parlamento Europeo del 20 del presente enero condena las violaciones de las libertades fundamentales en Hong Kong y muestra el apoyo de la UE al desarrollo de las relaciones entre Taiwán y Lituania.
Más del 90% de los taiwaneses tienen sus raíces en el continente chino, pero mientras China siga con su empeño en intimidarnos, los taiwaneses nos sentiremos cada vez más distantes de ese régimen dictatorial, más conscientes de la necesaria reivindicación de nuestra soberanía y más amantes de valores universales como la libertad, la democracia y los derechos humanos. Y sobre todo, huyendo de aquella “insoportable levedad del ser” de la que nos hablaba Milan Kundera en su novela, tendremos cada vez más conciencia de nuestra identidad y nos sentiremos más taiwaneses que nunca.
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