Frédéric Mertens de Wilmars
Profesor y coordinador del Grado de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Valencia
Rusia ha concentrado miles de tropas en la frontera ucraniana en las últimas semanas, haciendo temer a Occidente una próxima ofensiva. Estados Unidos ha amenazado a Moscú con represalias en caso de incursión.
Es como si la otrora Guerra Fría estuviera soplando sobre Ucrania. Ya radicadas en la confrontación desde la anexión de Crimea en 2014, las relaciones entre Occidente y Rusia se han tensado en las últimas semanas. La causa: una posible invasión rusa, temida por Washington a pesar de los desmentidos de Moscú que busca limitar la influencia de la OTAN en su esfera de influencia. Esta es la historia de una gran crisis diplomática entre dos bandos enfrentados.
Ya latente desde la guerra en el este de Ucrania en 2014 con los separatistas prorrusos, el cara a cara se reanudó en noviembre de 2021. Ante los “inusuales” movimientos de tropas en la frontera ucraniana, Washington pide cuentas a Moscú. Estados Unidos se muestra cauteloso, sobre todo porque Rusia ya ha concentrado unos 100.000 soldados en la frontera desde abril, lo que ha hecho temer inicialmente una invasión. La OTAN, la Unión Europea, París y Berlín advierten a Moscú contra cualquier nueva “acción agresiva”.
Para Kiev, la hipótesis de una invasión empieza a cobrar fuerza. El 28 de noviembre pasado, Ucrania afirmó que Rusia había concentrado cerca de 92.000 soldados en sus fronteras, en vista de una ofensiva a finales de enero o principios de febrero. Las autoridades rusas niegan tener esta intención y acusan a Ucrania de concentrar tropas en el este del país.
El 7 de diciembre, Biden amenazó a Putin con fuertes sanciones económicas en caso de invasión de Ucrania, durante una cumbre bilateral virtual. El presidente ruso, por su parte, puso sus condiciones: tener “garantías jurídicas seguras” que impidieran a Ucrania entrar en la OTAN. Esto es lo que está en juego en este tira y afloja. Moscú pretende que se retiren las tropas extranjeras de los países de la OTAN en todos los Estados que se incorporaron a la Alianza después de 1997. La diplomacia rusa ha mencionado a Bulgaria y Rumanía por su nombre, pero la lista incluye a 14 países del antiguo bloque comunista.
El 10 de enero de 2022, rusos y estadounidenses iniciaron tensas negociaciones en Ginebra, la primera etapa de una secuencia diplomática. Pero en vano. El 12 de enero, la OTAN y Rusia constataron sus profundas “diferencias” en materia de seguridad en Europa, al término de un Consejo OTAN-Rusia en Bruselas. El 14 de enero, varios sitios del gobierno ucraniano fueron objeto de un ciberataque masivo. El mismo día, Washington acusó a Moscú de haber enviado agentes a Ucrania para realizar operaciones de “sabotaje” con el fin de crear un “pretexto” para una invasión. Afirmaciones “gratuitas” según el Kremlin.
El 18 de enero, Moscú exigió respuestas occidentales a sus demandas antes de las nuevas conversaciones. Para Moscú, el objetivo sigue siendo el mismo: conseguir una retirada de la OTAN, percibida como una amenaza existencial y cuyas sucesivas ampliaciones recuerdan la humillación de la caída de la URSS. El problema es que, para los estadounidenses, una retirada de Europa no es una posibilidad, pero el gobierno de Biden dice estar dispuesto a discutir los temores de los rusos por su seguridad.
Rusia está empezando a desplegar un número indeterminado de tropas en Bielorrusia para realizar ejercicios “improvisados” de preparación para el combate en las fronteras de la UE y Ucrania. Washington está preocupado por el posible despliegue de armas nucleares rusas en Bielorrusia y cree que Moscú podría atacar a Ucrania en cualquier momento.
El resultado de esta situación es incierto, pero supone un peligro para la UE y sus Estados miembros. Peligro que puede provenir tanto de Rusia como de Estados Unidos. De hecho, ambas potencias prefieren no escuchar la voz de la UE, que, recordemos, es la mayor potencia económica del mundo. Washington y Moscú han convertido a Europa en un tablero de ajedrez como en la Guerra Fría. Ucrania ya es un peón como otros países, incluidos los antiguos satélites de la URSS, así como los europeos dependientes de Estados Unidos.
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