Andre Ismagambet
Periodista
Un intento de desestabilizar Kazajistán, el mayor estado de Asia Central, inesperado para un europeo medio, llevó a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) a la arena político-militar. Se trata de una alianza militar de seis estados postsoviéticos: Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán. Creada hace 30 años para «reforzar la paz, la seguridad internacional y regional y la estabilidad», la OTSC, quizás por primera vez en su historia, está demostrando su eficacia.
Según los estatutos de la organización, la decisión de enviar tropas a uno u otro país de la OTSC se toma colectivamente a petición del jefe del Estado que se vea afectado por alguna agresión externa. Las protestas en Kazajistán comenzaron como un desacuerdo socioeconómico interno. Sin embargo, con una velocidad asombrosa, las protestas se convirtieron en pogromos incontrolados con demandas políticas. Pronto quedó claro que estaban dirigidas desde el extranjero. En concreto, las «protestas pacíficas» -en realidad disturbios- están coordinados por el conocido canal de Telegram NEXTA, que está bajo el control externo de los servicios especiales polacos y que ya se utilizó para coordinar la rebelión en Bielorrusia (la plataforma NEXTA incluso cambió su avatar, añadiendo la bandera de Kazajistán).
Pronto, el presidente kazajo Kassym-Zhomart Tokayev declaró públicamente que los delincuentes callejeros que toman las administraciones municipales y las comisarías y matan a policías y militares son «bandas terroristas» que han sido «entrenadas en el extranjero». Así, se anunció oficialmente la invasión extranjera a una república de Asia Central. «En este sentido, apoyándome en el tratado de seguridad colectiva, hoy he hecho un llamamiento a los jefes de los estados de la OTSC para que ayuden a Kazajistán a superar esta amenaza terrorista», dijo Tokayev.
Según la información recibida, entre los pogromos se han revelado miembros bien entrenados de pertenecientes a organizaciones de delincuentes que operan activamente en los países de Oriente Medio, principalmente en Afganistán. Obviamente, si no se detiene esta amenaza terrorista en Kazajistán, es probable que se extienda por todo el espacio euroasiático, incluido el territorio de los países de la OTSC. Por ello, el cuartel general de la OTSC acordó la entrada de una fuerza de mantenimiento de la paz en Kazajistán, con 3.600 soldados. Entre ellos hay militares de Armenia, Bielorrusia, Kirguistán, Rusia y Tayikistán.
Así, la operación de mantenimiento de la paz de la OTSC no sólo es legítima según la legislación interna de los estados miembros de la organización, sino que es la única posible, ya que los primeros días del enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad kazajas y los militantes demostraron que los terroristas tomaron la ventaja.
Se anunció la tarea de las fuerzas de la OTSC: garantizar la seguridad en las instalaciones de infraestructura -aeropuertos, estaciones de tren, edificios administrativos, instalaciones de almacenamiento de petróleo y gas, hospitales, etc-. Gracias a esta ayuda, las fuerzas del Ejército kazajo serán liberadas para participar en actividades antiterroristas. Los expertos ya dicen que sólo la declaración sobre la entrada de las tropas de la OTSC en el país desalentó inmediatamente la traición y la deserción, haciendo que el ejército de Kazajistán sea estable.
Además, hay que señalar que el despliegue de las fuerzas de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva en Kazajistán se ha convertido en una «ducha fría» para la OTAN. Es evidente que la OTSC se creó como contrapeso a la Alianza del Atlántico Norte, pero durante todos estos 30 años Occidente ha considerado a la OTSC un «león muerto». Y el león resultó estar simplemente dormido.
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