The Diplomat in Spain

Una de las grandes decisiones a tomar es la de la sustitución de nuestro coche viejo por uno nuevo. En los últimos tiempos las cosas se han complicado mucho, y si antes resultaba muy sencillo optar entre un vehículo diésel y uno gasolina, ahora las cosas son mucho más complicadas, porque debemos conocer primero si nuestras necesidades requieren que atravesemos grandes núcleos urbanos que pueden tener limitaciones de circulación, si somos autónomos o empresarios, o si lo que queremos es un coche solo para familia y vacaciones.

En todos los casos, existen hoy alternativas de motorización que no conocíamos hace apenas 10 o 12 años, como los coches híbridos o los eléctricos, cuyas tecnologías van avanzando vertiginosamente a medida que el mercado y las necesidades crecen. Hoy existen ya en las ciudades numerosos puntos de recarga, que van creciendo e la medida que el parque automovilístico electrificado crece.

Hoy una de las premisas para optar por un coche eléctrico o híbrido es su condición de aceptable medioambientalmente, porque la contaminación de los coches eléctricos, por lo menos en lo que a la movilidad se refiere -otra cosa es el residuo en sí del mismo coche-, es prácticamente nula, y se ha puesto mucho hincapié en la necesidad creciente de reducir las emisiones de gases nocivos para la salud en nuestras ciudades y avanzar en el proceso de descarbonización.

Aunque hoy nos parezca extraño, buena parte de las primeras propuestas de coches iban encaminadas a los motores eléctricos, allá por los comienzos de la Revolución Industrial, en que la electricidad dominada todos los avances mecánicos. Solo fue a partir del desarrollo de los avances tecnológicos de Henry Ford con el Ford T y la cadena de montaje, cuando el coche eléctrico se vio relegado a un segundo plano, dejando vía libre al vehículo de propulsión por motor de combustión, desapareciendo el coche eléctrico desde 1935 hasta nuestros días.

Los primeros coches eléctricos vinieron de la mano de Robert Anderson que en 1832 diseña, desarrolla y fabrica el primer prototipo del vehículo eléctrico. Le siguen el  americano Thomas Davenport, que en 1834 y casi ningún conocimiento más que el de ser herrero, construye el primer motor de corriente continua.

Conjuntamente con estas ideas del coche eléctrico aparecen otros modelos de transporte electrificado, como los ferrocarriles o los tranvías, algunos vigentes hoy en día. El coche eléctrico se convirtió en el sueño de muchos ingenieros que en diferentes lugares del mundo, se pusieron a investigar las diferentes posibilidades para una nueva y tecnológica realidad, la competición entre los diferentes tipos de energías como el vapor, la electricidad o el petróleo en el transporte estuvo muy reñida.

La invención y mejora de baterías recargables entre 1859 y 1880 por parte de Gaston Planté y la invención de la dinamo por parte de Wener von Siemens, permitió la posibilidad de pensar en vehículos eléctricos ya que gracias a estos inventos se podía almacenar la electricidad y que el vehículo funcionara sin necesidad de estar conectado a la red eléctrica.

En 1888 apareció en Alemania el primer coche eléctrico de cuatro ruedas, el Flocken Elektrowagen, inventado por Andreas Flocken.  Tenía el diseño de una calesa, un motor de 0.7 kW y una batería de 100kg que le permitan alcanzar los 15 km/h. Hubo otros intentos de vehículos muy interesantes, desarrollados con importantes avances tecnológicos, y en 1899 hubo ya un primer vehículo eléctrico que logró superar los 100km/h, el Jamais, con forma de torpedo y una carcasa de ligero material que envolvía el coche fabricado con una aleación de aluminio, magnesio y tungsteno, que lograba envolver las baterías y ayudaba a alcanzar su velocidad.

En 1900 aparece el Lohner-Porsche el primer híbrido de la mano de Ferdinand Porsche. La estructura de este vehículo es mucho más próxima a la del coche que nosotros conocemos ahora y se distancia de la estructura de dos ruedas del carruaje y la pasión por estas máquinas se difundió como una nueva moda entre los años 900 y 1914, hasta el estallido de la I Guerra Mundial. Luego se fue aparcando poco a poco hasta la desaparición de este concepto, que se ha recuperado ahora ante la problemática ambiental.

La concienciación medioambiental y la inestabilidad del precio del petróleo, ha contribuido a iniciar una revolución dentro del sector del automóvil y los grandes fabricantes como BMW, Audi, Nissan, Renault, Volvo o incluso Porsche se han lanzado a crear incluso plantas de producción de coches eléctricos completamente diferenciadas del resto de las plantas. Son cambios que requieren nuevos conceptos y nuevos desarrollos que tienen que buscar competir con los lanzamientos exclusivos como los promovidos por Tesla Motors o BYD.

Actualmente en Europa circulan un total de 500.000 vehículos eléctricos. Desde que en el año 2000 empezara la venta y distribución del Toyota Prius a lo largo y ancho del mundo, ha habido muchos cambios y mejoras en el vehículo eléctrico y eso ha propiciado un mayor interés en la mejora, producción y venta de vehículos eléctricos (coches, motos y bicicletas). Aunque poco a poco, el coche eléctrico en Europa ya lo podemos considerar una realidad y una opción muy deseable, siendo el renting a particulares una opción que nos permite hacernos con un coche de altas prestaciones sin tener que tenerlo en propiedad ni desembolsar nada por adelantado. La compañía de renting resuelve todo lo que tiene que ver con su mantenimiento, recambios y revisiones, incluyendo el seguro a todo riesgo.

Si queremos actualizar nuestro sistema de motorización particular, optar por un coche eléctrico o híbrido es una buena opción para poder circular por todas las ciudades sin limitaciones, a la vez que tendremos la conciencia tranquila con nuestro entorno ambiental.