<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Pedro Sánchez se ha garantizado la estabilidad en el poder con unos Presupuestos Generales del Estado que no se cree ningún organismo económico, nacional e internacional.</strong></h4> Las cuentas, pactadas con inversiones y subvenciones para contentar a sus socios independentistas y nacionalistas, c<strong>hocan con las previsiones de la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal y el Banco de España.</strong> El presidente del Gobierno insiste en vender una recuperación que solo ven clara en su gabinete mientras los expertos colocan a España a la cola de la Unión Europea en la superación de la crisis. <strong>La fortaleza de la coalición de socialistas y comunistas en el Ejecutivo</strong> apoyada en el Parlamento por los grupos nacionalistas y separatistas <strong>contrasta con la debilidad o la incredulidad que despiertan sus planes económicos.</strong> Sánchez basa todos sus cálculos para la recuperación en un crecimiento del Producto Interior Bruto del 6,5 por ciento este año y de un 7 por ciento en 2022. <strong>El Banco de España rebatió la semana pasada el optimismo gubernamental</strong> y, en línea con las instituciones económicas europeas y las nacionales, dejó esas previsiones en un 4,5 para el presente ejercicio y un 5,9 para el próximo. <strong>El jefe del Ejecutivo y su vicepresidenta Nadia Calviño se resisten a admitir una rebaja en las previsiones de crecimiento que les obligaría a reformular las cuentas del Estado</strong> con recortes o acuerdos de no disponibilidad de gasto nada más entren estas en vigor el 1 de enero. Para no dar su brazo a torcer el Gobierno hace caso omiso de las circunstancias que sí tienen en cuenta los demás para sus proyecciones de datos: la incertidumbre añadida a la situación económica por la nueva ola y variante del COVID (ómicron), el retraso del propio gabinete a la hora de gestionar los fondos europeos para la recuperación, la inflación disparada (el 5,5 por ciento el mes pasado) y los precios de la luz y los combustibles que no dejan de subir. Si hace apenas tres meses Sánchez presentaba a su Gobierno como el motor del país de la UE que primero iba a recuperarse de la crisis de la pandemia, los datos de diciembre sitúan a España en penúltimo lugar. El Banco de España fija ese hito de alcanzar el PIB previo al COVID a finales de 2022 o principios de 2023, casi un año después que Italia, Francia o Portugal. <strong>La economía española sigue a la cabeza de todas las europeas en cifras de déficit y deuda pública. Ya debe el 122,8 por ciento de su Producto Interior Bruto anual</strong>, según los datos de la oficina comunitaria de estadística Eurostat. Y en ese contexto, España será uno de los países más perjudicados por la disminución paulatina de las compras de deuda pública de los Estados miembros de la UE anunciada por el Banco Central Europeo (BCE) para el próximo año. Pedro Sánchez verá recortada la actual vía del endeudamiento a la que recurre para sostener el gasto comprometido en sus Presupuestos. El BCE compra hasta 100.000 millones de euros anuales de deuda pública española y esa cifra se puede quedar en menos de la mitad, según los primeros cálculos. El Gobierno obvia ese complicado panorama económico que se dibuja para los próximos meses mientras <strong>crece el malestar social con la subida de los precios, en especial de la luz,</strong> un problema despreciado al principio por coyuntural según los argumentarios oficiales y que no deja de crecer. Los españoles pierden poder adquisitivo a un ritmo desconocido desde la crisis de 2008, en la etapa del anterior Ejecutivo de izquierdas, entonces solo del PSOE y con José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Ejecutivo. Igual que ocurrió en aquella legislatura, <strong>Sánchez prefiere ignorar los avisos y evita tomar medidas</strong> mientras la oposición, ahora Pablo Casado, insiste en que España vive de prestado y está amenazada por la quiebra. Si el Gobierno oculta o niega la gravedad de la situación económica, sus adversarios esperan a que el descuadre de las cuentas que ahora se aprueban sea aún más evidente en el arranque del próximo año y lleguen después los ajustes que creen que marcarán la segunda parte de la legislatura. <strong>Los datos del primer trimestre, en especial los de ejecución presupuestaria, dirán si la estabilidad en el poder pagada con tanta generosidad a sus socios comunistas y separatistas, le sirven a Sánchez para seguir en el Gobierno</strong> sin aplicar recortes o repite otro de sus giros para hacer lo contrario de lo que prometió.