<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>El Gobierno de Pedro Sánchez, después de garantizarse el control de la legislatura con los Presupuestos del Estado y en plena crisis de la oposición, se encuentra con un inesperado factor de inestabilidad interna: su vicepresidenta Yolanda Díaz en campaña de promoción como alternativa de izquierdas al propio Sánchez.</strong></h4> Desde el gabinete de coalición social-comunista, la heredera de Pablo Iglesias<strong> reformula el espacio político de Podemos con una propuesta de nueva marca personal</strong> avalada por el dato de ser la dirigente con mejor valoración en las encuestas oficiales del CIS, por encima pues del jefe del Ejecutivo. Díaz, afiliada al Partido Comunista de España desde joven y con larga carrera política en Izquierda Unida antes de entrar en las listas del conglomerado de Podemos,<strong> se ha convertido en la estrella del gabinete con una cultivada imagen opuesta a la de su mentor Iglesias</strong>. En el PSOE han pasado del alivio provocado con la salida del Gobierno del fundador del movimiento populista de izquierdas a la <strong>preocupación por el ascenso de la ministra de Trabajo ahora convertida en vicepresidenta</strong> por designación personal del propio Iglesias. Y esa preocupación ha derivado en indignación de los socialistas al ver cómo Yolanda Díaz se desmarcaba de la gestión que Sánchez hizo en el origen de la pandemia al despreciar todos los avisos. La ministra no sólo <strong>remueve un asunto tabú para el jefe del Ejecutivo, como fue la decisión de no tomar medida alguna en marzo de 2020 hasta que se celebraron las marchas feministas del día 8</strong> y se multiplicaron después los contagios por toda España. También deja para utilizar en la próxima campaña electoral el dato olvidado de que ella sí se puso a trabajar en febrero y propuso a los sindicatos y a la patronal protocolos de actuación en las empresas para evitar la propagación del coronavirus. <strong>Díaz ya se apuntaba como logros personales las gestiones más positivas o de mejor venta del Gobierno de coalición como la llamada paz social</strong> por su entendimiento con los sindicatos, la subida del salario mínimo interprofesional y hasta la creación de empleo.<strong> Ahora se desmarca del primer gran fracaso de Sánchez en el arranque de la pandemia</strong> y deja claro que en los próximos comicios competirá con el PSOE por el espacio electoral de la izquierda en su conjunto, no solo por “la esquinita” más extrema, según su propia definición. El objetivo de la ministra es tan evidente como sus armas para alcanzarlo al <strong>promocionarse desde el Gobierno como responsable de lo que pueda salir bien o resultar popular</strong> (lo próximo es la contrarreforma laboral) y renegar de los fracasos del Ejecutivo. La vicepresidenta también <strong>empieza a sacar partido de la apuesta de Sánchez por el feminismo</strong> como mensaje fundamental de su Gobierno. Se rodea de las principales dirigentes de la extrema izquierda como la alcaldesa de Barcelona (<strong>Ada Colau)</strong>, la vicepresidenta del gobierno autonómico de la Comunidad Valenciana (<strong>Mónica Oltra</strong>) y la jefa de la oposición en la Comunidad de Madrid (<strong>Mónica García</strong>) para preparar una marca electoral propia que suceda a la quemada de Unidas Podemos. Puestos a reclamar el voto más feminista de izquierdas, <strong>Díaz reúne la cualidad fundamental con la que no puede competir Sánchez como es la de ser mujer.</strong> La inquietud de los socialistas con Yolanda Díaz se justifica en los sondeos gubernamentales. Sánchez necesitó los 35 escaños de Podemos para ser investido presidente después de las elecciones de noviembre de 2019.<strong> Iglesias aportó así el fruto del 13 por ciento de los votos</strong> de los ciudadanos que obtuvo en los comicios. <strong>Una vez en el gabinete como vicepresidente no dejó de perder apoyos</strong> en los sondeos. Hubo estudios que dejaban a Podemos por debajo del 10 por ciento. <strong>La irrupción de Díaz como representante principal del sector comunista del Gobierno cambió la tendencia</strong> y ya en el barómetro del CIS del pasado noviembre la intención de voto a la extrema izquierda superaba en unas décimas los resultados reales de dos años antes. El arranque de la campaña de la vicepresidenta daba casi dos puntos a los podemitas y su ascenso corría en parte a costa del desgaste del PSOE. El partido que dirige Pedro Sánchez y el creado por Pablo Iglesias comparten electorado desde hace años. <strong>En las elecciones de 2016 se repartieron los votos de la izquierda casi a partes iguales</strong>, con apenas un punto y medio de ventaja para los socialistas. Ya desde el poder <strong>después de la moción de censura contra Mariano Rajoy de 2018, el PSOE aventajó a Podemos con claridad.</strong> <strong>La preocupación ahora para el PSOE es que su principal socio en el Gobierno</strong>, que es a la vez competidor en las urnas, además de robarles protagonismo en el Gobierno ante la izquierda, y <strong>les pueda robar después votos en las elecciones</strong>. Es el plan de Yolanda Díaz.