<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>El Ejecutivo ha sacado adelante en el Congreso los Presupuestos Generales del Estado más falsos de la última década si se cumplen las previsiones de los organismos internacionales, el Banco de España o la oposición, pero se ha garantizado el control efectivo de la legislatura.</strong></h4> Con esas cuentas, prorrogables para el próximo ejercicio,<strong> Pedro Sánchez, puede convocar elecciones cuando le venga mejor a partir de ahora</strong> o esperar a la disolución automática de las Cortes en diciembre de 2023. Y mientras el presidente del Gobierno confirma la estabilidad de su gabinete de coalición con la extrema izquierda (Podemos) y el respaldo de sus socios independentistas que ya le llevaron al poder en 2018,<strong> la crisis interna del Partido Popular frena las expectativas al alza de Pablo Casado que registraban todas las encuestas salvo las oficiales del CIS.</strong> Sánchez recoge en forma de cómoda tramitación presupuestaria el fruto de los favores previos a sus socios: el indulto a los dirigentes de ERC encarcelados por sedición y malversación, los acercamientos al País Vasco de los terroristas de ETA presos, o la entrega al PNV de la competencia sobre la política penitenciaria. Entre las cesiones políticas de más fondo y las inversiones también a la medida de los independentistas, el jefe del Ejecutivo suma una mayoría absoluta sobrada: 188 votos a favor, 12 más de los necesarios en una Cámara de 350 escaños. <strong>La oposición daba por descontadas todas las facilidades en el trámite parlamentario vista la generosidad de Sánchez son sus socios</strong>, sobre todo al ver el empeño gubernamental en blanquear a Bildu, formación heredera del brazo político de ETA, con 5 escaños en la Cámara Baja. Pero lo más sorprendente ha sido ver cómo <strong>el PP fomentaba con su particular crisis de división interna la euforia del Gobierno de coalición con sus apoyos renovados.</strong> El Ejecutivo coge oxígeno con la estabilidad que le da tener unas cuentas aprobadas, al menos hasta que éstas queden en evidencia, mientras que el Partido Popular sigue enredado en una pelea de egos entre su dirección nacional que encabeza Pablo Casado y la figura emergente de la formación, Isabel Díaz Ayuso. El primero en pagar el desgaste en las encuestas electorales es el propio Casado. <strong>En poco más de un mes, el PP ha pasado de ser seguro ganador y con la perspectiva de sumar mayoría absoluta con Vox en todos los sondeos privados, a reducir la ventaja sobre el PSOE y quedarse en minoría frente al bloque de la izquierda y los separatistas</strong> que encabeza Sánchez. Ese es el dato en el que van a insistir en las próximas semanas los sondeos, según reconocen en el propio partido. La victoria de Ayuso en Madrid el pasado mes de mayo fue uno de los factores que dispararon al PP en las encuestas antes del verano. El frenazo en esa tendencia llega ahora con un conflicto interno sobre la fecha del próximo congreso regional de Madrid que deriva ya en un desgaste de imagen de Casado como jefe de la oposición. <strong>Y si Sánchez aprovecha el momento de debilidad en el PP, Vox hace lo propio como aspirante a quedarse con el electorado de los populares.</strong> La formación que dirige Santiago Abascal promueve la inestabilidad en gobiernos autonómicos del PP como el de Andalucía al votar en contra de los Presupuestos de Juan Manuel Moreno y amenaza con hacer lo mismo en el Ayuntamiento de Madrid que dirige José Luis Martínez-Almeida. <strong>Aunque Sánchez insiste en que está dispuesto a alargar la legislatura hasta principios de 2024, en el PP ven todo tipo de maniobras preelectorales en sus movimientos</strong>. Atribuyen a cálculos para mantener su mayoría desde el blanqueamiento de Bildu como socio a la promoción de partidos de ámbito provincial que resten escaños al PP, la obsesión con dar protagonismo a Vox, o el aplazamiento de cualquier reforma de calado que le pueda enfrentar a Podemos. El dirigente del PSOE ya demostró en la moción de censura contra Mariano Rajoy que no necesita ganar ni quedar primero en unos comicios para llegar o seguir en el poder, solo sumar con toda la izquierda, independentistas, nacionalistas, regionalistas e incluso Bildu. En junio de 2018 lo hizo sobre la base de solo 84 diputados del PSOE. <strong>El principal beneficio político que ha tenido para el presidente del Gobierno sacar adelante los Presupuestos es el margen que le dan para manejar a partir de ahora el calendario legislativo.</strong> Tiene un marco económico para manejarse dos años, salvo que la prometida recuperación económica se complique, y una crisis en la oposición con la que no contaba nadie por si necesita convocar elecciones antes que tomar decisiones impopulares de ajuste y recortes.