Marta Martínez
Cooperar en la protección del entorno medioambiental resulta clave para el futuro del Mediterráneo, según se puso de relieve el pasado viernes, en una conferencia sobre la crisis climática en la región, organizada por la Embajada de Mónaco en España y la IE University.
Durante el acto, el presidente de la IE University, Santiago Iñiguez de Onzoño, señaló que las medidas, los acuerdos, los pactos que se realizan entre Estados, no están a la altura del desafío que supone encontrar una solución a la crisis climática a la que se enfrenta el mundo.
Por su parte, la embajadora de Mónaco, Catherine Fautrier-Rousseau, realizó un enfoque más optimista, abogando por la educación, tanto para adultos como niños, para conseguir un cambio palpable en la crisis.
Ambos coincidieron en resaltar la necesidad de dirigirse a niños y jóvenes, cuyas ideas innovadoras y comportamiento emprendedor consideran que pueden contribuir enormemente a la lucha contra el cambio climático.
Al igual que la sociedad ha comenzado a oír hablar de economía verde desde que comenzó a ser consciente del cambio climático, el secretario general Adjunto de la Unión por el Mediterráneo (UpM), Isidro González Afonso, indicó que esta organización desarrolló el concepto de economía azul, en la cual, destacó a Mónaco como país líder.
Explicó González Afonso que la economía azul es la economía de los mares, la cual tiene como objetivo el desarrollo medioambiental y responsable del turismo, la navegación y la pesca entre otros factores. Algunos expertos -dijo- la consideran como la séptima economía del mundo, porque un 71% de superficie acuática cubre el planeta Tierra.
Agregó que, de ese porcentaje, el Mar Mediterráneo representa el 1%, a pesar de lo cual, un tercio de todos los barcos que navegan en la Tierra pasan por el Mare Nostrum, contaminando irremediablemente sus aguas cerradas, lo que deriva en la nefasta consecuencia de que la región marítima mediterránea sea la segunda más afectada por el cambio climático del mundo, viéndose superada tan solo por los mares del Ártico.
En este sentido, como explicó Lucile Courtial, secretaria general del BeMED (Beyond Plastic Med), una organización que combate la polución de plásticos en el Mar Mediterráneo, éste no puede compararse a un océano, abierto y repleto de corrientes y mareas; es un mar cerrado y, como consecuencia, la contaminación a base de plástico que penetra en sus aguas se mantiene en ellas durante años hasta ser eliminada, causando, por el camino, destrozos tanto en la fauna como en la flora del Mare Nostrum.
Durante la conferencia se apuntó la posibilidad de que en 2050 haya más plástico que peces en el Mediterráneo y se analizaron también soluciones y acciones que han mejorado o pueden mejorar la situación medioambiental del Mediterráneo.
Así, la presidenta de la MedPAN (Red de Áreas Marinas Protegidas en el Mediterráneo), Purificación Canals, habló de esos espacios protegidos, caracterizados por los valores naturales y la protección para asegurar la continuación de dichos valores.
Explicó que la Convención sobre la Diversidad Biológica estableció como objetivo que para el año 2020, un 10% de la superficie acuática de la tierra fueran áreas protegidas. Llegados a 2021, se presenta el logro de un 8.3% de áreas protegidas, sumándole el hecho de que dichas áreas cuentan con presupuesto, profesionales y recursos suficientes a su disposición para asegurar su mantenimiento.
Añadió que, también se estableció la meta de que en 2030 el 30% de los mares del planeta estén protegidos, aunque reconoció que se trata de un objetivo indiscutiblemente imposible de lograr en una década. No obstante, consideró necesario, para lograr acercarse lo máximo a este objetivo, conseguir apoyos políticos y mejorar las capacidades de las gestiones dedicadas a ello.
Isidro González Afonso indicó, asimismo, que tal es la gravedad del asunto, que diferencias políticas han sido superadas para conseguir llegar a un acuerdo efectivo relativo al asunto. Y citó que la Unión por el Mediterráneo, que coordina la acción de 42 países entre los cuales se incluyen Israel y Palestina, logró, tras dos años de negociaciones, redactar una declaración ministerial, una agenda que cubre tanto las energías renovables como el turismo sostenible, el respeto por el medioambiente y la voluntad de reducir los combustibles contaminantes de los barcos que pasan por el Mediterráneo.
Por su parte, Bernard Fautrier, asesor medioambiental del príncipe Alberto II de Mónaco, insistió en que el Mar Mediterráneo es fundamental para la economía europea, puesto que guarda relación directa con las energías, el comercio y la seguridad de los países que lo rodean.
Por eso, señaló la importancia de que todos colaboren con acción directa, como MedPAN o BeMED, o involucrando emocionalmente a los ciudadanos, quienes, tal y como señalan Luis Prieto, (fundador de MadBLUE) y el artista Pepe Monserrate, al fin y al cabo, son los que tienen control para frenar sus propias acciones de forma conjunta.
Fautrier subrayó que no es posible el progreso, ni el desarrollo ni el equilibrio, en un ambiente dañado, y afirmó que el Mediterráneo es el Mare Nostrum, y como mar nuestro, debe ser protegido de la mejor manera posible como lo que es, parte de un hogar.