Frédéric Mertens de Wilmars
Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea de Valencia
¿Está abocada Europa a un “Polexit” a corto plazo? Numerosos dirigentes, comentaristas, y analistas políticos así lo aseguran desde que el pasado 7 de octubre el Tribunal Constitucional polaco afirmase la prevalencia de la Constitución polaca sobre el ordenamiento jurídico de la UE.
Por otro lado, este tipo de decisiones autoritarias del gobierno polaco ultraconservador no son nada nuevo ni sorprendente, y han dado lugar a varias crisis entre Varsovia y Bruselas. En este sentido, no debemos olvidar que la Comisión Europea ha iniciado el proceso sancionador contra Polonia por vulnerar el Estado de derecho. Y la posición de la alta jurisdicción polaca refleja la colusión entre el poder político y el cuerpo judicial, donde más del 50 % de sus miembros han sido nombrados por el partido en el poder, el PiS.
Ahora bien, nadie se atreve a pronunciarse sobre las intenciones de dicho partido en cuanto a la salida de facto de Polonia de la UE. El antiguo presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, considera que, aunque el poder actual no quiere provocar el “Polexit”, su actitud podría conducir involuntariamente a tal situación, como ya sucedió en el proceso inicial del Brexit. Así pues, algunos conservadores afirman su constante hostilidad contra la Unión Europea y otros miembros, mayoritarios, del mismo grupo político rechazan el traslado de competencias nacionales previsto por el funcionamiento de la UE en nombre del soberanismo polaco.
En realidad, hay que entender la posición del PiS como una gestión diferenciada de las obligaciones que incumben al Estado polaco por su pertenencia a la UE. El gobierno no ignora que más de 80% de la población es favorable a la UE. Tampoco ignoran que Polonia se beneficia de subvenciones europeas importantes y que se exponen a riesgos políticos – y electorales – al cuestionarlas por mantener una actitud contraria a los valores fundamentales de la UE. Además, en el reciente conflicto que opone Polonia a Bielorrusia a propósito de los refugiados bloqueados en la frontera oriental del país, el gobierno polaco es consciente de los beneficios políticos internacionales e interiores que puede obtener del apoyo de Bruselas.
Por ello, en vez de proceder a una oposición frontal, Varsovia opta por lanzar una serie de tests con los cuales evaluar la fuerza de sus posiciones. La firmeza continua de la Comisión Europea y del conjunto de los Estados miembros – excepto Hungría –, así como la ausencia de una tendencia euroescéptica en la opinión publica polaca, impiden la vía del enfrentamiento directo con la UE. Ahora bien, el gobierno polaco sigue de cerca la situación de otros Estados europeos donde emerge una tendencia política abiertamente a favor de una “Europa de las naciones”, o sea un desmantelamiento de las instituciones europeas.
Más allá de la dimensión interna, esta crisis polaca plantea el cuestionamiento jurídico del corazón del sistema comunitario: la prevalencia de las reglas europeas sobre las normas nacionales. Al no existir una constitución europea – rechazada en 2005- , Polonia crea con esta decisión un precedente que otros Estados euroescépticos como Hungría podrían utilizar. Refutar el carácter vinculante de la Unión Europea, incluyendo el conjunto de sus normas, conlleva el no reconocimiento de la UE en sí. Después del Brexit, las instituciones europeas, las cancillerías de los Estados miembros, y también todos los operadores del mercado europeo, ven en el desaire jurídico del Tribunal Constitucional polaco el riesgo serio de una brecha en el funcionamiento de la UE; lo a su vez que debilita el posicionamiento de ésta en sus relaciones con otras potencias internacionales como Rusia, China y Estados Unidos.
© Todos los derechos reservados