<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>El Gobierno español felicitó ayer “cordialmente” al nuevo Gobierno de Marruecos, que no contará con ministros islamistas por primera vez en una década y en el que seguirá Nasser Bourita al frente del Ministerio de Exteriores.</strong></h4> <strong>“El Gobierno de España felicita cordialmente al nuevo Gobierno de Marruecos nombrado por S.M. el Rey Mohamed VI y presidido por el jefe del gobierno, Aziz Akhannouch, tras las elecciones legislativas del pasado 8 de septiembre”</strong>, declaró el Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado. <strong>“España confía en trabajar con el nuevo Gobierno de Marruecos para adaptar nuestra asociación estratégica a la altura de las oportunidades y desafíos compartidos, sobre la base de la confianza, el respeto y el beneficio mutuo”</strong>, prosiguió el Ejecutivo de Pedro Sánchez. <strong>“Marruecos es un socio estratégico y un país vecino y amigo con el que España desea seguir desarrollando una cooperación modélica y fructífera en múltiples ámbitos, que contribuya a la estabilidad y prosperidad regional”</strong>, concluyó. El nuevo Gobierno marroquí estará presidido por <strong>Aziz Akhannouch</strong> (ex ministro de Agricultura y el segundo hombre más rico de Marruecos después del Rey) y estará conformado por tres partidos: las formaciones liberales Agrupación Nacional de Independientes (RNI, vencedora de las elecciones) y Partido Autenticidad y Modernidad (PAM) y el histórico partido nacionalista Istiqlal (PI). Por tanto, el Ejecutivo no contará con ministros islamistas, tras el derrumbe del Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD) en las elecciones. Aparte, <strong>mantendrá en el cargo de Exteriores a Nasser Bourita, el ministro que ha gestionado con mano dura la actual crisis diplomática con España </strong>y el acercamiento de su país a Israel a cambio del reconocimiento de la soberanía marroquí en el Sáhara Occidental por parte de Estados Unidos. El pasado 21 de septiembre, <strong>el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, mantuvo su primera conversación con Bourita desde el estallido de la crisis bilateral</strong>, una conversación telefónica en la que los dos ministros acordaron celebrar “una reunión en persona próximamente”. La crisis diplomática, la más grave en muchos años, estalló el pasado 18 de abril como consecuencia de la supuesta entrada irregular en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, quien fue trasladado desde Zaragoza a un hospital de Logroño después de contraer el COVID-19. La indignación de Rabat se tradujo en una entrada masiva e incontrolada de inmigrantes en Ceuta con la complicidad de las autoridades de Marruecos, así como en una llamada a consultas de la embajadora marroquí en Madrid y en toda una serie de acusaciones públicas contra España. <h5><strong>“Todas las señales que recibimos de Marruecos son buenas”</strong></h5> Aunque, en principio, el cambio de primer ministro no parece un elemento determinante en el futuro de las relaciones con España, la cercanía de Aziz Akhannouch al Palacio Real puede hacer las cosas menos complicadas que cuando el Gobierno estaba encabezado por islamistas moderados, ante los que el Rey siempre ha tenido prevenciones. La tensión se ha desactivado ligeramente en los últimos meses, sobre todo después de que el Rey Mohamed VI anunciase públicamente el pasado 21 de agosto el inicio de un proceso de reconciliación para poner fin a la crisis con España. Uno de los primeros elementos que podrían escenificar la apertura de esa nueva etapa de las relaciones sería la vuelta a Madrid de la embajadora marroquí, Karima Benyaich, llamada a consultas después de que España acogiera a Ghali. Algunos medios del país vecino anunciaron hace ya tiempo una inminente llegada de la embajadora, pero esta no se ha producido y varias fuentes consideran que Mohamed VI podría decidir pedir el plácet para otra persona, entre otras razones, porque Karima Benyaich mantuvo una posición de gran dureza respecto a España cuando se produjo la crisis. Otro acontecimiento que daría visibilidad a la reconciliación hispano-marroquí sería una posible visita a Rabat de Albares, elegido el pasado mes de julio por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para sustituir a Arancha González Laya, a quien los marroquíes consideraron la principal responsable del incidente con Ghali. El pasado miércoles, Albares declaró ante la prensa española en París que España estaba “a la espera” del nuevo Gobierno en Marruecos para intentar reanudar el acercamiento hacia este “gran amigo de España”. “Lo que nosotros queremos es una relación estratégica con Marruecos incluso más reforzada que anteriormente”, prosiguió. “El Rey de Marruecos, en su discurso del 21 de agosto, dejó muy claro que él supervisa personalmente -y eso es mucho para nosotros- el diálogo entre Marruecos y España y que quiere que esa relación esté basada en la confianza, en el respeto mutuo, en el beneficio mutuo, y el presidente del Gobierno le respondió con palabras similares”, recordó Albares<strong>. “Yo creo que, en estos momentos, todas las señales que nosotros recibimos de Marruecos son buenas y estamos en ese camino, en el camino de construir una relación aún más sólida”</strong>, concluyó. <h5></h5> <h5><strong>Marlaska sale en defensa de Rabat</strong></h5> En ese clima de reconciliación, ayer <strong>el titular de Interior</strong>,<strong> Fernando Grande-Marlaska, defendió a Marruecos,</strong> a sus llegada a una reunión de ministro del ramo en Luxemburgo, al ser preguntado sobre cómo responder a la instrumentalización de la migración que algunos países como Bielorrusia o Marruecos han llevado a cabo recientemente para presionar a los Veintisiete. <strong>Grande-Marlaska descartó que Rabat, a quien la UE apercibió cuando permitió el paso descontrolado de migrantes a Ceuta, sea un vecino que instrumentalice la gestión migratoria para presionar a la UE</strong>. "No comparto esas conclusiones sobre Marruecos", dijo.