<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>Otto Skorzeny llegó a España en 1951, hace justamente 70 años, protegido por el régimen de Francisco Franco. Antiguo alto mando de las SS y jefe del comando que en 1943 rescató a Benito Mussolini, montó una empresa en Madrid, sin renunciar por ello a sus actividades políticas nazis y antisemitas, y murió en 1975 en nuestro país, al que consideraba su “segunda patria”. </strong></h4> Nacido en 1908 en Viena, la ciudad natal de Adolf Hitler, Skorzeny fue <strong>uno de los más de cien oficiales nazis que, según figura en el Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores, se refugiaron en la España de Franco</strong>, entre los que figuraban elementos tan conocidos como el belga Léon Degrelle, miembro de las Waffen SS, exiliado en España desde 1945 hasta su muerte en 1994 y cuya extradición a Bélgica fue sistemáticamente rechazada por el régimen de Franco. Otto Skorzeny, alias <em>Cara Cortada</em> ( por una espectacular cicatriz en su cara, recuerdo de un duelo durante su época universitaria), se afilió al partido Nazi de Austria en los años treinta y durante la Segunda Guerra Mundial combatió en el Frente Oriental, concretamente en la invasión alemana de Yugoslavia y la Unión Soviética. En abril de 1943, fue nombrado coronel de las fuerzas de élite alemanas (las Waffen-SS), al mando de la unidad Friedentahler. <strong> </strong> Uno de los hitos de su trayectoria político-militar fue su participación directa en el rescate del dictador italiano <strong>Benito Mussolini</strong>, quien había sido apartado del poder y encarcelado por orden del rey Víctor Manuel III en julio de 1943. El <em>Führer</em> ordenó la <em>Operación Roble</em> para rescatar a Mussolini y designó personalmente a Otto Skorzeny para comandar la misión, que concluyó con la liberación del <em>Duce</em> sin que se efectuase un solo disparo. La operación fue de tal “audacia militar” que fue elogiada, en esos términos, por el mismísimo primer ministro británico, Winston Churchill. En mayo de 1945, tras la caída del III Reich y el suicidio de Hitler, <em>Cara Cortada</em> se entregó a los aliados. En 1947 fue procesado en Dachau por crímenes de guerra y, sorprendentemente, fue absuelto por falta de pruebas. Pese a ello, permaneció en prisión para responder de los cargos presentados por otros países, pero consiguió escapar ese mismo año del campo de concentración donde esperaba el juicio gracias a la ayuda de antiguos compañeros de las SS. <h5><strong><em>Cara Cortada</em> en Madrid: Evita Perón, Nasser e incluso Mossad</strong></h5> <strong>En 1951, Skorzeny se trasladó a Madrid</strong>, donde, gracias a la protección del régimen franquista, instaló su residencia permanente y empezó a dirigir una empresa de importación y exportación. Su estancia en España no le impidió seguir con sus actividades políticas, especialmente para ayudar a escapar a antiguos criminales de guerra nazis hacia Argentina. De hecho, el austriaco –quien se movía libremente por el mundo con un pasaporte español- efectuó numerosos viajes a este país sudamericano e incluso llegó a ejercer de escolta de <strong>Evita Perón</strong>, la esposa del presidente Juan Domingo Perón, con la que, según las malas lenguas, llegó a mantener relaciones más allá de las meramente profesionales. Aparte, a lo largo de los años cincuenta y sesenta compatibilizó sus actividades empresariales en Madrid con la labor de asesor militar del presidente egipcio <strong>Gamal Abdel Nasser</strong>, lo que incluyó el entrenamiento en tácticas guerrilleras tanto a las fuerzas armadas del país como a refugiados palestinos, entre ellos el mismísimo <strong>Yasir Arafat</strong>. En 1962 se produjo otro episodio rocambolesco en la vida del antiguo jefe de las SS, cuando fue contratado por el mismísimo servicio de espionaje israelí, el <strong>Mossad</strong> (según admitieron altos dirigentes de este grupo al diario <em>Haaretz</em>), a pesar de su indudable pasado nazi y, por tanto, antisemita. Los últimos años de Otto Skorzeny transcurrieron sin sobresaltos, entre Alcudia, en las Islas Baleares, y su piso en la Gran Vía de Madrid, desde el cual, según algunos documentos, siguió dirigiendo la <strong>red Odessa</strong>, integrada por antiguos miembros de las SS y que se encargaba de facilitar la evacuación de nazis a América Latina. “España es mi segunda patria y aquí terminaré mi vida”, declaró en 1970 al diario <em>ABC</em>. “No soy refugiado político, estoy en España porque me gusta”, añadió. Otto Skorzeny falleció en julio de 1975 en Madrid a causa de un cáncer de pulmón y fue enterrado en un ataúd envuelto con los colores de la bandera nacional-socialista.