Magia, secretos y riqueza… La errante historia de la Mesa del Rey Salomón tiene todos los ingredientes para excitar nuestra imaginación. Mucho más cuando varios expertos han indagado su supuesto paso por nuestro país ¿Qué hay de cierto?
Sin aclarar certezas, la Mesa de Salomón ha hecho soñar a investigadores y arqueólogos. No es para menos. El rey sabio grabó supuestamente en este objeto el verdadero nombre de Dios y la fórmula de la Creación, concediendo a su poseedor el conocimiento absoluto. Es el Shem Shemaforash, que se pronunciaba una vez año en el Templo. Algunos expertos afirman que su paradero no está en desiertos remotos o en montañas lejanas. Al contrario, hay hipótesis que la ubican en Toledo o Jaén. Un misterio hispánico a la altura de Indiana Jones.
Un objeto convertido en símbolo
¿Por qué nos atraen estas leyendas? El historiador toledano Antonio Casado encuentra una sencilla respuesta, “cuanto más desarrollada es una sociedad, más le llaman la atención las historias de tiempos remotos. Si van unidas a mitos y leyendas, más atractivo tienen. Por eso insisto en la conveniencia de una buena divulgación para acercar la Historia real a la sociedad”. Y es que “hay que distinguir el arquetipo mítico del objeto real, un mueble de acacia forrado de oro y ornamentado con piedras preciosas que usaban los sacerdotes hebreos para ofrendar panes a Dios”, añade.
Casado, autor del libro La Mesa de Salomón, de Oriente a Toledo, cree que “sí existió el objeto físico, pero no puede respaldarse la existencia de un objeto mágico. Un amigo antropólogo me decía que la pregunta correcta no es si existe el mal de ojo, sino qué supone que haya millares de personas que creen que existe. Con los objetos mágicos sucede lo mismo. La Mesa de Salomón fue un objeto litúrgico que para muchos trascendió y se convirtió en un símbolo de poderes sobrenaturales, independientemente de su existencia real o no”.
Idas y venidas
Lo que parece seguro, es que este objeto tras el saqueo de Jerusalén por las legiones de Tito, en el 70, fue a parar a Roma. Allí permanecería hasta el 410, cuando los barbaros de Alarico el Viejo se hicieron con ella. La Mesa formaría parte del Tesoro de los visigodos, el botín de sus conquistas.
Tras el establecimiento de este pueblo en las Galias, estos trofeos se custodiaron en Carcasona para ser llevados a Narbona, huyendo de los francos. Serían trasladados a Barcelona, nueva capital, en el 531 hasta que en el 546 la corte se queda en Toledo con sus ajuares. Y después, tras la invasión islámica de la península, se creyó que se le había perdido el rastro definitivamente.
Renace en boca de cronistas musulmanes al atribuir su hallazgo tanto a Musa como a Tariq. Ibn Abd al-Hakam refiere que «dicen Utman y otros historiadores… Tariq pasó a Toledo, entró en la ciudad y preguntó por la Mesa, pues no le preocupaba otra cosa, ya que era la mesa de Salomón, según decían las gentes del Libro. Y cuenta Yahya ibn Bukayr: fue invadido al-Andalus por Musa ibn Nusayr y tomó la mesa de Salomón y la corona”. Por contra, en el Ajbar maŷmúa, una narración del siglo XI, se describe que “Tarik llegó a una ciudad llamada Almeida (la mesa), nombre debido a la circunstancia de haber encontrado allí la Mesa de Salomón, hijo de David”.
¿Y si se quedó en Toledo?
Una de las supuestas localizaciones del tesoro visigodo era la Gruta de Hércules, que se identifica con un depósito romano de agua en el centro histórico, pero también con una cueva extramuros, en las afueras, y con una leyenda.
Según esta historia, el semidiós griego Hércules ordenó construir un palacio y, en su interior, una cueva prohibida a la que los reyes godos pusieron candados hasta que el último rey, Don Rodrigo, los rompió para pasar. Allí encuentra la imagen de unos guerreros orientales con la advertencia de que el rey que allí entrara vería su reino invadido por estos soldados. Y en otra sala de esta gruta, la Mesa de Salomón…
Más allá del mito de la Cueva, Casado recuerda que “el profesor Ruiz de la Puerta propuso su existencia identificándola con la Cueva de Higares, a 11 km de Toledo. Lamentablemente no hay base para afirmar que los visigodos guardaran en ella su Tesoro Sagrado porque nunca ha sido excavada ni explorada arqueológicamente”.
El investigador José Ignacio Carmona, por su parte, propone la Iglesia de Santa María de Melque como el destino final de la Mesa. Sería un lugar idóneo por su intrincada red de galerías. Carmona explica que en Toledo se hallaban los del “Saco de Benjamín”, la aristocracia judía que custodiaba los objetos sagrados. Antonio Casado no cree que haya motivos documentales ni arqueológicos para pensar que se guardase en Melque, cuyo secreto es, pues, más arquitectónico que místico, ya que no está claro siquiera que el edificio sea visigodo.
La pista jienense
Una tradición atribuye al obispo Alonso Suárez, la búsqueda de la Mesa ¡en plena Catedral de Jaén! Y el hombre tenía sus razones pues, según expertos como Juan Eslava Galán, sus paredes guardan contenidos iniciáticos para los que saben interpretar estas claves. En la piedra de la seo, el ojo avisado puede descubrir el llamado nudo de Salomón, el Bafomet templario y símbolos cabalísticos. Dice esta historia que algo encontraría pues el Obispado se entregó a un frenesí constructor impropio de sus modestos recursos.
Hay otra narración que refiere que, a mediados del XIX, el canónigo Muñoz Garnica, en compañía de personas poderosas, también escudriñó el templo tras la pista de este objeto sagrado. Como en el caso de Alonso Suárez, se habla de riquezas sin cuento que llegarían a manos del clérigo y sus secuaces. ¡Quizá convenga embarcarse en estas pesquisas!
El historiador Antonio Casado resta importancia a los que sitúan la Mesa de Salomón en Jaén pues “hay documentación que la menciona en Damasco, Bagdad Al-Rahba y Alepo”; y aclara que lo que se buscó en Jaén era el secreto del Sagrado Nombre de Dios, en unos documentos de la catedral que se cree inspiraron el símbolo de la llamada lápida templaria de Jaén. En cualquier caso, mito o realidad, esta antigua reliquia tiene un poder demostrable: mantener viva la llama de la persecución de los sueños. Tan solo con su busca ya sirve a este propósito.
Parador de Toledo
Desde este impresionante edificio podrás contemplar la mejor vista de este Patrimonio de la Humanidad. El alojamiento ideal para disfrutar la experiencia de la ciudad de las Tres Culturas
Parador de Jaén
El Parador de Jaén corona la ciudad desde la cumbre del Cerro de Santa Catalina. El parador es origen y destino para descubrir todo el encanto del Renacimiento andaluz.