<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>José Manuel Albares aseguró ayer, tras tomar posesión como nuevo ministro de Asuntos Exteriores, que una de las prioridades de su mandato será “reforzar las relaciones con los vecinos del sur, especialmente con Marruecos, nuestro vecino y amigo del sur”. Asimismo, se acordó a última hora de su antecesora para anunciar, durante su discurso por el traspaso de cartera, el “nombramiento honorífico” de Arancha González Laya como “asesora” del ministro.</strong></h4> “Es un día de mucha emoción porque vuelvo a casa”, afirmó Albares en sus primeras palabras tras el traspaso de cartera, que tuvo lugar en el Palacio de Santa Cruz horas después de <strong>prometer su cargo junto al resto de nuevos ministros en el Palacio de la Zarzuela, en presencia del Rey y del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez</strong>. El acto de Santa Cruz contó con la presencia de la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz; el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; los cuatro secretarios de Estado y la subsecretaria del Ministerio y los directores de AECID y el Instituto Cervantes. También asistieron el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, los ex ministros de Asuntos Exteriores Ana de Palacio, Marcelino Oreja y Josep Piqué y, por diversos motivos (Josep Borrell tenía que presidir el Consejo de Exteriores de la UE), ninguno de los ex ministros de Asuntos Exteriores de los anteriores Gobiernos socialistas. <strong>“No hay mayor honor para un español, sobre todo si es diplomático, que representar a España en el exterior”</strong>, pero “soy muy consciente de que asumo el Ministerio en tiempos muy difíciles para todo el planeta”, continuó. “Nunca antes habíamos tenido una crisis sanitaria mundial”, que ha derivado en una crisis económica y social y, “si no lo hacemos bien, se puede convertir en una crisis diplomática por los desequilibrios que la gestión de las vacunas y de la pandemia puede producir”, advirtió. No obstante, declaró el nuevo ministro, “somos España, y España no es cualquier país”, porque es un país “con voz y peso en Europa”. “Creemos en Europa y tenemos que seguir construyendo Europa”, especialmente ante la perspectiva de <strong>“la Presidencia de 2023, en la que tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos por España y por Europa”,</strong> añadió. España asumirá la Presidencia del Consejo de la UE en la segunda mitad de 2023, en plena recta final de la actual legislatura. Aparte, España forma parte de Iberoamérica en un mundo en el que <strong>“casi 500 millones tienen el español como lengua materna, y esa lengua debe oírse con fuerza en el mundo y estar en todos los ámbitos, desde la literatura hasta la Inteligencia Artificial”</strong>, agregó. Las otras grandes vocaciones geográficas de España, aseguró Albares, son <strong>el continente africano</strong> (sobre todo el Sahel y África Occidental), <strong>el Atlántico</strong> (tras la llegada a la Casa Blanca de “una nueva administración” cuya “visión sobre el multilateraletarlismo, los valores y el progreso del mundo es exactamente igual que la del Gobierno de Pedro Sánchez”) y el Mediterráneo y “ la vecindad sur, con la que debemos <strong>reforzar más las relaciones, especialmente con Marruecos, nuestro vecino y amigo del sur</strong>”. En cuanto a otros actores globales, como “Rusia, China e India”, tenemos que “ver cuál es la mejor forma de trabajar con ellos”. <strong>“Somos muy conscientes de que a los españoles no les pueden ir bien las cosas dentro si no hacemos las cosas bien fuera” </strong>y, por ello, España debe trabajar “con los socios y aliados” en asuntos como el cambio climático, la seguridad, la pandemia y las migraciones. <strong>“Ellos esperan el liderazgo de España, un país europeo, mediterráneo y transatlántico con vocación global”</strong>, declaró. “También debemos presentarnos al mudo cómo somos, un país democrático, con un Estado de derecho y una descentralización casi única en el mundo”, concluyó. Al término de su intervención, en la que no había hecho ninguna mención a la ministra ni a los equipos salientes, Albares interrumpió los inevitables aplausos para introducir una especie de <em>posdata</em>: <strong>“No quería que formara parte del discurso, pero quiero hacer aquí, ante todos, mi primer nombramiento. Quiero que Arancha González Laya sea mi asesora, porque has hecho mucho por este Ministerio y tenemos que agradecerte mucho”</strong>. <strong>“Mi primer nombramiento honorífico es que te nombro asesora mía”</strong>, añadió, sin más consecuencias. <h5><strong>Arancha González Laya</strong></h5> “Hace exactamente 546 días llegaba a España y me ponía al servicio de los españoles tras más de 20 años de servicio público internacional”, aseguró previamente Arancha González Laya en su discurso de despedida. “Hoy dejo el puesto, pero me mantengo firme en mi vocación de servicio público”, prosiguió. Su marcha, afirmó, <strong>es “un momento agridulce, dulce por los muchos logros alcanzados en un periodo tan corto y lastrado por el COVID”</strong>, como los fondos <em>Next Generation</em>, el levantamiento de los aranceles estadounidenses a productos españoles, el “principio de acuerdo sobre Gibraltar, que 300 años después supone un punto de inflexión en las relaciones con Reino Unido”; la política hacia América Latina y Caribe (con mención a la conferencia de donantes para los refugiados venezolanos), la estrategia en África, el “impulso de la vecindad sur”, la diplomacia económica, la celebración de la próxima cumbre de la OTAN en España, la “repatriación de 40.000 españoles durante la pandemia”, la “vacunación de personal exterior del Ministerio y de otros Ministerios” y la “estrategia de diplomacia feminista”, entre otros. Aparte, prosiguió, es <strong>“un momento amargo porque queda mucho por hacer”</strong>, como la reforma de la Cooperación al Desarrollo, el nuevo reglamento de la carrera diplomática o <strong>el “restablecimiento de relaciones plenas con nuestro vecino y socio Marruecos, desde el respeto y la responsabilidad”</strong>. Al final de su discurso, la ex ministra declaró que dejaba atrás sus comparecencias parlamentarias y “el ruido mediático, generado no siempre con la mejor intención”. En todo caso, concluyó, “los errores son solamente míos, los logros son de todo este Ministerio”.