Danka Savić
Embajadora de Bosnia y Herzegovina en el Reino de España
Hoy es 11 de julio, el día más triste en la historia moderna de Bosnia y Herzegovina, el día en que rendimos homenaje a las víctimas del crimen más terrible cometido en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial: el genocidio en Srebrenica, una ciudad de Bosnia y Herzegovina y entonces zona protegida de la ONU. El genocidio tuvo lugar en un Estado miembro de las Naciones Unidas, casi medio siglo desde la adopción de la Convención para la Prevención del Genocidio, por la cual el mundo civilizado definió su actitud y obligaciones frente a este terrible mal.
En una placa de mármol colocada en la zona del complejo conmemorativo de Potocari, Srebrenica, como recordatorio permanente de la escala de los crímenes cometidos, está grabado el número 8.372. El genocidio de Srebrenica fue condenado en tribunales internacionales y en tribunales de Bosnia y Herzegovina, Croacia y Serbia. Se han dictado las condenas a más de 700 años de prisión y se condenaron a casi 50 personas por ser los autores que ordenaron los crímenes y autores directos de los delitos cometidos.
Aunque los fallos judiciales lo confirman, lamentablemente todavía se niega el genocidio en Bosnia y Herzegovina. Por lo tanto, el 11 de julio es importante no solo por el recuerdo de las víctimas, sino también como una terrible advertencia de una lección que todos debemos aprender. Ivo Josipović, ex presidente croata, estos días, en vísperas del 26 aniversario de Srebrenica, advierte que quienes niegan el genocidio, quienes niegan lo que sucedió y el mal que hubo en Srebrenica, en realidad están sembrando las semillas de un nuevo mal y un nuevo futuro maligno.
«El genocidio es un crimen contra toda la humanidad y así es exactamente como debe tratarse», advierte Josipovic.
De las guerras devastadoras y aterradoras que marcaron el siglo pasado, después de la Segunda Guerra Mundial, nació una nueva Europa unida.
Bosnia y Herzegovina hoy, aunque todavía lucha con su pasado, desea sinceramente ser miembro, parte de una Europa progresista y democrática, a la que pertenece cultural y geográficamente e incluso por los horrores que sobrevivió.
Hoy celebramos el 11 de julio, con gran dolor y respeto por las víctimas y en una lucha constante por construir una sociedad sensibilizada ante todo tipo de mal, para reconocerlo y prevenirlo a tiempo.
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