Texto y fotos: Juan David Latorre.
En el marco de la celebración del Día del Orgullo LGBT 2021, desde la Embajada de Australia y la Embajada de Irlanda en Madrid tuvo lugar el pasado jueves el evento virtual El Orgullo no está en cuarentena.
La embajadora de Irlanda, Síle Maguire, presentó el acto señalando su “orgullo” por pertenecer a un país, Irlanda, que aprobó mediante referéndum por amplia mayoría el matrimonio gay allá en el año 2015. “Muchas personas de todos los rincones de Irlanda, en los meses antes de la aprobación, dieron a conocer sus historias en relación con el mundo LGBT. Fue increíblemente poderoso. La mayor parte de la sociedad irlandesa mostró a la población homosexual su apoyo de forma abrumadora.” “La aprobación del referéndum, prosiguió la embajadora, rompió un techo de cristal y de miedo, y fue una votación que proclamó nuestro intento de ser una sociedad tolerante.”
“España, Australia e Irlanda, finalizó la embajadora Síle Maguire, comparten la determinación de respetar la diversidad, pero también el compromiso de promover la tolerancia en nuestras comunidades, y es por eso que eventos como el de hoy son tan importantes.”
Seguidamente, Manuel Ródenas, abogado perteneciente al Colegio de Abogados de Madrid y coordinador del Programa LGTBI de la Comunidad de Madrid, abrió una mesa redonda donde tres ponentes, tres víctimas de homofobia y transfobia (Sonia, Sara y Álex) contaron sus experiencias en el campo humano, social y profesional, unas experiencias llenas de intolerancia, discriminación y de falta de respeto a los más elementales Derechos Humanos.
Después de ensalzar las políticas de Australia e Irlanda contra la discriminación del colectivo LGTBI, Manuel Ródenas indicó que “según datos de la Unión Europea, la comunidad Trans es el grupo social que sufre más rechazo y más discriminación de todos.”
Sonia señaló que actualmente la tasa de paro dentro del sector Trans supera el 80%, “y es que da igual el nivel de estudios que una persona transexual tenga, que directamente ya no tiene acceso al mercado laboral.” Esta activista alabó el papel de la asociación Transexualia, que está llevando a cabo proyectos de acercamiento y conocimiento previo para que las empresas “sepan del gran potencial que podemos ofrecer a dichas empresas” y en la búsqueda de las que tengan carácter y voluntad transinclusiva.
Habló seguidamente Sara, contando desgarradamente las continuas faltas de respeto y desprecio que ha sufrido durante su vida (insultos, agresiones verbales, palizas, empujones, tocamientos) y tristemente resaltó, aparte de terribles hechos padecidos, que “lo que he vivido me hace pensar que en España no existe ninguna comprensión de lo que somos. Nos tratan como si fuésemos bichos raros.” A Sara la tuvieron que convencer en un hospital, mediante un análisis que certificaba que tenía un 62% de estrógenos, de que no estaba loca, de que era una mujer. Y esto detuvo sus intentos de suicidio. “Soy muy española, me siento muy española, pero me avergüenzo de mi propio país por el trato que he tenido”, terminó entre sollozos Sara.
Por último, Álex, transexual de origen sudanés, que también ha sufrido racismo en España, ahondó en las mismas experiencias de sus compañeras no sólo en su país, del que huyó con 17 años, sino también en Europa (Ámsterdam) y España. Al igual que Sonia y Sara, Álex señaló que la principal medida para intentar solucionar este problema es la pedagogía. “La gran traba, indicó Sonia, es a nivel social, sobre todo. Si enfatizamos en que pueda haber una convivencia en los ámbitos social, laboral, familiar, etc., tiene que existir mucha pedagogía para que la sociedad entienda que somos más que trabajadoras sexuales o actrices… o enfermas mentales.”