<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>Guardando las distancias, los principales dirigentes de los partidos del centro y la derecha se unieron a la movilización ciudadana contra los indultos que Pedro Sánchez planea aprobar para sus aliados independentistas encarcelados por sedición y malversación de fondos.</strong></h4> La madrileña plaza de Colón fue de nuevo escenario de la <strong>protesta de los constitucionalistas</strong> contra el <strong>empeño del presidente del Gobierno en contentar al separatismo catalán</strong> a cambio de recibir su apoyo parlamentario <strong>para seguir en el poder</strong>. Pero a diferencia de la concentración de febrero de 2019, cuando Sánchez había aceptado hasta la presencia de un “relator” en sus negociaciones de igual a igual con <strong>el entonces presidente de la Generalitat, Quim Torra</strong>, la convocatoria y el protagonismo del acto corrió a cargo de <strong>una asociación cívica, Unión 78.</strong> Los representantes de los partidos se quedaron esta vez lejos del escenario, cada uno con sus fieles, tanto <strong>Pablo Casado por el PP como Inés Arrimadas por Ciudadanos y Santiago Abascal por Vox.</strong> Los oradores y convocantes, <strong>la ex dirigente del PSOE Rosa Díez y el escritor Andrés Trapiello</strong>, insistieron entre grandes aplausos de los congregados en que no se trataba de un acto de partido y que <strong>les congratulaba haber reunido a ciudadanos de todo el espectro ideológico, de derecha, centro e izquierda</strong>. Se felicitaron de congregar a miles de españoles con el fin de defender la democracia y la soberanía nacional, principios amenazados a su juicio por las componendas de Sánchez con los independentistas que empiezan este mismo mes por aliviar a sus jefes de la pena de prisión. Pese a la campaña en contra del Gobierno y los partidos del Ejecutivo de coalición, PSOE y Podemos, miles de ciudadanos llenaron la plaza de Colón y aún abarrotaron las calles aledañas como las de Goya, Génova, Serrano, Paseo de Recoletos, Paseo del Prado y el arranque de la Castellana. Para relativizar el éxito de la concentración, los medios gubernamentales insistieron en comparar la asistencia al acto con el de 2019, como si ahora no hubiera pandemia, y l<strong>a delegación del Ejecutivo en Madrid se apresuró a cifrar en 25.000 el número de los reunidos en Colón</strong> sin tener en cuenta que en la plaza el aforo estaba restringido para evitar aglomeraciones (lleno desde primera hora) y que la mayoría de los manifestantes se tuvieron que repartir por las calles aledañas. <strong>El cálculo de la Policía Municipal de Madrid multiplicó por cinco el número de concentrados, hasta los 126.000</strong>. Para convocantes y asistentes lo más importante era <strong>dejar evidencia de que existe contestación social a los planes de Sánchez</strong> que no dejan de ser los mismos de 2019, asegurarse el apoyo independentista. ERC es el partido que hoy preside la Generalitat de Cataluña y que tiene en prisión a su jefe<strong>, Oriol Junqueras</strong>, por encabezar con <strong>Carles Puigdemont</strong> el golpe al Estado de la intentona separatista del 1-O. El Ejecutivo de Sánchez reaccionó al éxito de la manifestación con el mismo guion empleado para intentar desactivarla previamente al etiquetar como “ultraderecha” a convocantes y asistentes. Según el argumentario acuñado en La Moncloa para defender los indultos de Sánchez, <strong>la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y la portavoz, María Jesús Montero, culparon otra vez al PP</strong> de que se quebrantara la legalidad en el referéndum ilegal de 2017 promovido por sus actuales aliados. La firme voluntad de Sánchez de indultar a Junqueras y compañía pese a rechazo de la Justicia, la oposición y parte de su partido (barones regionales y vieja guardia como<strong> Felipe González</strong>) quedó clara pocas horas después de disolverse la concentración. Tiene además prisa para pasar ese primer trago (luego vendrá la negociación con el sucesor de Torra,<strong> Pere Aragonés)</strong> para asegurarse el apoyo del bloque parlamentario de los separatistas con el fin de reactivar una legislatura que no acaba de arrancar y acometer proyectos que le den margen de mejora para su imagen personal.