Gabriel Cortina
Diplomado en Altos Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN)
Una de las citas más esperadas de la agenda política internacional es la reunión que dentro de unos días tendrán los presidentes de Estados Unidos y Rusia. El hecho en sí del encuentro es más relevante que el contenido de lo que puedan dialogar, pues como parte del juego geopolítico, caracterizado por la confrontación, la competencia y la cooperación, los principales actores están obligados a buscar puestos en común sobre sus intereses y sus áreas de influencia.
El último encuentro tuvo lugar en 2018 con Trump como protagonista, y a quien la realidad política internacional le ha dado la razón en muchos temas. Hoy es el turno de Biden, quien se sentará ante su homólogo ruso en el contexto de su primer viaje internacional como presidente. Observación para tener en cuenta: el ruso sigue, el norteamericano cambia. Llegará tras visitar el Reino Unido para participar en la reunión del G-7, y luego Bruselas para acudir a la cumbre de la OTAN, organización que manda porque es quien la paga. Rusia sabe que regresará al G-8, porque asumir la realidad de Crimea es cuestión de tiempo, aunque la mesa donde reside la capacidad de influencia es la del Consejo de Seguridad de la ONU.
El encuentro entre los dos presidentes servirá para tratar de limar asperezas tras una escalada de tensión y sanciones, y se anuncia como objetivo desde la Casa Blanca el restaurar la predictibilidad y la estabilidad de la relación entre Estados Unidos y Rusia. Este encuentro es fruto de la dinámica de tensión de la Guerra Fría y de los hechos sucedidos posteriormente, y tienen como escenario a Europa del Este, donde Norteamérica tiene aliados y necesita afianzar credibilidad, Rusia tiene su zona de influencia, y la Unión Europea tiene a Alemania, cuyos intereses cuentan.
No hay optimismo en la reunión, pero verse ya es un avance, con vistas a un posible starting point o como política de peldaños cortos. No hay agenda oficial de temas y no se van a resolver todos los problemas. Si bien aspectos como Corea del Norte, la proliferación nuclear, la situación de Oriente Medio, la inestabilidad de Ucrania y las sanciones económicas, o los sistemas de misiles son muy sensibles, no podemos olvidar el conflicto y las tensiones que no se ven, pero que cada vez tienen más importancia, y es la realidad del ciberespacio.
No perdamos la vista del contexto tras la reunión Biden-Putin. En los cambios geopolíticos y geoeconómicos presentes, hay que destacar el creciente poder de China a nivel internacional y la importancia del Indo-Pacífico para la prosperidad y la seguridad globales.
Los temas en donde sí puede haber cooperación son en aquellos relativos a la energía y el nuevo mercado que surge por las políticas de descarbonización, el medio ambiente y, sobre todo, el nuevo espacio que se está creando en el Ártico, donde ambos comparten una frontera ausente de conflictos y está abierta a oportunidades.
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