Menos conocida que su hermana granadina, la esencia de la Alpujarra almeriense despierta como un refugio adormecido entre valles y montañas. Hasta el siglo XIX existía solo una Alpujarra, es a partir de 1833 cuando se lleva a cabo la división provincial en España y desde entonces aparece dividida en dos provincias con idéntica idiosincracia.
Sierra Nevada sobresale por su vegetación, por contar con la flora endémica más importante de Europa gracias, entre otras características, a su altura y su baja latitud. Es por esa variedad junto con su paisaje y también su fauna, que en el año 1986 fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, tres años después Parque Natural, y en 1999 se le concedió la máxima protección ambiental existente en nuestro país, Parque Nacional.
Cuenta la leyenda que el rey nazarí Muley Hassem, padre de Boabdil, se prendó de Isabel de Solís, doncella cristiana a quien convirtió en su favorita bajo el nombre de Soraya. En venganza, la sultana Aixa alentó una guerra civil que acabó con la derrota del monarca. Abatido, Muley abdicó en su hermano El Zagal y abandonó Granada rumbo al exilio. Pero cayó enfermo de muerte en Mondéjar. Desde allí, Soraya hizo llevar su cuerpo al pico más alto de Sierra Nevada, que en su honor se llama Mulhacén. Leyendas aparte, lo cierto es que la Alpujarra Almeriense fue el último reducto del reino nazarí, donde estuvo desterrado Boabdil durante dos largos años antes de abandonar definitivamente la península.
Además de naturaleza, la Alpujarra almeriense cuenta con una interesante oferta cultural como los museos de Terque, en especial el dedicado a la uva de embarque; multitud de restos donde observar su importante pasado minero a través de senderos. también es cuna de poetas famosos como Francisco Villaespesa que le dedicó unas celebres palabra: ¡La Alpujarra es el balcón en donde se asoma España para ver, como en un sueño, las bellas costas de África, que a través del mar le envían sonrisas de enamorada!”.
El Parador de Mojácar, descubrir Almería todo el año
La imagen de Mojácar, con sus casas blancas arremolinadas colgando de la última estribación de la Sierra de Cabrera y a tan solo 20 minutos del Cabo de Gata, sorprende al visitante según llega. A pie de playa se encuentra el Parador de Mojácar. La temperatura media de 20 grados y más de 3.000 horas de sol al año hacen de este enclave un lugar privilegiado para disfrutar y descubrir Almería durante todo el año.
Su restaurante es un referente gastronómico en la zona. Su cuidada cocina, a base de platos con productos de temporada y cercanía, como pescados, arroces, cuajadera de sepia, gambas rojas de Garrucha, frutas y verduras de la huerta almeriense, lo convierten en un punto de referencia para los amantes de la buena mesa.