<h6></h6> <h6></h6> <h6><strong>Luis Ayllón</strong></h6> <h4><strong>Los embajadores de España en Rusia, Fernando Valderrama; y en Irán, Luis Felipe Fernández de la Peña</strong><strong>, siguen en sus puestos, a pesar de que la semana pasada cumplieron 70 años, la edad máxima de jubilación de los diplomáticos, como funcionarios del Estado que son.</strong></h4> El mantenimiento de los diplomáticos en sus cargos <strong>no es ninguna anomalía legal</strong>, porque se trata de nombramientos aprobados por el Consejo de Ministros y pueden continuar hasta que se publique su cese en el Boletín Oficial del Estado. Sin embargo, <strong>lo habitual es que, al llegar a la edad de jubilación,</strong> <strong>los diplomáticos que están al frente de una Embajada sean cesados,</strong> salvo que expresamente haya una decisión de que continúen en el puesto por algún tiempo. Así sucedió a finales del pasado mes de noviembre con el entonces <strong>embajador en Londres, Carlos Bastarreche,</strong> quien, a petición del Ejecutivo, siguió en el puesto durante los momentos en que comenzaba el Brexit. No obstante, Bastarreche pidió voluntariamente dejar el puesto en los primeros días de febrero. En los casos de los embajadores <strong>en Teherán y en Moscú</strong> -dos experimentados diplomáticos en sendos destinos importantes en estos momentos en la política internacional-, no ha habido, según supo <em>The Diplomat</em>, <strong>ninguna comunicación a los interesados de que se les prorroga su estancia</strong> por algún tiempo determinado, pero tampoco el Consejo de Ministros ha acordado hasta ahora su cese. En cualquier caso, <strong>el Gobierno no ha solicitado todavía ni a Irán ni a Rusia el plácet para sus posibles sustitutos</strong>, por lo que, si se produjera el cese de los embajadores, al frente de las representaciones diplomáticas tendrían que quedar los “números dos”, como encargados de Negocios. Es decir, esas dos embajadas <strong>se sumarían a la situación que viven ya otras tres: la de India, desde hace siete meses; la del Reino Unido, desde hace casi cuatro meses; y la de Bosnia-Herzegovina, desde hace otros dos meses.</strong> <strong>Para ninguna de ellas el Gobierno ha nombrado aún embajador, pese a que sabía desde hace tiempo que sus titulares llegaban a la edad de jubilación</strong>, algo que, entre los diplomáticos, está causando bastante perplejidad y, en algunos casos inquietud, cuando no malestar. En los ambientes diplomáticos se culpa, sin reservas, de la que ocurre a la<strong> tardanza de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, en tomar una decisión.</strong> No hay motivos externos que lo justifiquen y tan sólo rumores de que González Laya quiere <strong>examinar con detalle las candidaturas</strong> que le han sido presentados y de que estaría tratando de encajar las piezas de forma <strong>que pudieran ser nombradas el mayor número posible de mujeres</strong> para cubrir esas Embajadas, número que podría estar entre 15 y 20, para cumplir con los objetivos que se enmarcan en la llamada “política exterior feminista”. A finales de noviembre del pasado año, <strong>el Ministerio convocó el conocido en el argot diplomático como “embabombo”, un concurso para proceder al relevo de 32 embajadores</strong>, una convocatoria a la que se presentaron unos 140 diplomáticos que aspiraban a alguno de los puestos. <strong>Antes de las fiestas de Navidad, González Laya tenía ya sobre su mesa las ternas presentadas</strong> por el equipo de altos cargos de su departamento encargado de hacer una selección de las propuestas en atención a los méritos y antigüedad de los solicitantes. Sin embargo, <strong>González Laya no ha adoptado ninguna decisión y no ha respondido a las indicaciones que desde su equipo y desde las asociaciones de diplomáticos le hacen</strong>, recordándole que, tanto quienes sean elegidos como quienes no lo sean, necesitan saber la resolución con tiempo suficiente, ya que los traslados de destino tienen implicaciones familiares (encontrar colegios para los hijos, etc) y logísticas, especialmente en estos tiempos de pandemia en que los desplazamientos son más complicados. De hecho, varios de los embajadores salientes han sufrido las consecuencias del bloqueo, al no haber podido solicitar un nuevo destino en el concurso general de provisión de puestos en el exterior, porque una norma del Ministerio les impide concursar hasta que no haya sido pedido el plácet para su sucesor en la Embajada. No hay, en estos momentos, indicios de que <strong>la ministra</strong> vaya a desbloquear el asunto de manera inmediata, porque ahora <strong>se encuentra mucho más preocupada por la crisis diplomática con Marruecos o las presiones sindicales para que se proceda a la vacunación</strong> del personal en el exterior, además de que ha acompañado al Rey a la toma de posesión del nuevo presidente de Ecuador, Guillermo Lasso. Lo cierto es que, aunque González Laya adoptara una resolución en los próximos días, e<strong>l Gobierno no podría proceder al nombramiento de nuevos embajadores hasta dentro de uno o dos meses</strong> como mínimo, que es el tiempo que suelen tardar los países receptores en conceder el plácet. Más allá de las cuestiones internas,<strong> la demora en el nombramiento de embajadores no favorece la imagen exterior de España</strong> en los países en que las representaciones están vacantes desde hace tantos meses. Entre otras coas se puede dar la impresión a esos países de que no se les considera importantes para España. El caso más relevante es el del<strong> Reino Unido, donde España está sin embajador desde febrero</strong>, en un momento en que se está produciendo la adaptación de la nueva relación británica con España y el resto de Europa, tras el Brexit. Aunque cuenta con un encargado de Negocios, el nivel de interlocución con las autoridades del país nunca es el mismo que el de un embajador, y hay quien piensa que eso ha afectado, por ejemplo, en el hecho de que Londres mantenga aún a España en su lista ámbar por la pandemia. Eso obliga a quienes viajen a nuestro país a guardar cuarentena a su regreso al Reino Unido, lo que supone un claro freno a la llegada a España de turistas británicos y, en consecuencia, un claro golpe al sector turístico español. El puesto de embajador en Londres es uno de los más codiciados entre los diplomáticos y en su elección suele intervenir el presidente del Gobierno, pero algunas fuentes señalan que González Laya habría descartado ya cinco o seis candidatos propuestos. Llama también la atención <strong>el caso de India, sin embajador desde finales de octubre</strong>, -en que se jubiló José Ramón Barañano-, a pesar de que se trata de un gran país, en el que muchas empresas españolas tienen importantes intereses. No hay ningún motivo objetivo que justifique el retraso en nombrar nuevo embajador. La grave crisis que atraviesa India por el COVID ha cogido, en consecuencia, a España sin embajador. <strong>Bosnia-Herzegovina lleva también dos meses con la Embajada vacante,</strong> sin nada que lo justifique, tras la jubilación de José María Valdemoro. La situación se puede repetir en <strong>otros dos destinos importantes en el ámbito internacional y en las relaciones con España</strong> por diferentes motivos, como son Irán y Rusia, salvo que el Gobierno decida expresamente prorrogar durante un tiempo el mandato de los actuales embajadores hasta que elija las personas que serán sus sustitutos.