<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>El desastre electoral cosechado por Pedro Sánchez en Madrid, incluso con trasvase de voto socialista a la candidata de la derecha, Isabel Díaz Ayuso, airea y agrava las peleas internas en los partidos que forman la coalición en el Gobierno: el PSOE y Podemos. </strong></h4> <span style="font-weight: 400;">La crisis ha cambiado de bando, de la oposición a las formaciones en el poder, y <strong>la legislatura pasa del bloqueo controlado desde La Moncloa al desgaste de su inquilino</strong> cuando tiene que enunciar al menos <strong>medidas económicas para las que no tiene mayoría parlamentaria</strong>.</span> <span style="font-weight: 400;">Los comicios autonómicos, forzados por el propio Sánchez en su afán por hacerse con el feudo del PP, han <strong>desestabilizado todo el entramado de equilibrios internos</strong> y planes de permanencia en el poder <strong>de socialistas y podemitas</strong>. En el caso del PSOE hasta han resucitado a la vieja guardia del partido, con Felipe González al frente, siempre crítica con la apuesta sanchista de pactar con la extrema izquierda de Pablo Iglesias y los partidos secesionistas, Bildu incluido.</span> <span style="font-weight: 400;">Además, se amplían las grietas internas con las primeras reacciones de la dirección socialista para tapar su fracaso:<strong> forzar abandonos o dimisiones en Madrid (Ángel Gabilondo)</strong> como si alguna decisión sobre la estrategia, los candidatos y la campaña se hubieran tomado en Madrid; expulsar del partido al único presidente autonómico que el PSOE ha tenido en Madrid,<strong> Joaquín Leguina</strong>, y también al expresidente de los socialistas vascos, <strong>Nicolás Redondo</strong>.</span> <span style="font-weight: 400;">Sánchez, tras el fiasco en Madrid, se ha decidido a tutelar la única federación de su partido que no controla, la andaluza, y forzar la retirada de su antigua adversaria, <strong>Susana Díaz</strong>. Y también ha logrado resucitar a la expresidenta de la Junta, dispuesta a dar la batalla en unas elecciones primarias frente al aspirante oficialista, <strong>Juan Espadas</strong>.</span> <span style="font-weight: 400;">Todos los dirigentes y exdirigentes del PSOE críticos, desde Díaz a González, tendrán en los próximos meses voz, barra libre de altavoces y hasta voto interno para censurar en público a Sánchez.</span> <span style="font-weight: 400;">Frente a ese posible desgaste de imagen, el presidente del Gobierno tiene como <strong>gran baza para su estabilidad el manejo directo por su gabinete de los 70.000 millones de euros en inversiones que tienen que llegar de la UE</strong> para paliar la crisis económica. Es la ventaja que en enero le brindó Vox en el Congreso al abstenerse en el consiguiente decreto ley sobre los fondos europeos.</span> <span style="font-weight: 400;">Pero el Gabinete de Sánchez tendrá que ir concretando en los próximos meses sus<strong> medidas económicas más impopulares</strong> (pensiones e impuestos) y sus previsibles renuncias, como la de la contrarreforma laboral, con un partido en inesperada ebullición y unos socios, <strong>Podemos, en pleno proceso de relevo por la espantada de Pablo Iglesias.</strong></span> <span style="font-weight: 400;">El estrepitoso fracaso general de la izquierda en Madrid precipitó o sirvió de coartada al líder de Podemos para dejar la política. Aligera de extremismo al Gobierno de Sánchez, el único en Europa con ministros comunistas, pero obliga a sus sucesores a velar por las cuotas de influencia en las medidas del mismo Ejecutivo.</span> <span style="font-weight: 400;">La crisis en Podemos está servida con la escisión de<strong> Iñigo Errejó</strong>n triunfante en Madrid frente a los podemitas “auténticos”, la vicepresidenta y ministra de trabajo, <strong>Yolanda Díaz</strong>, como heredera oficial de Iglesias en el Gobierno de coalición y la carrera abierta por la dirección orgánica de Podemos ante el próximo congreso del partido.</span> <span style="font-weight: 400;">La aspirante oficialista para la sucesión de Iglesias resulta ser otra ministra,<strong> Ione Belarra</strong>, del sector más extremista de la formación y cuya estrecha amistad con <strong>Irene Montero</strong>, mujer de Pablo Iglesias, marca su corta carrera política. Iglesias se va al sector privado y deja encarrilado el reparto de su herencia en el Gobierno y en el partido sin salir de su estricto clan familiar y personal.</span>