<h6><strong>Ángel Collado</strong></h6> <h4><strong>La obsesión de Pedro Sánchez contra el principal reducto de poder del PP, la Comunidad de Madrid, ha desembocado en una convocatoria electoral para el 4 de mayo que servirá para medir el desgaste del propio presidente del Gobierno y las posibilidades de reunificación del centro derecha.</strong></h4> Es una situación inédita en la historia democrática de España que el jefe del Ejecutivo asuma como principal reto personal, además de político, desalojar al principal partido de la oposición de un ejecutivo autonómico que en este caso dirige <strong>Isabel Díaz Ayuso.</strong> Sánchez se enfrenta ahora a esos comicios cuando la pandemia entra en su segundo año de devastación y retirado desde hace seis meses de la primera fila de la gestión de la crisis para dejar en manos de los gobiernos regionales la responsabilidad de paliar sus efectos. Se trata de una maniobra sin paragón en el resto de países de la Unión Europea, aquí denominada “cogobernanza” por los cerebros del Palacio de La Moncloa para amortiguar el posible desgaste de imagen de su jefe en las sucesivas olas de la Covid, después del desastre en la gestión de la primera. Y sobre ese proceder van a poder expresarse los madrileños en las urnas. <strong>Ayuso frenó con la convocatoria de elecciones la operación de Pedro Sánchez para desalojar al PP de la Comunidad de Madrid</strong> vía moción de censura (con el apoyo de Ciudadanos) y dar el empujón final a la oposición tambaleante que encabeza <strong>Pablo Casado</strong>. Con todo su equipo, el presidente del Gobierno se pone sin disimulo y desde el principio al frente de la campaña del PSOE y tendría que aceptar como propio el posible fracaso ante Díaz Ayuso si la dirigente del PP logra mantenerse en el poder. Ese fracaso sería inevitablemente personal y el primero evidente para Sánchez desde que montó en junio de 2018 la moción de censura contra<strong> Mariano Rajoy</strong> y se hizo con el poder. Para el jefe del Ejecutivo el objetivo en Madrid es ahora una carambola de resultados que permitiera formar un gobierno de socialistas y comunistas. Se trasladaría a Madrid el modelo del gobierno central y permitiría a Sánchez ejercer el poder con la oposición todavía más desarticulada, sin capacidad de presentar alternativa. Pero solo una encuesta, la del desprestigiado CIS, permite augurar una posible mayoría de izquierdas. Más allá del ego de Sánchez, <strong>una posible derrota socialista no tendría que afectar a su gobierno directamente.</strong> PSOE y Podemos se necesitarán igual para seguir en el poder. <strong>En la derecha,</strong> las elecciones en Madrid serán su <strong>gran prueba para ver si Casado acierta a resolver la ecuación con el objetivo de reunificar el antiguo espectro político del PP</strong>, el que abarcaba todo lo que no era izquierda en España. Su objetivo es directamente la desaparición de Ciudadanos como competidor en el llamado centro político y contener al menos el crecimiento de Vox por su derecha. <strong>Casado necesita una mayoría abrumadora de Díaz Ayuso</strong> que, si no es absoluta, deje a los de Santiago Abascal en una posición residual y sin capacidad para condicionar las decisiones fundamentales del nuevo ejecutivo regional. El presidente del PP podría así asentarse en el cargo y promocionar hasta el fin de la legislatura la unidad del centro derecha como única vía para cambiar el gobierno de izquierdas. Lo contrario,<strong> perder Madrid, le aseguraría que se extendieran las dudas sobre su capacidad de liderazgo</strong> y, a la larga, movimientos internos para relevarle antes de las elecciones generales. <strong>La presidenta autonómica</strong>, apuesta personal de Casado desde que se puso al frente del PP, <strong>también se lo juega casi todo</strong> (el puesto de entrada), aunque una victoria amplia pero insuficiente ante una hipotética suma de la izquierda pueda dejarla como jefa de la oposición. Los actores secundarios en estos comicios dirimen directamente su capacidad de supervivencia. En el caso de <strong>Ciudadanos, desaparecer de la Asamblea de Madrid supondría anticipar el fin del partido</strong> a mitad de la legislatura nacional. Para Podemos la propia candidatura de <strong>Pablo Iglesias </strong>es muestra de su <strong>temor cierto a convertirse en formación extraparlamentaria</strong> en una región en la que ya sufrió una escisión, la de <strong>Íñigo Errejón,</strong> opción algo menos radical y populista que Podemos. Iglesias ha pasado en tres años de disputar le hegemonía de la izquierda al PSOE en toda España a competir con Ahora Madrid para no ser el último partido en la Comunidad.