Jesús A. Garcia-Rojas
Analista de Política Internacional
“Ningún ser humano cabe en un solo diagnóstico. Pasa mucho tiempo para darse uno cuenta de ello”, y el ya ex presidente Trump, como humano, es beneficiario de ese diagnóstico que nos dejó Manuel Vilas. Es el único presidente en la historia republicana de los Estados Unidos de América que ha sido sometido dos veces al procedimiento de Impeachment. Con el agravante que en la votación de los representantes en el congreso americano, diez legisladores de su propio partido votaron contra él.
Sumemos tres hechos adicionales que se le endosan a la gestión de Trump: su partido, el Republicano, acaba de perder la mayoría en el Senado, crucial para muchos procedimientos legislativos. Igual perdió la mayoría en la cámara de Representantes en la anterior elección de medio término y, adicionalmente, ha creado una profunda división en el GOP (Grand Old Party) como también se conoce su partido. Es muy interesante, pues es un hombre de negocios actuando en la política y convertido en presidente del país mas poderoso del planeta. Ríos de tinta están a la espera.
El procedimiento del Impeachment continuará. Nancy Pelosi, demócrata de California y speaker de la Cámara, ya lo ha enviado al Senado donde probablemente será aprobado. Cuando esto suceda ya Donald J. Trump habrá abandonado la Casa Blanca. En su discurso conclusivo defendiendo el Impeachment, el líder de la mayoría demócrata y legislador por el estado de Maryland, el experimentado Steny Hoyer, dejó muy claro: “Estamos dando esta batalla en razón de nuestros principios. De nuestras convicciones y por apego a la Constitución americana.” Con lo cual no se trata de sacar a Trump de la oficina oval, pues desde hoy ya ha dejado el cargo con mayor poder real en el mundo. Se trata de crear un precedente para la historia, y de paso anular el futuro político de Trump, quien hoy día aun goza de una popularidad cercana al 75% en las bases republicanas. Básicamente al ex presidente se le acusa de “estimular, inspirar y organizar un ataque contra el Congreso de los Estados Unidos”.
Es indudable que antes de irse, Trump ha buscado dejar la duda flotando en el ambiente en relación al resultado de las últimas elecciones presidenciales, aunque ninguna prueba objetiva haya sido aportada. Miente una y otra vez, que algo queda. Creemos que el principal cancerbero del candidato Trump ha sido el COVID-19, cuyo manejo ha sido pésimo ante la carencia en Estados Unidos de un Sistema de Sanidad Pública con músculo propio. Estados Unidos es el país más golpeado por la pandemia, en personas infectadas -mas de 23 millones- y número de fallecidos a causa del virus, mas de 390.000 hasta la fecha de hoy. Sin embargo, más allá de lo obvio, ésta coyuntura nos deja varias lecciones. Una de ellas, inalienable, es que ni siquiera el Presidente de los Estados Unidos puede saltarse la Ley de gratis. Otra, que en ese país existe un complejo mecanismo político y jurídico de control, balances y contra balances que permite someter, juzgar y condenar, cuando se den las condiciones, incluso al inquilino de la Casa Blanca.
En su “Democracia en América”, Tocqueville expresó que la “Igualdad” era la mayor idea social y política de su tiempo, y que los Estados Unidos ofrecían el mas avanzado ejemplo de la Igualdad en acción. Hoy queda demostrado y la democracia americana sale fortalecida. Otra experiencia asociada a este hecho es la suspensión del acceso de Trump a algunas redes sociales, hecho que puede ser valorado como censura y un ataque a la libertad de expresión, pero también como el deber de impedir que el ex presidente alentara un hecho violento, masivo e ilegal, haciendo uso irregular de esas redes. Y otra arista es el tamiz de racismo por la diferente forma, medios y resultados con que las fuerzas de seguridad en Washington DC gestionaron las protestas ocurridas por parte del “Black Lives Matter” y “Antifa” en junio pasado, donde los manifestantes eran en su mayoría negros y fueron enfrentados con violencia, sin ninguna consideración y que produjo cientos de detenidos; en comparación con los asaltantes al Capitolio, donde casi todos eran supremacistas blancos, y encontraron pocos agentes policiales y débil resistencia, solamente unas decenas de detenidos y donde se observa a algunos agentes policiales en cordial dialogo con riots.
Mas allá del Biden´s Inaguration Day, es “justo y necesario” recordar algunos hitos de la era Trump. En el ámbito interno, estimuló la economía americana y logró indices de desempleo históricamente bajos, de hasta 3,5% en Dic 2019. Casi empleo total. El índice Dow Jones de la Bolsa de valores de New York ha subido a valores récord. Nombró TRES magistrados a la Suprema Corte que está conformada solamente por nueve “justicieros” con carácter vitalicio, lo cual inclina la balanza hacia el lado conservador, además nombró 54 magistrados a las Cortes de Apelación -nivel inmediato inferior a la Suprema Corte-, mientras Obama solo nombró 30 en sus dos períodos, y en general nombró 24% de los jueces activos.
En el ámbito internacional también Trump puede exhibir cosas interesantes. Vapuleó a sanciones de todo tipo a los regímenes mas antidemocráticos y criminales que existen en el continente americano, valga decir Cuba y Venezuela. Se comprometió con la restauración de la democracia en éste país petrolero aunque no logró desbancar al dictador Maduro. Igual cosió a dardos a la teocracia iraní, comenzando por la eliminación de Qassem Soleimani. En el área medioambiental, Trump apostó por una desregulación excesiva y retiró a los Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, generando fuertes críticas desde movimientos ambientalistas. Realizó movimientos diplomáticos que apuntalaron procesos de pacificación, como el caso de Kim Jong-Un en Corea del Norte, el diálogo entre talibanes y el gobierno afgano, y los acuerdos entre varios países musulmanes e Israel. Trump no comenzó ninguna guerra. Denunció y detuvo el avasallador avance de China contra la economía americana, en la cual gozaba de ventajas comerciales injustas. Siempre dejó algo claro: “América primero”. Es su país.
Su mayor vanidad? Creo que ha sido el muro en la frontera sur, el cual convirtió en un mantra para reducir la inmigración ilegal. Hoy día hay construidos cerca de 600 kilómetros de una frontera de más de 3.000.
Curiosidad? Gobernó casi a través de Twitter …
Y finalmente. No, México no pagó el muro.
© Todos los derechos reservados