Don Pramudwinai
Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores del Reino de Tailandia
A medida que nos acercamos al final de este año tan difícil debido al COVID-19, los tailandeses de todo el mundo conmemoran nuestro Día Nacional el 5 de diciembre, día en que también celebramos el cumpleaños de Su Majestad el difunto Rey Bhumibol Adulyadej El Grande, el Día del Padre Tailandés y el Día Mundial del Suelo. Todas estas ocasiones nos recuerdan cómo nuestra nación ha evolucionado hasta ahora y qué fuerzas institucionales han mantenido tal progreso en movimiento.
Los viejos amigos de Tailandia podrían estar familiarizados con las historias sobre la monarquía, cuya dedicación a la construcción de la nación y el desarrollo están intrínsecamente entrelazadas con cada capítulo de nuestra historia. El apreciado compromiso de la familia real con el bienestar de su pueblo se reconoció especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Tailandia tuvo que reunir toda su fuerza y recursos para combatir la pobreza y mantener la seguridad. El reino fue entonces bendecido con la fuerza de voluntad para superar esos problemas cuando Su Majestad el Rey Bhumibol Adulyadej El Grande, cuyo nombre casualmente significa «Fuerza de la Tierra, Poder Incomparable», accedió al trono en 1946 a la edad de dieciocho años.
Como monarquía constitucional, el soberano no posee ningún poder más allá de sus deberes ceremoniales. No obstante, el Rey y los miembros de la familiar real tienen la libertad de iniciar actividades caritativas y desarrollar proyectos con el fin de complementar los esfuerzos del gobierno. A lo largo de los 70 años del reinado de Su Majestad el Rey Bhumibol Adulyadej El Grande, se iniciaron alrededor de 4.877 proyectos reales en diversos campos para reducir las diferencias de desarrollo en todo el país. Si bien la mayoría de los proyectos fueron apoyados económicamente por el gobierno, muchos de ellos fueron financiados en su totalidad por los fondos personales de Su Majestad.
Cuando comencé a trabajar en el Ministerio de Asuntos Exteriores en la década de 1970, estos proyectos de desarrollo se estaban cristalizando. Recuerdo cómo los tailandeses seguían con interés los reportajes televisivos de las visitas del Rey al interior del país cada noche. Los tailandeses valoraban y se familiarizaban con las imágenes del Rey sosteniendo en sus manos un mapa arrugado y desgastado por el uso y una cámara colgada del cuello, con el sudor goteando de su frente, interactuando atentamente con los lugareños para comprender sus preocupaciones y el entorno.
Asimismo, la monarquía y el pueblo siempre han tenido un contacto estrecho e íntimo, lo que ha permitido a ambas partes desarrollar un tipo de relación de parentesco, en lugar de una de naturaleza autoritaria. Por lo tanto, designar el 5 de diciembre como el Día del Padre se originó en base al genuino sentimiento del pueblo, que apreciaba a su amado Rey como una figura paterna – un pilar de fuerza en el que uno siempre podía confiar cuando lo necesitaba. De hecho, fue durante los turbulentos años de la Guerra Fría cuando Su Majestad guió a su pueblo a través de algunos de los momentos más difíciles de Tailandia.
Un punto importante que vale la pena destacar es la costumbre de que la monarquía esté al lado del pueblo y mejore su bienestar. Por ejemplo, recuerdo que fue también en los años 70 cuando Su Alteza Real la Princesa Srinagarindra, la abuela de Su Majestad el actual Rey, estableció dos fundaciones para el desarrollo de la comunidad.
La primera es la Fundación Mae Fah Luang bajo el patrocinio real, fundada inicialmente con el nombre de “Fundación de Artesanía de las Colinas Tailandesas” y con el objetivo de crear medios de vida y generar ingresos para las minorías étnicas del norte de Tailandia. La segunda es la “Fundación de Voluntarios Médicos de la Princesa Madre”, establecida en 1974, año en que me incorporé al Ministerio de Relaciones Exteriores. La Princesa hacía viajes frecuentemente a aldeas remotas, llevando consigo un equipo médico para tratar a cualquier persona enferma o herida durante su visita. Este gesto resulta importante porque en ciertas zonas remotas del país, el acceso a los servicios de salud pública era bastante limitado. Los apátridas que vivían a lo largo de las zonas fronterizas también recibían tratamiento. La Fundación es un testimonio vivo de su espíritu y su servicio comunitario no discriminatorio en materia de salud pública, que aún hoy continúa vivo.
Poco después, en 1976, Su Majestad la Reina Sirikit, La Reina Madre, creó la “Fundación de Apoyo” para preservar las técnicas artesanales tradicionales y promoverlas como fuentes suplementarias de ingresos para los agricultores que disponen de tiempo libre después de la cosecha.
En los años noventa y hasta los años 2000 e incluso después, tuve muchas oportunidades de celebrar las contribuciones reales al desarrollo nacional. Una de las ocasiones más memorables fue la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas al declarar el 5 de diciembre como Día Mundial del Suelo, con el fin de destacar la importancia de un suelo sano para el desarrollo sostenible y conmemorar la defensa de Su Majestad el Rey Bhumibol Adulyadej El Grande en este campo. La agricultura era uno de sus temas favoritos, ya que es vital para el sustento de nuestro pueblo.
La Tailandia actual es completamente diferente a aquella durante la cual yo era un diplomático junior. El crecimiento económico de los últimos tres decenios ha elevado al país a la categoría de ingresos medios altos y ha urbanizado el estilo de vida de la mayoría de los tailandeses y la forma en que perciben el mundo. Los mecanismos del Estado han madurado y se han vuelto más eficaces para atender las quejas de la población. Los tailandeses son más autosuficientes, están mejor educados y tienen acceso a oportunidades para tener mejores perspectivas en la vida.
En un mundo en rápida evolución en el que el contacto humano parece estar dominado por interacciones virtuales, muchas personas han olvidado cómo la monarquía ha defendido al pueblo tailandés en las buenas y en las malas, y ahora a menudo dan por sentada la monarquía. Algunos, entre ellos las generaciones más jóvenes, más seguras y expresivas, ni siquiera están seguros de cómo relacionar la institución con su vida cotidiana, ya que, al contrario que mi generación, no crecieron al tiempo que experimentaban cómo la monarquía participó directamente en la mejora de los medios de vida del pueblo tailandés y la condición de Tailandia en el ámbito internacional.
Sin embargo, en tales tiempos, la monarquía siempre se ha mantenido firme en su convicción y nunca ha dejado de ayudar al pueblo, a menudo en silencio, sin esperar nada a cambio.
El año pasado el mundo vio la grandeza ceremonial de la Coronación del Rey Rama X, o Su Majestad el Rey Maha Vajiralongkorn Phra Vajiraklaochaoyuhua. En su juramento de adhesión, se comprometió a «atesorar, preservar y construir sobre nuestro patrimonio […..] para el gran bien del pueblo». Su Majestad nunca ha olvidado el solemne compromiso de continuar con la práctica real de ayudar y capacitar al pueblo tailandés para ser autosuficiente.
Su Majestad ha apoyado las iniciativas reales de sus reales padres y otros miembros de la familia real en numerosos esfuerzos. Muchos de ellos se centran en la promoción del desarrollo sostenible, contribuyendo así a los logros de Tailandia en los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. Por ejemplo, desde 1978, Su Majestad ha inaugurado estratégicamente 21 hospitales Somdej Phrayuparaj en las zonas más remotas del país, donde más se necesitaban. Más actualmente, Su Majestad hizo importantes donaciones de equipo médico durante la pandemia del COVID-19, apoyando el ODS 3 sobre la buena salud y el bienestar. En cuanto a la educación, Su Majestad creó la “Fundación de Becas del Príncipe Heredero Maha Vajiralongkorn”, que ha proporcionado becas a 1.764 estudiantes para recibir una educación adecuada desde la escuela secundaria hasta la universidad. Esto se corresponde con el ODS 4 sobre educación de calidad.
Los proyectos de Su Majestad son un reflejo de que el desarrollo sostenible sólo puede lograrse mediante un espíritu de equipo de toda la comunidad y esfuerzos enfocados a mejorar la sociedad. Para llevar esta visión a la realidad, lanzó el “Proyecto de Voluntariado de la Iniciativa Real” para involucrar a la gente en actividades de servicio público. Esas actividades fortalecen el vínculo dentro de las comunidades y nos recuerdan cómo las comunidades tailandesas a lo largo de la historia y en todo el mundo siempre se han unido para superar las dificultades.
La monarquía ha sido un faro guía y una fuerza estabilizadora en Tailandia durante ocho siglos. Como han afirmado algunos críticos, las monarquías tienen memorias institucionales de tradición y continuidad en tiempos siempre cambiantes. Recuerdan innegablemente a un país sus rasgos e identidad únicos, hechos que a menudo pueden olvidarse en las corrientes rápidamente cambiantes de la política. En un mundo volátil y complejo, necesitamos constantemente una fuerza inspiradora de estabilidad para mantener los pies en la tierra, de modo que no nos dejemos llevar fácilmente por los vientos de la incertidumbre. La monarquía es, por supuesto, una de estas inestimables instituciones que ha resistido la prueba del tiempo y sirve como un vínculo duradero entre nuestro inspirador pasado, nuestro dinámico presente y nuestro prometedor futuro.
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