Virginia Tola
Soprano argentina
Juan David Latorre
Los recintos operísticos más importantes del mundo han disfrutado de su voz y acaba de representar en el Teatro de la Zarzuela de Madrid la obra La vida breve, de Falla. Desde hace un tiempo se ha instalado en Madrid y se declara ferviente defensora de la cultura.
¿Cree que los cantantes de ópera representáis también a vuestros países?
Cuando empecé a cantar ópera, con Plácido Domingo, comprobé efectivamente que somos unos embajadores de nuestros países y de la ópera, aunque no solamente en un concierto se puede cantar este género, sino que también se ofrece otro tipo de música. Pero efectivamente, también somos unos embajadores de nuestros países y yo en concreto de mi país, Argentina. Siempre a nuestras funciones acuden miembros del Cuerpo Diplomático y embajadores de otros países, porque tenemos la suerte de que la ópera tiene un solo idioma, la música y el idioma que en el que se cante la canción, y estamos siempre mezclados cantantes de diferentes países y este crisol de artistas hace que también atraiga a muchas embajadas.
Dicen que la cultura es el “soft power” y una de las armas de la diplomacia, ¿qué piensa de esta afirmación?
A los que primero se acude en un momento de crisis o para recaudar fondos es al artista. En ese sentido sí somos como unos embajadores de la paz, porque en esos momentos somos efectivamente los representantes del soft power. Nosotros no nos podemos embanderar bajo ninguna bandera política, porque mi arte es para todos, no para el político me que me cae más simpático. En ese sentido, creo que también debemos ser cuidadosos y usar la diplomacia que es exigible a los diplomáticos.
Cuando empecé a viajar por todo el mundo, comprobé que a Argentina se la asociaba mucho con el tango y su baile, y tuve que tomar clases porque todo el mundo me preguntaba si sabía bailarlo. Pero me esforcé porque me sentí con la responsabilidad de ser embajadora de Argentina. Porque aparte de ser una cantante de ópera, también debía conocer otro tipo de artes que se asociaban mucho a mi país, como el deporte o el tango. Tengo amigos cantantes que están fuera de su país a los que se les concede una distinción como embajadores artísticos y sin cobrar ningún sueldo. Qué importante, ¿no? Estaría bueno que lo hicieran las embajadas, que lo hicieran los gobiernos de los países.
Me comenta que su carrera se inició gracias a un diplomático argentino.
Mi carrera empezó gracias a un diplomático argentino que fue agregado cultural argentino en la Embajada en Noruega, una persona muy sibarita del arte, sobre todo de la ópera y de la música. Allá por el 1999, se enteró de que cada dos años la reina Sonia en Oslo hacía un concurso de canto y se puso en contacto con un amigo suyo de Argentina para buscar quién podía ser un joven cantante que pudiera representar a nuestro país en ese concurso. Este amigo llego al Teatro Colón de Buenos Aires, donde yo estaba, y allí le dieron dos nombres, entre los cuales estaba yo. Vino a verme y me propuso participar en este concurso internacional. Al principio yo me asusté, sólo tenía 23 años y nunca había ido a ningún concurso ni había cantado en público ni nada. Pero veía tanto entusiasmo en ellos que me decidí, tuve que grabar un audio y enviarlo para una preselección, me preseleccionaron y gane el concurso. Fue un trabajo muy noble del agregado cultural. Él me allanó el camino y ese fue el principio de mi carrera artística, gracias a un trabajo diplomático.
La COVID19 está perjudicando a las economías mundiales y al sector cultural, en especial al mundo del espectáculo. ¿Los cantantes líricos también están siendo perjudicados?
Es una barbaridad, por ejemplo, lo que está pasando ahora en Italia por el hecho de haber cerrado todo. Y es que no es solamente el artista el que vive de esta industria. No nos podemos imaginar de las personas que trabajan en el teatro y de todo lo que viene después del teatro, desde quien que te viste para ir al teatro hasta el espectador; por eso no puedo entender cómo países europeos como Italia, que viven básicamente de la cultura, en este momento digan no a causa del COVID, cuando en un metro la gente está mucho más cerca unos de otros. Aquí en España, creo que lo están haciendo muy bien en a nivel teatro. Con los protocolos que teníamos nosotros en el Teatro de la Zarzuela, donde yo acabo de actuar, de verdad que nunca me sentí tan cuidada. Estuvimos ensayando con unas mascarillas que nos dio el teatro que eran como una especie de velo que nos tapaba, pero que nos permitía cantar sin problema. Era un cuidado muy grande y eso también es cultura. Te das cuenta que es gente de cultura.
¿Cuál es su relación actual con Argentina?
Los tiempos han cambiado. Hoy no está un cantante de ópera en las portadas, está un reguetonero quizás, y no es por desmerecer a ningún estilo, o está un deportista o una influencer. Me siento muy privilegiada porque no perteneciendo a una profesión súper popular, sí me siento muy arropada. En mi ciudad Santa Fe, en el interior de Argentina, siempre que he ido para un concierto o siempre que me llaman para participar en algún evento me hacen sentirme parte de la sociedad, y para mí eso es fantástico y sí me gusta ser profeta en mi tierra.
Roma, Turín, Trieste, Los Ángeles, Parma, Washington, Ámsterdam, Madrid… ¿En qué país se ha sentido más a gusto?
En España, de toda la vida, por eso elegí Madrid para vivir. Yo vine aquí a los 19 años con un viaje del colegio y cuando me baje del avión y puse un pie en Madrid, yo no sé qué pasó, si el aire o el cielo, que me enamoró desde el primer día, y me dije “un día yo voy a vivir aquí”, y para mí hoy es un sueño estar viviendo en esta ciudad. Dicen que el argentino es ‘un italiano que habla español y se cree un inglés’, porque somos una mezcla, un crisol de razas compuestas por el italiano que venía del sur, el español que venía del norte (por esos os llamamos gallegos) y los que vinieron después de la Guerra Mundial, entre ellos los ingleses y un poco los alemanes. Por esta razón, tenemos una cultura muy diversa. Pero, desde luego, a España lo sentimos como en nuestra casa.
¿Cuál considera el personaje más difícil de los que ha interpretado?
Suor Angelica, de la ópera homónima del gran Giacomo Puccini, y no sólo por su difícil técnica vocal. Yo no concibo la opera como una reproducción de notas; para mí es teatro cantado, es decir, no me puedo desligar del personaje. Yo, personaje que haga, aunque sea uno malvado, siempre le busco una razón para amar el personaje.
¿Cuál es el escenario más inolvidable en el que ha actuado?
El Teatro Colón de Buenos Aires. Yo estoy segura de que sí ese teatro estuviera en Zúrich o en Viana sería la bomba, porque la acústica y la belleza que tiene ese teatro y lo enorme que es, hace que no haya otro en el mundo. En un principio, en el año 1908, se instalaron 4.000 localidades, aunque cuando le hicieron la reforma en el 2010 tuvieron que sacar muchísimas butacas para construir las salidas de emergencias, pues cuando se construyó no se contemplaba ese aspecto. Pero así y todo, es un teatro monumental, gigantesco, y para mí el más lindo del mundo en el que mejor se escucha la voz y al que siempre quiero volver.