Álvaro Silva
Artículo 30 / Política de Defensa
España y Francia son dos países vecinos que comparten no pocos intereses y desde hace ya muchos años mantienen una importante colaboración para garantizar la estabilidad y la seguridad en la zona euromediterránea en general y el norte de África en particular.
Entre los éxitos de esta cooperación hispano-francesa, cabe destacar las numerosas iniciativas conjuntas en materia de lucha contra el terrorismo y el tráfico de drogas en África. Así, España y Francia colaboran estrechamente en el marco de la operación Barkhane, las misiones de entrenamiento europeas en Mali, Somalia y la República Centroafricana, las operaciones navales para asegurar la navegación en el Cuerno de África y el Golfo de Guinea o en el muy exitoso Centro de Análisis y Operaciones Marítimas en materia de Narcotráfico, que solo en 2019 dirigió la incautación de más de 30.000 toneladas de cocaína.
Entre las cuestiones que admiten una coordinación mayor, tal vez la política hacia Marruecos sea la más importante, pues la divergencia hispano-francesa en este punto es notable. El conflicto del Sahara, en el que España aboga por una solución que pueda ser aceptada por el pueblo saharaui mientras que Francia apoya abiertamente las posiciones marroquíes, es quizás el asunto en el que más nítidamente se distinguen las posturas de Madrid y París. No obstante, la política de España se ve también condicionada por las fronteras terrestres y marítimas que comparte con Marruecos, un factor de conflictividad que no afecta a la política francesa. La periódica reivindicación marroquí de la soberanía sobre Ceuta, Melilla y otros territorios españoles, los intentos de Rabat de ampliar sus aguas territoriales sin tener en cuenta los derechos españoles o el uso de la inmigración ilegal por parte de Marruecos como herramienta de presión diplomática, generan frecuentemente episodios de tensión en los que, a menudo, el apoyo francés se echa de menos en Madrid.
Creemos que para responder a los retos a los que nos enfrentamos, la colaboración hispano-francesa debe intensificarse y mejorarse en aquellos aspectos en los que todavía resulta posible. Debemos dar continuidad a aquellas iniciativas conjuntas que se han demostrado eficaces, dotarnos de los medios necesarios para llevarlas a cabo mediante la colaboración en el desarrollo de nuevos equipos y sistemas de armas y negociar la forma de desarrollar políticas conjuntas allí donde hasta ahora ha sido imposible. En particular, necesitamos acordar una política común hacia Marruecos sobre la base de un nuevo plan para el Sáhara que pueda ser aceptado por Rabat y el compromiso hispano-francés de exigir la observancia del derecho internacional en materia de delimitación de aguas territoriales y el respeto de las actuales fronteras europeas. Juntos, seremos más fuertes.
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