No creo que haya un pueblo en el mundo entero que ame la vida y santifique la alegría en todos sus detalles cotidianos como el gran pueblo de España. Tampoco es exagerado otorgarle la gran reverencia y el respeto por su pionero papel en la difusión de una cultura de alegría en sus ciudades, playas, y verdes parques.
La experiencia de vivir en España me ha llevado desde las fronteras de la vida a su corazón que está lleno de canciones de alegría, amor, y humanidad. Nunca podría describir España ni a sus ciudades decoradas con sueños y cuentos míticos, porque la metáfora del idioma no me ayudará a describir su patrimonio cultural, tan profundamente arraigado en la historia, el cual se refleja en sus refranes y dichos populares que tienen profundas connotaciones en la memoria del pueblo español.
Es suficiente que imagines la escena del amanecer al borde de los monumentos de la Alhambra, mientras cruzas el Río Darro, que inspira las historias y cuentos que los amantes solían contar en el Paseo de los Tristes, y detrás de ellos se repite el eco de las canciones de los granadinos “de Granada al Paraíso”, es decir, no hay lugar en la tierra digno de vivir después de dejar Granada. Por esto, el único lugar es el paraíso.
Cuán dichoso estarías si te lleva la imaginación a la Plaza Mayor que se ubica en el corazón de Madrid, donde verás la estatua del Rey Felipe III montando su caballo, que parece que está a punto de comenzar a cabalgar, así como la mezcla de identidades y razas a lo largo de sus vibrantes bares y cafés.
Qué maravilloso es cuando te viene a la mente la famosa frase de los madrileños «desde Madrid al cielo», lo que significa que el lugar que te conviene después de Madrid es el cielo. Esto te convencería de que se pueden ver todos los aspectos de la existencia en estas dos ciudades inmortales en la memoria de todos aquellos visitantes que buscan su belleza.
Las tragedias que el pueblo español está sufriendo como consecuencia de la epidemia del Coronavirus, están causando tristeza y profundo dolor por las situaciones miserables que España está pasando en estos momentos tan difíciles. Ni siquiera la gente más pesimista en la vida, fue capaz de imaginar estas trágicas situaciones, cuando los médicos han sido incapaces ante el creciente número de niños, mujeres y ancianos infectados por el coronavirus. Tan trágico hasta el punto de que sus ciudades se han convertido en funerales donde las almas a veces se elevan al cielo, como creen los madrileños, y otras veces directamente al paraíso, al gusto de los granadinos. Todo esto después de haber sido un paraíso espléndido, que alegra aquellos que contemplan sus campos, ríos y majestuosos árboles, como si inspiraran los versos de su gran poeta Antonio Machado en estos momentos tan difíciles, el cual recitó en aquel día a sus compañeros:
Se le vio caminar
Labrad, amigos,
De piedra y sueño en el Alhambra,
Un túmulo al poeta,
Sobre una fuente donde llore el agua,
Y eternamente diga:
El crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
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