José Antonio de Yturriaga
Embajador de España
El pasado día 27 asistí a la presentación en Madrid del excelente libro “La telaraña: La trama exterior del procés” –Ariel-, escrito por el periodista catalán Juan Pablo Cardenal, un riguroso trabajo de investigación tras haber realizado más de 200 entrevistas en Cataluña, el resto de España y el extranjero. A mí me entrevistó el año pasado cuando fui a Barcelona a presentar mi libro “Cataluña vista desde fuera». El acto fue presentado por Ignacio Torreblanca y Cayetana Álvarez de Toledo.
El libro describe cómo el separatismo catalán ha construido un lobby político, académico y mediático en el extranjero y cómo las entidades y personas que lo integran han moldeado la opinión pública internacional sobre lo que ocurre en Cataluña, e influido sobre las coberturas periodísticas internacionales de estos sucesos. Pone de manifiesto la tupida red de instituciones públicas, entidades sociales –como “Omniun Cultural” o la Asamblea Nacional Catalana-, empresas privadas e individuos que impulsan en sus respectivos ámbitos la independencia de Cataluña. Estas instituciones prosperaron al calor de la Administración autonómica gracias a las subvenciones directas o los contratos concedidos por la Generalitat a cambio de ciertas contrapartidas, el famoso 3% asumido como lo más normal del mundo y que hasta ahora no ha causado perjuicio algunos a sus autores. La red comprende los medios de comunicación públicos o privados subvencionados por el régimen, el mundo educativo y universitario –especialmente en el extranjero-, los 200.000 funcionarios catalanes en nómina –muchos de ellos designados a dedo por sus convicciones nacionalistas, especialmente en el sector educativo- y los 100.000 proveedores. Todos ellos se benefician del dinero público aportado por los contribuyentes de Cataluña y del resto de España. Estos grupos están dirigidos por entusiastas personas de contrastado pedigrí catalanista, que Cardenal califica de auténticos “monjes guerreros”, dotados de fe y de recursos.
El procés no ha surgido espontáneamente, sino que ha sido planificado hasta el milímetro durante muchos años, a partir del “Programa 2000” elaborado por Jordi Pujol, ideólogo y principal responsable intelectual de la gradual rebelión institucional de la Generalitat de Cataluña contra el Estado español: afirmación del “fet diferencial”, catalanización de la sociedad, imposición de una política lingüística de promoción del idioma catalán y abandono delo bilingüismo, inmersión escolar y adoctrinamiento, control de les medios de comunicación, intento de integración de los inmigrantes, establecimiento de la estructura de un Estado y construcción nacional. Potenció un nacionalismo exclusivista frente al resto de España, que desembocó necesariamente el el separatismo. Estratificó la sociedad catalana en una suerte de feudalismo del siglo XXI, compuesto por “la aristocracia política, la clerecía funcionarial y el vulgo español”. El procés activo la telaraña, para lo que no se escatimaron recursos humanos ni financieros. Según el Tribunal de Cuentas, en el período 2011-2017 se gastaron sólo en acción exterior 417 de euros, destinados fundamentalmente a impulsar la secesión de Cataluña en el exterior, y dar a conocer, impulsar, fomentar, publicitar y procurar el respaldo internacional del “procés”, a través del Departamento de Acción Exterior, las delegaciones en el extranjero y Diplocat. En vez de impulsar a Cataluña en los diversos ámbitos económico, cultural o social, las delegación se dedicaron casi exclusivamente a apoyar el secesionismo y hacer labor de zapa y demolición de la imagen de España, a la que se presenta como escasamente democrática y explotadora y opresora del pueblo catalán.
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