The Diplomat
La Embajada del Paraguay celebró el pasado 27 de febrero la conferencia Las Paraguayas y la Guerra: 150 años para múltiples miradas, a cargo de la historiadora Ana Barreto Valinotti, en conmemoración del Día de la Mujer Paraguaya (24 de febrero) y en el marco que ofrecen los 150 años de la finalización de la Guerra contra la Triple Alianza (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay 1864-1870).
Si después de esta guerra las mujeres eran más que los varones en Paraguay, ¿por qué nunca tomaron oficialmente la conducción del país? ¿Por qué llevó más de un siglo para que fueran reconocidas como reconstructoras de aquella trágica época? Y a esto se suma el hecho de que recién accedieron al voto hace casi 60 años.
La historiadora hizo una retrospectiva de los momentos históricos en el Día de la Mujer Paraguaya, para exponer los motivos que, a su parecer, provocaron la tardía participación femenina en los espacios públicos, pero se aboca especialmente a la contienda contra Brasil, Argentina y Uruguay, que dio lugar a la época de las Residentas.
El término Residenta lo había trabajado la historiadora Beatriz Rodríguez Alcalá y ella estimaba que fue utilizado cuando se ordenó la evacuación completa del Sur para hacer una reubicación en el Departamento de la Cordillera. Las exiliadas eran inscritas por un juez de paz en una planilla enorme en la que ponía sus nombres, fulana de tal, residente de tal lugar. Entonces, ellas decían: “Yo no soy residente, soy una residenta”. Era un vicio gramatical femenino.
El trabajo de estas mujeres era sostener la guerra, que significaba también cumplir tareas en las chacras con un régimen estricto. Muchísimas se mantuvieron así desde 1866 hasta que la guerra terminó. También había otro grupo de mujeres que decidió seguir a su hijo, al marido, al padre hasta Cerro Corá, esta era la parte que acompañaba la logística del ejército. Cuando la guerra termina sí se unifica el uso del término para señalar a todas y no se hacía diferencia en qué específicamente hicieron.
Pese a la mayoría femenina en la población, los gobiernos que vinieron después de la guerra fueron liberales –en realidad en todo el continente inició el liberalismo con fuerza– y en Paraguay fue extremadamente conservador. Se dejó demasiado marcado a quién le correspondía qué en la sociedad. La participación de la mujer en los espacios públicos se vio completamente retardada por ese hecho.
Todas fueron empujadas coyunturalmente a quedarse dentro de este molde que la sociedad tenía, y ese era el doméstico, de la abnegación, la lealtad que uno le tiene a la figura del hombre, el acompañamiento que le hace sin mucho recelo. Esa era la figura de la mujer paraguaya.