<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>La Embajada de China en España ha asegurado que el preacuerdo económico y comercial firmado el pasado miércoles por Pekín y Washington va a favorecer a los dos países y “a todo el mundo”.</strong></h4> Así lo afirmó el pasado 16 de enero <a href="http://es.chineseembassy.org/esp/sghd/t1733165.htm" target="_blank" rel="noopener noreferrer"><strong>el encargado de Negocios, Yao Fei</strong></a>, durante una rueda de prensa en la sede de la Embajada china y en Madrid. Según Yao, las dos grandes potencias han llegado a este acuerdo “en base a la igualdad” y han dado <strong>“un paso hacia adelante para la solución de todas las disputas”. </strong> El acuerdo, según el encargado de negocios, “coincide con el proceso de reforma y apertura de China”, ya que atiende “a la necesidad de la hermosa vida del pueblo chino y al desarrollo económico de alta calidad del país”. Además, el acuerdo “ayuda a parar la escalada de las fricciones comerciales y a estabilizar las expectativas del mercado” y, por tanto, “favorece a China, EEUU y todo el mundo”. Por otra parte, Yao pidió un trato equitativo y no discriminatorio para las empresas chinas que operan en mercados extranjeros, con especial mención a la compañía Huawei y su tecnología 5G. Huawei fue una de las grandes perjudicadas por la guerra comercial, ya que su último teléfono, el Mate 30 Pro, tuvo que salir al mercado sin las aplicaciones de Google, lo que ha frenado sus ventas en Occidente. El pasado miércoles, <strong>el viceprimer ministro chino, Liu He, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump,</strong> firmaron en la Casa Blanca la fase uno de su acuerdo económico y comercial, después de casi dos años de tensas negociaciones y de una guerra arancelaria que había desestabilizado los mercados internacionales. En virtud del preacuerdo, Estados Unidos congela las tarifas de 156.000 millones de dólares que pretendía imponer a nuevos productos chinos, que hubiera llevado a que el 100% de las importaciones procedentes de China hubieran estado gravadas con aranceles. A cambio, Pekín se compromete a comprar productos estadounidenses por valor de 200.000 millones de dólares durante los dos próximos años, además de facilitar la apertura de su sector financiero a empresas extranjeras y de elevar la protección de los derechos de propiedad intelectual.