<h6><strong>The Diplomat</strong></h6> <h4><strong>El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, sorprendió ayer al alcanzar un rápido acuerdo con el líder de Unidas Podemos (UP), Pablo Iglesias, para formar un Gobierno de coalición, a pesar de que antes de las elecciones, había afirmado que “no dormiría tranquilo” con miembros de la formación morada en el Ejecutivo.</strong></h4> Sánchez e Iglesias, que después de cinco meses de negociación tras las elecciones del 28 de abril, terminaron más enfrentados que nunca, fueron ayer todo cortesía el uno con el otro. Como si no hubiera pasado nada, se fundieron en un caluroso abrazo, después de firmar el preacuerdo ante los periodistas, a los que no se les permitió hacer preguntas. El presidente del Gobierno en funciones justificó el cambio en que “el proyecto político es tan ilusionante que supera cualquier desencuentro político que hayamos podido tener”. No olvidó resaltar que será “un Gobierno progresista”, aunque no facilitó como se repartirán las carteras, dejando eso para después de la investidura. Iglesias, por su parte, afirmó que el futuro Ejecutivo combinará "la experiencia del PSOE con la valentía de Unidas Podemos" y trabajará por "el diálogo para afrontar la crisis territorial" en Cataluña y por la "justicia social como la mejora vacuna frente a la extrema derecha". "Lo que en abril era una oportunidad histórica se ha convertido en una necesidad histórica", subrayó. <strong>Iglesias, vicepresidente</strong>. Sánchez tendrá todavía que buscar más apoyos para poder ser investido como presidente del Gobierno. En ese hipotético Ejecutivo de coalición, Pablo Iglesias tendría, previsiblemente una vicepresidencia, de contenido social. La otra, la vicepresidencia económica, sería para Nadia Calviño, según anunció Sánchez antes de las elecciones, con el fin de no asustar demasiado a los mercados, que ayer mismo ya dieron una muestra de su inquietud, como reflejó la caída del Ibex en un 0,87% tras conocerse el acuerdo. <strong>La imposible mayoría absoluta</strong>. La mayoría absoluta del Congreso son 176 votos, pero la suma de PSOE (120) y UP (35) sólo llega a los 155. Es más que probable que Sánchez pueda contar con los votos a favor de Más País (3), PNV (7), Nueva Canarias (1), Partido Regionalistas de Cantabria (1) y Teruel Existe (1), partidos que han dicho que quieren facilitar la gobernabilidad de España. Alcanzaría así los 168, que son insuficientes para obtener una mayoría absoluta en la primera votación, ya que le faltarían 8 apoyos más. A tenor de lo que han ido declarando, no parece que otras formaciones vayan a dar su voto a Sánchez. Por supuesto, no lo apoyarán ni el PP ni Vox, ni tampoco lo hará Ciudadanos, con sus 10 escaños, porque se declaran incompatibles con UP. Ni ERC, ni Junts per Catalunya (JxC), ni Bildu, ni la CUP, ni el Bloque Nacionalista Galego van a facilitar la investidura en la primera votación. <strong>A por la mayoría simple</strong>. Sin embargo, Sánchez podría lograr la investidura en la segunda votación, en la que sólo se exige mayoría simple, es decir más votos a favor que en contra. Para ello, necesitaría que algunos de los que le rechazan se abstuvieran para facilitar la formación de un Gobierno. La opción más cómoda para el candidato sería que se abstuviera el PP, pero el principal partido de la oposición no va a hacerlo, según han anunciado sus dirigentes y cuyo líder, Pablo Casado, echó ayer en cara a Sánchez que ni siquiera les hubiera llamado antes de cerrar su acuerdo con Iglesias. Tampoco se abstendría Vox. Y una abstención de Ciudadanos allanaría el camino a la coalición PSOE-UP, pero no es previsible, porque hay una gran incompatibilidad de los naranjas con los morados. Los dos diputados de Navarra Suma irían en la misma línea. El voto de la única parlamentaria de Coalición Canaria estaría entre el no y la abstención. La suma de todas estas formaciones es 153. Pedro Sánchez dependería entonces de los independentistas catalanes, de la abstención de los 13 diputados de ERC y de los 8 de JxC. A ellos podrían añadirse los 5 diputados de Bildu y quizás el del BNG y los dos de la CUP. Si, efectivamente, todos ellos se abstuvieran, Sánchez lograría ser investido, con 168 votos a favor frente a 153 que votarían en contra. Pero a nadie se le escapa que la abstención de los independentistas catalanes no sería gratis, lo que condicionaría la labor futura del Gobierno y daría mucha munición a los partidos constitucionalistas de la oposición.