Nour Larbi El Bakali
Analista
A la 01:40 de la madrugada del sábado, el primer ministro de la República de Sudán, el Dr. Abdullah Hamdouk tenía un objetivo claro al pronunciar su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas: convencer a la comunidad internacional de que Sudán debe ser eliminado de la lista de patrocinadores del terrorismo en Washington.
“Solo retirándonos de la lista podremos seguir adelante y de forma inmediata para llevar a cabo esfuerzos de desarrollo y reconstrucción. Solo entonces podremos eliminar las trazas dañinas y los impactos de las políticas equivocadas del antiguo régimen”, afirmaba el Dr. Hamdouk.
El primer ministro mantuvo conversaciones con funcionarios estadounidenses expresando la esperanza de que Jartum llegue a un acuerdo «muy pronto» para eliminar al país de la lista de patrocinadores del terrorismo de Washington.
Su discurso estuvo respaldado por el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Gutiérrez, que pidió la abolición inmediata de «la designación del Sudán como estado patrocinador del terrorismo, el levantamiento de todas las sanciones económicas y la movilización de un amplio apoyo financiero para el desarrollo con el fin de preservar los logros políticos actuales”.
Sudán hasta ahora no ha podido beneficiarse del apoyo del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, dada la inclusión del país en la lista estadounidense de patrocinadores estatales del terrorismo. El gobierno de los Estados Unidos clasificó a Sudán como patrocinador estatal del terrorismo en 1993 por acusaciones de apoyo del gobierno de Al Bashir a ataques terroristas, particularmente los de Kenia y Tanzania. Esta decisión aisló al país de los mercados financieros y asfixió su economía.
«Venir a la Asamblea General nos ha brindado una tremenda oportunidad de reunirnos con muchos líderes de la administración estadounidense», declaró Hamdouk a los periodistas.
La falta de pan, combustible y medicamentos, junto con los altos precios, provocaron protestas que llevaron a la expulsión de Bashir en abril. Hoy el gobierno de transición necesita el apoyo de la comunidad internacional para abordar los problemas de deuda externa acumulada y heredada del antiguo régimen. El gobierno se está preparando para lanzar un plan de rescate económico de nueve meses en octubre destinado a frenar la alta inflación, al tiempo que garantiza el suministro continuo de bienes básicos.
Sudán no busca subvenciones, Sudán necesita inversiones. Siendo el corazón de África, las oportunidades de inversión se centran principalmente en el campo de la agricultura y las energías renovables. En este sentido, más del 60% del territorio es recorrido por el rio Nilo, por lo que hay un importante terreno fértil en el país que está en condiciones de ser explotado.
“Con esta gloriosa revolución, Sudán tiene como objetivo poner fin a una era sombría de su aislamiento internacional y regional, debido a que el Estado sudanés ha heredado una larga lista de sanciones, la más dura de ellas entrar en la lista de países que patrocinan el terrorismo», ha manifestado el primer ministro.
Abdullah Hamdouk, asumió el gobierno interino en agosto, prometiendo estabilizar a Sudán y reformar una economía que ha sido golpeada por años de sanciones y mala gestión durante el mandato de tres décadas de Omar al-Bashir.
Hoy, Hamdouk ha vuelto para continuar la trayectoria comenzada por el pueblo sudanés.
Hoy, Sudán ha vuelto con un nuevo lema “Paz, Libertad y Justicia”.
Hoy, Sudán es un nuevo Sudán.
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