<h6><strong>Andreu Cornelles</strong></h6> <h4><strong>La embajada de la República de Turquía convocó el pasado viernes a la prensa en la residencia de su embajador, Cihad Erginay, para informar de las últimas novedades sobre la política exterior y de seguridad del país. Al encuentro asistieron, además del embajador, la Dra. Nurşin Güney, miembro del Consejo de Seguridad y Política Exterior de la Presidencia de la República de Turquía y el Dr. Kiliç Buğra, director de investigación de la Fundación SETA en Washington DC.</strong></h4> Después de la entrega del sistema de defensa <strong>S-400 por parte de Rusia</strong> a finales de la semana pasada, Güney apuntó que la <strong>cooperación militar con la OTAN</strong> y EEUU “es necesaria para todos”, y por tanto “existe la determinación de seguir en la alianza”. Sin embargo, indicó que debido al “grave problema de seguridad de la región”, el país “necesitaba modernizar su <strong>sistema de defensa aérea</strong>”. Y vistas las ofertas de los Estados Unidos, entendieron que “no eran atractivas en términos de precio, plazos y transferencia de conocimiento”; por lo que decidieron aceptar la oferta rusa “de forma puntual”. A pesar de ello, su objetivo primordial pasa por alcanzar "mayor autonomía en términos defensivos", y en ese sentido aseguran “estar preparados para trabajar con EEUU en el sistema de<strong> misiles <em>Patriot</em></strong>”. La llegada de los misiles rusos provocó reacciones inmediatas en Washington, y el miércoles Ellen Lord, la subsecretaria de defensa para la adquisición y el mantenimiento, anunció la <strong>suspensión de Turquía del programa</strong> de los avanzados <strong>aviones de combate F-35</strong>. Los representantes turcos en el encuentro con la prensa consideraron la decisión como “extraña”, y que derivará en una situación de “perdedor-perdedor”. Para intentar revertir la situación, declararon que el presidente Erdogan ha ofrecido al presidente Trump crear “un <strong>grupo técnico"</strong> que constate que no habrá transferencia de información avanzada hacia Rusia y permita “seguir con el entrenamiento de los pilotos turcos con los F-35”. Asimismo, a pesar de las diferencias con EEUU y otros aliados de la OTAN, de la cual aseguraron que “no se esperan sanciones”, calificaron las<strong> relaciones con España</strong>, en términos de industria militar, como “excelentes y siempre orientadas a buscar soluciones”. Destacaron que desde hace 5 años existe una “relación de cooperación y formación que ha funcionado perfectamente”, y que desean “extrapolar al resto de sus aliados”. El embajador puso como ejemplo la construcción del <strong>buque de asalto anfibio <em>Anadolu</em></strong> por parte de un <strong>consorcio hispano-turco,</strong> en el que participa Navantia. Y afirmó que “en todo momento ha existido un constante intercambio de tecnología y conocimiento entre ambos países”. Otro de los frentes que tiene abiertos Turquía es la escalada de<strong> tensión en el Mediterráneo Oriental</strong> motivado por el descubrimiento de <strong>reservas de gas cerca de Chipre</strong>. El Gobierno de Erdogan envió en las últimas semanas tres buques para realizar prospecciones y estudios sísmicos, a lo que la UE contestó con la imposición de <strong>sanciones económicas</strong> el pasado lunes. Turquía alega con respecto al buque <em>Yavuz</em>, que la compañía nacional de petróleo y gas (TPAO) opera con el permiso de la autoridad turcochipriota, aliado de Ankara. Y respecto al <em>Fatih</em>, aseguran que está realizando sus operaciones en la plataforma continental de Anatolia, Zona Económica Exclusiva reclamada por Turquía. En ese sentido, Güney, recordó que la República Turca del Norte de Chipre “puede decidir qué hacer con su costa”, pero que ante todo es un “<strong>problema de base territorial y legal</strong>, donde no caben sanciones económicas”. Por eso motivo reconoce “que se requiere negociación entre las partes para encontrar una solución” y no se muestran reticentes a “iniciar un mecanismo de diálogo, ya sea con o sin el apoyo de la UE”. Finalmente, el embajador trasladó “el sentimiento de decepción de la opinión pública turca” respecto al incumplimiento del <strong>acuerdo firmado con la UE</strong> en 2016 relativo a la crisis de los refugiados. El diplomático turco señaló que solo han <strong>recibido 1.800 de los 6.000 millones de euros acordados</strong>, y que, pese al compromiso alcanzado y las reformas realizadas por Turquía, la UE todavía no ha liberalizado el sistema de visados a los ciudadanos turcos, ni ha ampliado la unión aduanera. Por su parte, Buğra calificó el acuerdo como “injusto ya que ha supuesto un gran sacrificio para el país” cuando “proteger la vida de los refugiados es un deber compartido por toda la humanidad”.