<h6><strong>Luis Ayllón</strong></h6> <h4><strong>El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acude mañana a Bruselas para participar en la cena informal de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea en la que se hará, tras conocerse el resulto de las elecciones europeas, un primer debate sobre los nombres que podrían ocupar los altos cargos comunitarios.</strong></h4> Los puestos sobre los que debería haber una resolución son los de presidente del Consejo Europeo, presidente de la Comisión Europea, presidente del Banco Central Europeo y Alto Representante de la UE para la Política Exterior, además del presidente del Parlamento Europeo, que, aunque no es una decisión que hayan de adoptar los gobernantes europeos, sin duda figurará en el encaje que finalmente se logre. Sánchez tratará de hacer valer ante sus colegas europeos que hoy día es el único gobernante socialdemócrata entre los grandes países de la Unión y que los socialdemócratas españoles tiene un peso determinante en la Eurocámara. A ello añadirá que España es uno de los países más europeístas y que, en los últimos años, ha estado infrarrepresentado en los órganos de dirección de la UE. Esta noche, el presidente del Gobierno en funciones tiene previsto reunirse en París con el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, en una cena de trabajo en el Palacio del Elíseo, en la que, además de analizar los resultados de los comicios europeos y la Agenda Estratégica de la UE para el periodo 2019-2024, la cuestión de la renovación de altos cargos en las instituciones europeas va a estar sobre la mesa. El Gobierno es consciente de que la partida se va a jugar a muchas bandas, porque hay que lograr, a la hora de repartir esos altos cargos, un cierto equilibro no sólo de familias políticas, sino también demográfico y geográfico -entre países del Norte y del Sur, del Este y del Oeste europeos-, y de edad y, sobre todo, de género, circunstancias que pueden limitar las aspiraciones de algunos países. En el caso de España, se tiene claro que no se va a pelear por algunos de esos puestos. Es el caso de la Presidencia del Consejo Europeo, que se reserva para algún ex jefe de Gobierno y nuestro país no tiene en estos momentos a ninguno que aspire a ello. Por lo que respecta al Banco Central Europeo, el hecho de que Luis de Guindos ocupe una Vicepresidencia de ese organismo, descarta cualquier posibilidad. En cuanto a la Comisión Europea, el Gobierno de Pedro Sánchez ya ha dicho que apoya al ‘spitzenkandidaten’ o ‘candidato líder’ de los socialdemócratas, que es el holandés Frans Timmerman. Así las cosas, quedaría el puesto de presidente del Parlamento Europeo, que no es la aspiración de España, porque ese puesto ya ha sido ocupado por tres españoles, entre ellos Josep Borrell, que es una de las bazas con las que el Gobierno puede jugar en el reparto institucional. En el caso de que el presidente de la Comisión Europea fuera Manfred Weber, el ‘spitzenkandidaten’ del Partido Popular Europeo, la figura de Borrell podría encajar más como sustituto de Federica Mogherini como Alta Representante de la UE para la Política Exterior, pero ni parece que sea lo que más agradaría, a sus 72 años, al actual ministro de Exteriores en funciones, por los numerosos viajes que debe realizar, ni da la impresión de que sea lo que más desea el Gobierno español. En Moncloa, posiblemente estén más interesados en un puesto con mayor peso político o económico que en uno que tiene visibilidad, pero poca eficacia práctica, habida cuenta de las dificultades para que la Unión Europea actúe con una sola voz en política exterior. De ahí que, quizás, Sánchez trate de amarrar para España un Vicepresidencia de la Comisión Europea con mayor contenido, si se cumplen los pronósticos de que haya una reforma del órgano ejecutivo de la UE. Y esa vicepresidencia podría ser para Borrell, aunque, si entrará en juego la condición de que el puesto fuera para una mujer, España podría poner sobre la mesa el nombre de la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, que tiene una larga experiencia en puestos comunitarios. En cualquier caso, se espera que la reunión informal de mañana comience a clarificar algunas cosas de un encaje que se quiere dejar resuelto para el Consejo Europeo ordinario de los días 21 y 22 de junio.