<h6><strong>Eduardo González</strong></h6> <h4><strong>Las movilizaciones que vivió Argelia en febrero, que acabaron con las pretensiones del presidente Abdelaziz Buteflika de optar a un quinto mandato, reflejan el descontento de un país que no ha sabido encontrar una alternativa económica a los hidrocarburos, una situación en la que España debería implicarse dentro de la UE.</strong></h4> Éstas son algunas de las conclusiones de la mesa redonda <em>Argelia en transformación: Movilizaciones por el cambio e incertidumbre política</em>, organizada ayer por el Real Instituto Elcano en Madrid y que contó con la presencia, entre otros, de la ex ministra de Asuntos Exteriores Ana Palacio. “Argelia tiene un modelo económico muy frágil, con unos ingresos que proceden en un 95% de los hidrocarburos, y unas instituciones cortoplacistas que no han sabido diversificar la economía”, explicó la argelina <strong>Amel Belaid</strong>, experta en economía del Magreb, energía y desarrollo social. El resultado, añadió, es “una inflación y un desempleo que excluye sobre todo a las mujeres y a los jóvenes, y eso se refleja en los movimientos sociales”. Por su parte, <strong>Haizam Amirah-Fernández</strong>, investigador de Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano, destacó que, “en un contexto de guerras civiles, golpes de Estado y Estados fallidos”, las poblaciones de Argelia y Sudán han protagonizado “movilizaciones sociales cívicas y pacíficas” para rechazar “el discurso del miedo” que han aireado muchos Gobiernos, en especial los del Golfo Pérsico, para frenar “el cambio democrático en la región”. “No es casualidad que, justo en medio de la crisis argelina, el general Khalifa Haftar lanzara una ofensiva desde el este de Libia para tomar Trípoli”, prosiguió el experto, quien recordó que el militar rebelde libio cuenta con el apoyo no sólo algunos países del Golfo, sino de Rusia e incluso, “dependiendo del día y del <em>tuit</em>, de Estados Unidos”. Por ello, advirtió, “si desde Europa se percibe que hay intentos de promover repuestas represivas violentas en Argelia desde otras latitudes más al este, es hora de que Europa se plante, algo que de momento no está haciendo”. Al respecto, <strong>Gonzalo Escribano</strong>, director del Programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano, recordó que España tiene “un interés fundamental” en lo que sucede en Argelia, sobre todo ante la perspectiva de que, “dentro de cuatro años, el país se encuentre en un entorno de caída de la producción de hidrocarburos y sin una alternativa al modelo económico”. Pese a ello, lamentó, <strong>“España no ha sido capaz de proyectar en Europa los intereses comunes que tenemos con Argelia”</strong>. “España debe poner a Argelia en el mapa europeo y liderar un discurso nuevo en el G5 del Mediterráneo especialmente dirigido a Argelia”, en el que, además de garantizar que “mantendrá el horizonte de cooperación y no dejará de comprarle gas”, debe instar al país magrebí a avanzar en tres grandes objetivos: mejorar la gobernanza, promover la sostenibilidad, “con más apoyo a las renovables y a la transición energética”, y garantizar “la justicia energética en Argelia”.