Enrique Miguel Sánchez Motos
Administrador Civil del Estado
España se encuentra ante un proceso electoral trascendente para su futuro. Primero, las generales y, luego, las autonómica, locales y europeas. La situación económica y política se enfrenta a negros nubarrones, en el horizonte cercano, en un contexto internacional muy complicado. Es imprescindible que los futuros gobiernos nacional, autonómicos, locales y nuestros eurodiputados sirvan para dar solución, al menos, a cinco graves problemas. Votaré al partido que ofrezca la mejor solución. Cinco son los candidatos, PP, PSOE, Cs, Podemos y VOX.
El primer problema político es crucial. España se juega su unidad territorial. En octubre de 2017, la Generalitat declaró la independencia de Cataluña, en un contexto de violencia pública, que no desembocó en tragedia, por la contención de la Guardia Civil y la Policial Nacional. Votaré al partido que firmemente impida esas declaraciones de independencia.
El segundo problema es la vuelta a la confrontación y el abandono del espíritu de concordia, que inspiró la Transición. Zapatero creó la Ley de Memoria Histórica en 2007. Andalucía aprobó una ley de Memoria Histórica adicional en 2017. Importantes figuras del socialismo de la España democrática se han mostrado opuestos. No consideran adecuado que, 80 años después del fin de la guerra, se pretenda imponer una visión sesgada, de buenos y malos. Votaré a al partido que derogue esas leyes de la Mentira Histórica y que nos conduzca a los ciudadanos por la senda de la fraternidad, de la convivencia democrática.
El tercer problema es el egoísta Estado de las Autonomías. La tarjeta naranja de sanidad que mostró Ribera en el debate del 23 de abril resumió la realidad. Si un murciano se pone enfermo en Cataluña, va a tener complicaciones para que le atienda la sanidad pública. Diecisiete libros de Historia, Literatura y hasta de Matemáticas, diferentes en el territorio español, para atender a la llamada “diversidad” regional. Normativas diferentes que impiden a las empresas instalar, con facilidad, delegaciones en autonomías colindantes, perjudicando así la productividad y el empleo. Todo ello a costa de los ciudadanos. Votaré a un partido capaz de poner orden en este desbarajuste de los territorios de España.
El cuarto problema es la inmigración ilegal cada vez más numerosa, que se asienta sin asimilar ni respetar las costumbres españolas ni el orden democrático. Es comprensible la angustiosa situación que hay en muchos países de África y de Oriente Próximo, pero ¿acaso es solución traer a España a todos los que quieran venir? Pretender solucionar el exceso migratorio con demagogia, empeora el problema allí y aquí y echa leña al fuego. Votaré al partido que esté dispuesto a apagarlo.
El quinto problema es la economía. Pensiones, empleo y empresa son inseparables. ¿Quién no quiere pensiones dignas y cuanto más altas, mejor? Pero para ello hace falta más empleo. Tenemos tres millones y medio de parados. El núcleo de la solución no pasa por incrementar la natalidad sino el empleo. Hay que estimular el emprendimiento, tanto en los autónomos como en las PYMES y en las grandes empresas. Votaré al partido que, con sentido común y claridad, ponga estas verdades sobre la mesa y estimule la actividad privada. Votaré al partido que cuente estas realidades a los españoles y que impulse la actividad privada, sin por ello dejar de tener medidas, proporcionales, para atender las situaciones de necesidad.
Hay más temas, pero ocupan un lugar secundario. Todos debemos estar contra la corrupción. Pero, por favor, presidente, ¿cuántas veces preguntaste a la presidenta de la Junta que te aclarara el tema de los ERE? No me respondas si me vas a decir una mentira, Doctor Sánchez. Votaré a quien esté decidido a no ver más la paja en el ojo ajeno y a olvidar la viga en el suyo.
¡Hay tantos otros temas de los que cabría hablar! Pero, con los anteriores, ya hay suficiente para que el lector adivine por dónde irá mi voto.
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