Melitón Cardona
Ex embajador de España en Dinamarca
Tienen razón quienes, como Hermann Tertsch y tantos otros, piensan que España afronta una situación de gravedad similar a la que representó la invasión napoleónica en el XIX y la guerra civil en el XX; el problema es que el bienestar anestésico socialdemócrata -uno de los fenómenos más degradantes de la historia de la Humanidad- impide al cuerpo social tener conciencia de esa gravedad, lo que agrava su peligrosidad.
La explicación resulta evidente si uno, venciendo su natural repugnancia, se molesta en ver determinados programas de televisión en la Cuatro o la Sexta que reflejan fielmente el lamentable estado de la Nación en forma de innumerables desechos de tienta humanos completamente orgullosos de su patética mediocridad en nombre de una igualdad que actúa como pretexto para que se consideren homologables a los mejores.
Si un delincuente académico, indigente intelectual y perrillo faldero de personajes tan siniestros como Soros logra perpetuarse en el Gobierno con la ayuda de quienes no tienen otro objetivo que destruir la Nación española, la venezualización de España se pondrá en marcha y es sabido que es mucho más sencillo el camino de la desintegración que del progreso; por eso pienso que tiene relevancia la sabia advertencia de un filósofo colombiano mucho más conocido y apreciado en Alemania que en España; me refiero a Don Nicolás Gómez Dávila y a su aserto: «para detestar las revoluciones, el hombre inteligente no espera a que empiecen las matanzas».
Precisamente por eso, yo ya he iniciado los trámites para vender todos mis activos y trasladarme prudentemente a un país vecino, algo que sólo dejaré de hacer si a fines de abril se produjera el milagro de una victoria de los partidos del centro y de la derecha, lo que, hoy por hoy, es posible pero parece poco probable porque, por desgracia, dudo que esos partidos tengan el coraje patriótico de dejar a un lado sus mezquinos intereses partidistas en aras del bien superior de su país.
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